CAPITALIZACIÓN DEL TRABAJOCualquier encuesta de opinión que se haga y se han hecho muchas
ya ubica el tema del desempleo como aquél que requiere la solución más urgente de parte
de los gobernantes. La creación de puestos de trabajo viene siendo abordada por los
partidos y movimientos políticos, generalmente de manera demagógica. No hay mayor
creatividad ni sustento técnico en las propuestas. Abunda, por el contrario, el
populismo, la promesa electorera fácil. Sin ser entendidos en Economía, todos sabemos que la creación de puestos de trabajo se sustenta en la inversión que se realice. La pregunta es: ¿quién puede invertir hoy? ¿Las multinacionales extranjeras, acaso? Esa posibilidad aparece bastante remota en las actuales circunstancias. El capitalista extranjero no arriesga así nomás sus capitales. Exige reglas claras, y saca su calculadora para hacer números. A ellos les interesa que se les asegure marcos estables para cautelar su inversión. Lo triste es que sus fondos se canalizan a través de los medios tradicionales, favoreciendo la rentabilidad de ese sector económico privilegiado que representa apenas el 8 por ciento de la PEA del país. Nos referimos a la burguesía tradicional, siempre rentista, nunca nacionalista, siempre dispuestos a hacerse ricos en el plazo más corto. Siempre con el ánimo de ostentar su riqueza, olvidándose del país y del futuro. No han faltado quienes han hablado sobre "seguros de desempleo", con el fin de proteger al trabajador que ha perdido su puesto de trabajo, brindándole algún medio económico -al menos transitorio- hasta que consiga uno nuevo. Qué bueno es decirlo. Todos estaríamos de acuerdo, seguramente. Pero lo que no se dice es de dónde van a salir estos recursos. Probablemente muchos apuntarán a la inversión del Estado. No olvidemos, sin embargo, que luego del festín que los gobernantes se han dado en estos últimos años con las arcas del Estado, realmente no ha quedado mucho en caja. Una vez más nos damos de narices con la cruda realidad. Datos sobre empleoLos índices de trabajo en Lima Metropolitana 1999
El 46.8% de la población no tiene trabajo fijo, es decir, la mayoría de la gente no cuenta con ingresos que de manera alguna le puedan deparar un futuro promisorio. Seamos serios y realistas: dada la magnitud del problema, ninguna propuesta simplista podría solucionarlo de la noche a la mañana. No todo es crítica, dirán algunos irónicos, pero certeros analistas. Y es que mal que bien los últimos gobiernos peruanos, han tenido el "mérito" de propiciar empleo. ¿De qué manera? Pues, como consecuencia de tan pésimas gestiones gubernativas, se han generado nada menos que dos millones de puestos de trabajo y relativamente bien remunerados... pero en el extranjero. Trabajo conseguido por peruanos que tuvieron que emigrar los últimos años del país para buscar las vías de su desarrollo lejos de la Patria. Trabajo que ha permitido mantener económicamente a las familias del Perú, y de manera indirecta a muchos allegados a éstas. Si es cierto -como se asegura- que en promedio una persona que trabaja en el extranjero remesa 500 dólares mensuales, concluimos que de por sí este ingreso representa el más importante con que cuenta el país.
Oferta de trabajo en el exteriorLos países industrializados, qué duda cabe, viven una realidad diametralmente distinta a la nuestra. Ellos requieren de inmigrantes para que laboren en sus tierras. Se trata de sociedades maduras, que están "envejeciendo" en términos relativos, donde el índice de crecimiento de la natalidad es negativo, donde las escuelas cierran en algunos casos por falta de alumnos, donde las fábricas cierran por falta de personal, y las multinacionales no pueden abrir más sucursales pues carecen de planillas de trabajadores. Se estima, en cifras gruesas, que Europa requiere un millón de inmigrantes anualmente; el Japón, 647,000; Canadá, 200,000; otro tanto en Australia, y en más países. Son datos que se han tomado, como sustento, de los siguientes artículos que les invitamos a verificar Notas de Prensa
En la actualidad en Europa se apuesta por una inmigración controlada mediante convenios bilaterales que se celebren con distintos países. Por cierto, el Perú no figura en esta lista porque no se ha planteado seriamente asumir esta política de migración. Como hemos visto, las condiciones están sembradas para que promovamos la exportación de capital de trabajo, por medio de la suscripción de contratos regulares; política que permitiría en el corto plazo aumentar las divisas del país -vía la remesa de fondos del exterior- que servirían para procurar la satisfacción de las demandas vitales: alimentación, salud, educación y bienestar de las próximas generaciones. No es una exageración, es una realidad: Quienes pertenecen a las clases 60 y 70 en el país, prácticamente ya no cuentan con opción real de mejoría. Hay que pensar desde ahora en las futuras generaciones. Por lo demás, así lo piensa uno de cada dos peruanos, que quiere emigrar. Y, por supuesto, los dos millones que ya se han ido. Cifras comparativasUn padre de familia, con cuatro componentes del hogar a su cargo,
puede vivir acaso con un ingreso mensual equivalente a poco más de 100 dólares. ¡Qué
trabajo le puede esperar en un futuro inmediato! ¿No podría acaso emigrar y al final de
cada mes enviar una remesa de 500 dólares para la manutención de su familia? Trabajo, simplemente, no hay. Muy a pesar incluso de que el peruano es un trabajador bastante bien cotizado en el exterior. Justamente por esa creatividad tan natural de que hace gala para sobreponerse a condiciones realmente críticas. El trabajador peruano ha aprendido a convivir con la inflación, con la recesión, con el empleo informal, con un contexto de marginación y de corrupción. El peruano es hábil. Todos así lo reconocen. Se adapta a todos los contextos y está hecho para vencer adversidades. Ha heredado la terquedad y el empeño de sus antepasados, y a ello le suma el ingenio criollo para improvisar y producir. Es, realmente, un trabajador de lujo para estos tiempos. Podemos añadir que existe un interés particular de parte de países europeos, como Italia y España, en privilegiar la contratación de trabajadores provenientes de países de tradición cristiana, tales como Filipinas y los países sudamericanos; pues se adaptan más fácilmente a sus sociedades, a despecho en ese sentido, por ejemplo, de masiva inmigración de habitantes de países musulmanes. PROGRAMA HOY POR TI ... MAÑANA POR EL PERÚLa inmigración que las sociedades de países industrializados podría alentar no es una que sea desordenada. Obviamente está sujeta a algunas condiciones. No es difícil imaginar que estos países que han alcanzado estabilidad en sus instituciones de convivencia social quieran preservar ese estatus alcanzado. Para ellos, una inmigración incontrolada podría derivar en fenómenos sociales indeseables, tales como el brote de la pobreza en los inmigrantes que a su vez los pudiera inducir a la vida marginal, a la comisión de delitos, a la delincuencia finalmente. Ante esto, las autoridades de países extranjeros han optado por la repatriación de los ilegales a sus países de origen, lo cual conlleva un costo que nadie quiere asumir. El Perú, por medio de la decidida iniciativa de sus Consulados debe persuadir a los países receptores que cada inmigrante que éste acoge constituye un beneficio para ambas naciones; garantizándole la repatriación de ellos en el caso de que se comprobara lo contrario. Para ello, preguntémonos ahora de qué manera el Perú podría asumir los costos económicos de una repatriación. Veamos. Cada inmigrante que viaja al exterior lo hace tras adquirir un pasaje de ida y vuelta. Un pasaje de vuelta que sabe que no se va a utilizar, significando de esa manera un injusto beneficio a favor de las líneas aéreas. Se podría acordar con ellas asumir las moras que fueran necesarias y hacer válido el pasaje de regreso inutilizado.
Otro problema relacionado con los países receptores y su aceptación de inmigrantes, está referido a la proliferación del trabajo "en negro", al margen del control laboral y tributario. Por tal razón, estos países receptores dejan de percibir los impuestos y contribuciones de ley, afectando su recaudación. Por eso el camino debe darse con una política de inmigración por medio de contratos regulares, que le permitan en algún momento convalidar el tiempo prestado en otro país para efectos de garantizar su jubilación posterior. A la actual generación en Europa se le viene el problema de no contar con el número de trabajadores regulares que sostengan el pago de las próximas jubilaciones. Un jubilado, para contar con los fondos que le garanticen una pensión, requiere de la aportación de 10 trabajadores activos. Si recordamos el panorama de escasez de demanda laboral, es probable que en los próximos años, si tal situación no cambia, lleguen a tener una correspondencia de apenas 4 jubilados por un solo trabajador. ¿Cómo podrían hacerlo? Si es bien sabido que estas sociedades no tienen tasas de natalidad altas. La presencia de trabajadores peruanos en el mercado laboral de esos países puede contribuir para superar los problemas que hemos visto. Por eso no creemos que a alguno de tales países no le llegara a interesar este acuerdo. |
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