Prepotencia Neoizquierdista

Nadie está en capacidad de negar, que Sudamérica cierra un año más enfrentando una línea teñida de rojo que se apodera cada vez más del viejo continente e intenta atravesar el Atlántico a gran velocidad. El partido obrero ingles, aunque niegue su tendencia social reformista, gobierna el país que fue cuna del capitalismo a partir de la revolución industrial y que ahora intenta junto a España someter a un país unido por lazos culturales, de idioma y tradición a todo un continente.

La reciente interrupción de la libertad del General Pinochet, ex dictador chileno, a quien se le atribuyen numerosas muertes (maquiavélicamente justificadas pero política y religiosamente condenadas), ha marcado y resaltado el dominio de los países desarrollados sobre quienes sobrevivimos en el tercer mundo.

El pedido español de extradición del General Pinochet tiene un sentido del humor muy particular, a la pregunta: ¿qué pretendían hacer los españoles (desaparecidos o muertos) en el frutero país del sur?, ¿Acaso intentaban contagiarlos de una epidemia aún peor que la epidemia de la gripe?, ¿O es que pretendían civilizar la ya no tan pagana Sudamérica tal y como lo hicieron en el siglo XVI?. Pensemos por un momento en las posibilidades que tuvo el Imperio Incaico de pedir la extradición del rey Carlos V ante la cámara inglesa de loores para enjuiciarlo por violar los derechos humanos del aborigen que en ese entonces no era aún latinoamericano.

La falta de una legislación universal que reglamente los distintos tipos de penas aplicables como castigos a la violación de los distintos derechos humanos hace imposible el someter a juicio al General chileno en la Madre Patria, aún si existiera esta legislación, el tribunal encargado de llevar el juicio, aplicar el castigo o liberar al acusado, habría de estar conformado por jueces de diversos países y distintos continentes incluyendo o excluyendo América y Europa. Es inconcebible intentar salvaguardar los derechos humanos o castigar su violación interfiriendo maquiavélicamente con los derechos inherentes al General Pinochet.

En mi opinión, sugiero a los hermanos chilenos y exhorto a la comunidad latinoamericana en su totalidad, a evitar la transgresión de nuestra debilitada soberanía, levantando la mano derecha y dejándonos escuchar al unísono de un ¡libertad! Libertad para resolver nuestros propios problemas y enjuiciar a nuestros dictadores si lo consideramos necesario. Por último a los Estados Unidos de Norteamérica, máximo exponente del neoliberalismo y primera potencia mundial, pido con una voz tenue y humilde a modo de simple sugerencia, enfrentar la ola que por años enfrentó y pareció extinta, ola que renace camuflada en reformismos, cuando en el fondo sabemos cae en lo social revolucionario. Junto a quienes trabajan diariamente por un mundo mejor, podemos salvar a la especie de cometer los errores que arrastramos en nuestro pasado y eludir aquellas terribles predicciones que intentan frenar nuestro desarrollo.