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Recuerdo de un Perú Lejano

por

Marcos Málaga Barrera



MMB

Existen muchas maneras de luchar por un país, sobretodo por un país que intenta levantarse del polvo que lo ha ahogado por muchos años. Es un país que intenta permanecer en los corazones de quienes por su bien intentan mejorarlo. Un poeta dijo alguna vez: “Anoche tuve un sueño y desperté llorando, soñé que se moría a mi lado el Perú...”.

Es el continuo esfuerzo de los poetas por despertar el recuerdo de un país hermoso en quienes se olvidan de él. Pero existimos otros, quienes depredamos su belleza y olvidamos que nos dio la vida aún viviendo en él, quienes buscamos nuestro propio futuro utilizando a nuestros hermanos más débiles y nos limitamos a vivir con aquella dulce culpa, que alegra y endulza nuestra egoísta existencia.

Pero no existe mejor manera para acompañar el progreso de un país que surge, que llevarlo en el corazón con cada acto que realicemos, recordar nuestros buenos y malos momentos sobre el suelo patrio con cada movimiento, y nunca avergonzarnos de ser peruanos. Recordando siempre quien nos dio un suelo donde nacer sin pedirnos nada a cambio, soñando y construyendo la utopía del gran Perú, no aquel que construyeron los incas y destruyeron los españoles, el Perú que nace con una raza distinta dueña de todas las virtudes y defectos de las culturas que en algún momento pisaron su sagrado territorio y a manera de poesía desearles un gran futuro en compañía de quienes los aman y el recuerdo de un Perú lejano que espera pronto su regreso, junto a todos sus hijos y con una lágrima en común; la de la alegría de un futuro mejor mezclada con el dolor del olvido.

Pero a veces es difícil sentirse parte de un país en el que la violencia, la corrupción y la malicia de la poca gente que se hace notar en el medio, invaden nuestras mentes para llenarlas de desesperanzas y sacrificar nuestras expectativas por lágrimas que no hacen más que reflejar la triste espera de aquel amanecer que nunca llegará.

En el momento en que nos encontramos con quienes hacen de nuestro país lo que es (y no lo que esperamos que sea) sentimos una profunda impotencia por mejorar la situación de un pueblo que está muriendo.

Día a día, nos ahogamos en el mar de lágrimas que brotan de los ojos de quienes vivieron un tiempo mejor, y no se preocuparon por quienes tomarían las riendas del mundo en el nuevo siglo; gritando y criticando a sus propios hijos pues los culpan de no saber cosas que nunca se preocuparon por enseñarles. Es el problema de quienes piensan ser dueños de la verdad y del poder, pero cuando tu propio hijo te compara con alguien más, y empieza a darse cuenta que no tenías tanto poder como alardeabas, uno comienza a maldecir ciertas situaciones como haber nacido donde se ha nacido.

Y el Perú no espera su rescate, solo finge estar dormido para que no nos demos cuenta de su gran sufrimiento, aquel que causamos nosotros con nuestra indiferencia recordando su belleza sólo un viernes por la noche al ritmo de un vals, con una guitarra de excelente sonido y una perfecta voz, que simulan una realidad triste en un canto que lo es aún más.

Y, sin vendas en los ojos, algún día el Peruano dirá arrepentido: “Es muy tarde ya, todo se acabó y nadie nos previno ni nos enseñó como evitarlo”.

FIN



Correo electronico y criticas al autor: Email bbv-mm@blockbuster.com.pe


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