


En
lo único en lo que todos los historiadores parecen ponerse
de acuerdo, que no es poco, es en la genialidad de Alejandro
III El Grande como estratega, en que contribuyó a difundir
el mundo helenístico, que es una de las figuras más
apasionantes de estudiar y que su imperio al morir, a los 32
años, era de los más grandes que se han conocido:
desde Macedonia y Grecia hasta las tierras bañadas por
el Indo y Egipto.
Nació
en agosto de 356 A.C., heredero de Macedonia, del caracter batallador
de su padre Filipo, de la pasión de su madre Olimpia
y fue educado por Aristóteles en los valores griegos.
Durante este periodo de formación se estrechó
su relación con los hombres que después serían
sus más fieles generales: Hefestión, Clito, Filotas,
Perdicas... alguno de ellos moriría durante la conquista
del imperio persa a manos del propio Alejandro (a Clito lo mató
durante una fiesta, al criticarle por haberse igualado a los
dioses,
aunque al día siguiente mostró
gran arrepentimiento por su impulsivo acto y estuvo tres días
si comer ni beber) y otros, como Filotas y su padre, el también
general Parmenión, por haber ocultado una conjura contra
Alejandro tras su victoria en Asia.
Tras
la muerte de Filipo, Alejandro consolida las fronteras del norte
y su posición en Grecia. En Tebas, que se había
sublevado contra él, decidió dar un ejemplo y
arrasó la ciudad. Después se dirige a su verdadero
objetivo: acabar con el imperio persa, gobernado por Darío
III Codomano, a cuyos ejércitos derrotó en las
batallas de Gránico e Issos, para después dirigirse
a Egipto, donde fue recibido como un libertador
del yugo persa, y se le tributaron honores de dios. En
poco más de 10 años se hizo con todos los territorios
persas, y más, llegando hasta las tierras del río
Indo, donde derrotó en pelea personal al rey Poro. Durante
este tiempo, fue reforzando sus ejércitos con nuevas
tropas persas.
La intención
de Alejandro fue seguir conquistando nuevos territorios que
añadir a los 4.800 (de Este a Oeste) que ya tenía
bajo su dominio, pero el ejército y sus generales estaban
ya cansados de pelear tan lejos de sus casas macedonias y griegas,
y Alejandro decidió volver por el suroeste asiático.
En
junio de 323 A.C. Alejandro muere en Babilonia, sin que se haya
podido determinar si debido a un envenenamiento o por enfermedad
natural (algunos historiadores apuestan por la malaria o la
leucemia).
Al
morir sin herederos, sus generales se dividieron su imperio,
que se fue disgregando, aunque se difundió por todo el
mundo conocido entonces la civilización helénica.
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Uno
de los mayores conquistadores de todos los tiempos, al que
sólo frenaron sus propios soldados y la muerte, porque
cuando Alejandro salió de Macedonia probablemente lo
hizo con la intención de no volver nunca más,
y dedicarse durante toda la vida a avanzar por los territorios
conocidos y desconocidos, conquistándolos.

El
imperio de Alejandro El Grande tenía 4.800 kilómetros
de oeste a este, que se dividió entre sus principales
generales, lo que supuso el fin del sueño del macedonio
pero permitió la extensión del modo de vida
helenístico a gran parte del mundo conocido.
Filipo
legó a su hijo Macedonia y el control de la liga helénica.
Alejandro cruzó el Helesponto y se hizo con el control
de la parte occidental del imperio persa para llegar hasta
Egipto, donde se alió con el poder sacerdotal, adorando
sus dioses y convirtiéndose en faraón. Tras
la batalla de Gaugamela accedió al resto del imperio
persa: Mesopotamia, Armenia, Hircania, Partia... incluyendo
las tres
capitales: Babilonia, Susa y Persépolis. Hacia el final
de su campaña llegó a los territorios más
alejados, Bactria y Sogdiana. Alejandro, con el fin de atraerse
a sus nuevos súbditos, adoptó costumbres persas,
y mandó celebrar una boda multitudinaria entre sus
oficiales y nobles persas. El malestar de su ejército,
que deseaba la vuelta al hogar, le forzó a frenarse
en las orillas del Indo, donde aún venció al
gigantesco rey Poro en combate personal. Lo que iba a ser
el retorno a Macedonia, interrumpido por la muerte de Alejandro,
se produjo por la parte sur del imperio, de forma casi paralela
al Océano Índico.

De
las batallas en las que venció Alejandro, además
de numerosos asedios a ciudades, hay tres que conviene destacar,
porque supusieron el fin del dominio persa: se trata de las
del Gránico, con la que entró en Asia pisando
fuerte, la de Issos, con una derrota espectacular de los persas,
y la de Gaugamela, la definitiva victoria del macedonio.
El
ejército macedonio tenía dos elementos decisivos
para las victorias, por un lado la falange reformada por Filipo
armados con sarissas (picas) de cinco metros que ejercían
el efecto de un yunque contra el que aplastar al enemigo.
El martillo lo constituían los escuadrones de hetairoi
(compañeros), la caballería pesada, que solía
comandar el propio Alejandro, montado sobre Bucéfalo.
GRÁNICO:
Tuvo lugar en el río Gránico en el 334 a.C.
Alejandro llevó a Grecia 32.000
infantes y
unos 5.000 jinetes, aunque probablemente
al enfrentarse a los persas después de cruzar el Helesponto
no tuviera todas sus tropas.
En cuanto a las fuerzas persas, las cifras varían según
las fuentes entre los 15.000 y los 600.000 persas... Algunos
historiadores actuales se inclinan por pensar que se enfrentaron
18.000 macedonios a 20.000 persas, comandados por los sátrapas
(gobernadores de cada una de las 20 satrapías en que
se dividía el imperio persa) de la zona.
Alejandro
llegó con sus tropas al Gránico, río
poco profundo y de algo más de diez metros de ancho.
Los persas esperaban en la otra orilla, con su caballería
en vanguardia y la falange griega mercenaria detrás.
Mientras
la falange (en el centro de las líneas macedonias)
se preparaba para cruzar el río y la caballería
frenaba a los persas, Alejandro y los "compañeros"
atacaron por la derecha. En estos momentos intensos de la
batalla, El rey macedonio quedó descubierto frente
a uno de sus enemigos, pero la oportuna intervención
de su general Clito, apodado "El Negro", le salvó
la vida. El ejército macedonio arrasó
al asiático y cercó a la falange griega mercenaria
de los persas, que fue masacrada.
ISSOS:
Alejandro prosigue por Asia y en la Gordio deshace el famoso
nudo por un método expeditivo: cortarlo. Poco después
se presentará una de las más duras y decisivas
batallas de la historia. Tras el Gránico, Darío
III decidió reunir un gran ejército que frenase
al macedonio. Éste esperaba que el ejército
persa se presentara atravesando las Puertas Sirias, y dejó
en la ciudad de Issos a los heridos, mientras avanzaba hacia
el encuentro. Pero el ejército de Darío traspasó
las montañas por un paso que Alejandro desconocía,
las Puertas Amanníes, situándose a sus espaldas,
lo que le obligó a retroceder. Los persas, que no eran
precisamente cascos azules de la ONU, se ensañaron
con los heridos y enfermos de Issos, antes de ir a enfrentarse
a los macedonios, en el río Píramo.
Alejandro
contaba con unos 50.000 soldados en total (incluídos
griegos y macedonios), y las tropas persas ascendían
(según algunas fuentes) hasta los 200.000 hombres,
entre ellos mercenarios griegos y su cuerpo de élite,
los Diez Mil Inmortales, pero su superioridad numérica
no sirvió. La caballería persa se adelantó
al resto de las tropas por el flanco derecho, donde fue frenada
y vencida.
Los
macedonios realizaron una serie de maniobras concéntricas,
más que envolventes, que permitieron a su rey llegar
al encuentro del mismísimo Darío. El hasta entonces
rey persa emprendió la huida, perseguido por Alejandro,
quien no le dio alcance.
GAUGAMELA:
Derrotado Darío, Alejandro se
dirige hacia Egipto. Tiro sufre un duro asedio y derrota.
En las tierras del Nilo es recibido como un libertador, se
nombra faraón y funda la primera y más famosa
ciudad con su nombre: Alejandría. Una vez controladas
las tierras del Oeste del imperio persa, se dirige hacia el
enfrentamiento definitivo con Darío, en el año
331 a.C. En este segundo encuentro entre los dos monarcas,
los persas vuelven a llevarse la peor parte, pero en esta
ocasión, durante su huída, Darío es asesinado
por sus propios nobles. Alejandro se convierte así
en el soberano de tantos territorios asiáticos como
es capaz de recorrer.

Hay
referencias literarias para todos los gustos sobre Alejandro
el Grande o Alejandro Magno.
Las
fuentes clásicas más utilizadas, sin olvidar
los textos de Quinto Curcio, Clitarco o Aristóbulo,
son:
-
Anábasis, de Flavio Arriano.
-
Vida de Alejandro, de Diodoro Sículo.
La
novela histórica de los últimos tiempos no ha
olvidado al rey macedonio, y nos ofrecen versiones muy distintas
de Alejandro, más o menos alejadas de lo que sabemos
de su vida:
-
Alejandro Magno, de Mary Renault.
-
Aléxander, de Valerio Massimo Manfredi. Es una
trilogía.
Para
estudios más sesudos:
-
Alejandro Magno. Rey, general y estadista, de N.G.L.
Hammond.
-
Las guerras de los griegos clásicos, de Hanson
(no sé si está disponible en español).
En
Internet es posible encontrar miles de páginas. He
aquí unos ejemplos:
fnino.eresmas.com/
members.nbci.com/gguerreros/pres.htm
http://www.oocities.org/~makedonija/alex.html
Se trata de una página nacionalista macedonia, en inglés.
La
estrella de 16 puntas es el símbolo de la dinastía
argeada, a la que perteneció Alejandro. Ella y el famoso
caballo Bucéfalo son dos de los elementos inseparables
del macedonio.
Al
independizarse en los últimos tiempos Macedonia de
la República Yugoslava, pretendió utilizar la
estrella en su bandera, pero se opuso Grecia, ya que parte
de los territorios de la antigua Macedonia forman parte actualmente
de Grecia.
 
Alejandro
era hijo de Filipo II y de Olimpia, princesa de Épiro.
Durante su infancia, Filipo fue llevado como rehén
a Tebas, de donde tomó probablemente las ideas que
le sirvieron para reformar el ejército macedonio, convirtiéndole
en el mejor de su época, con la reestructuración
de la falange, permitiéndole conseguir la hegemonía
de Grecia. Pero
su sueño más importante, el que legó
a Alejandro, fue la derrota de los persas, que habían
vencido hasta entonces siempre a los helenos. Filipo dio a
su hijo una educación que combinaba el ardor guerrero
de los macedonios con una esmerada cultura griega a cargo
de Aristóteles. Durante
la boda de una de sus hijas, Filipo fue asesinado por un noble
llamado Pausanias.
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