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Se necesita más que 24 años de matrimonio, siete hijos y un montón de palabras de diez dólares para sacar a un buen detective de sus casillas. En este caso, también se necesita más que un buen compañero.
Maximillian Steven Percival Williams tiene todo de su parte, excepto su nombre, su físico y su voz. Siendo el único heredero de la fortuna de una casa de pinturas, creció en un ambiente amoroso y muy cultural. La escasez de equilibrio fue atenuada por los modales de una sociedad gentil.
En la escuela, Max demostró su talento para la trigonometría, el estudio de la relación entre los ángulos y las trayectorias, lo cual fue muy útil en el tiro de cerbatanas, donde era firme como una roca. Fuera de eso era un mentecato. Durante toda su preparatoria su apodo fue Twitch (Estirón). Lo odiaba y lo provocaba cada vez más.

Por fin tuvo suficiente. Era tiempo de adoptar una posición. Durante el periodo de elecciones para presidente estudiantil, el póster que más llamó la atención fue el que decía: “Twitch Williams para presidente”. Había decidido vivir con el apodo y utilizarlo para sus propios fines. La tensión se había roto. Ganó fácilmente. Los semestres que faltaban fueron tranquilos.
Llegó la noche de graduación. Estaba listo, pues iba a ser su noche y todo iba bien hasta que se paró en la pista de baile. Su torpeza blanca para bailar atrajo a mucha gente. ¿Qué caso tenía seguir? Pero aún así, se dio cuenta de que muchos ni siquiera hacían el intento. Con la aprobación de la gente, fue por la chica más bonita que encontró y la sacó a baliar. Helen y Twitch fueron nombrados reina y rey por todos. Se casaron tres semanas después de la graduación.

En Harvard, sus altas calificaciones en los exámenes lo llevaron hasta su grado de Maestro de Ciencias Aplicadas. Comenzó su carrera como un gran matemático, pero repentinamente decidió cambiar a Ciencias Criminales. En lugar de salirse del terreno, donde aún era un debilucho, decidió estar cerca de las armas que amaba, exentando todas sus materias. Sus padres se alarmaron. Le rogaron y suplicaron, y finalmente lo desheredaron. Su esposa y su creciente familia aplaudieron su decisión de dar algo al mundo.
Después de su graduación universitaria, Max se mudó de Boston a Nueva York, donde fue aceptado en la fuerza policíaca y se convirtió en detective. Hizo equipo con Sam Burke desde el principio, y aún siguen siendo compañeros. Burke fue durante cuatro años su segundo, pero ha tomado su trabajo fuertemente; se ha ganado su respeto y el título de “señor”. Max ve los abusos de Burke con un atolondrado detalle. El joven hombre llena el lugar del exótico hermano mayor que Max nunca tuvo.
Feliz y rodeado de su esposa y sus hijos, viviendo en modestas circunstancias y haciendo el trabajo que le gusta, Max está seguro de que por fin dejó su vida de nerd atrás. Una vez que burke contestó el teléfono, la llamada era para invitar a Max a una reunión de ex alumnos. Preguntaron por Twitch Williams. Desde entonces se le quedó el apodo.