DE PÉRDIDAS Y ENCUENTROS


Quizá perdí mi juventud, quizá
perdí amaneceres increíbles.
Quizá perdí otras cosas, pero tengo
la sal ardiente de tus labios.
Una infancia perdí, quizá un deseo
de una luz entre pinos y el mar puro.
Perdí el cielo del sur, pero ahora tengo
la sal y el fuego de tus labios.
Sí, perdí mi pueblo,  donde el tiempo
no parecía existir sino soñando.
Unos sueños perdí, pero te tengo
y contigo a tus labios.
¿Perdí a Dios? Una noche sentí oscura
la soledad, la muerte entre los brazos.
Y helado el corazón. Más luego tuve
la honda caricia de tus labios.
Ya no estaré más sólo.
Quiera el mundo
herir con frío o con puñal mi alma.
Ya no estaré más solo porque tengo
la compañía de tus labios.

LA PAYADA DE LA SEMANA

Una semana complicada para el payador. En búsqueda del tiempo perdido se encuentra con que le faltan horas ...

Nada cambia en la Argentina,
siempre la misma milonga.
El político se entonga
y su tarea es cochina.
Hoy yo canto sin inquina
pero buscando revancha.
He de salir a la cancha,
a pelear a los rivales,
autores de nuestros males
los tapará la avalancha.

Y le pido por favor
que guarde la cacerola.
No sea más rompe bola
ahora juegue por su honor.
Ha jugarse con valor
para cambiar esta historia.
No sea más zanahoria
y métase en el  partido.
Hay que sacar al podrido
y caminar a la gloria.

Que se vayan, es una frase,
que ya no tiene vigencia.
Use Ud. la inteligencia
no deje que el tiempo pase.
Es un tiempo el que nace
de valientes militantes.
No crea en los diletantes
que solo hacen perradas.
Hay que echarlos a patadas
con lucha perseverante.

La cuestión no es sencilla
pero es tiempo de luchar
y después hay que ocupar
para siempre esa silla.

Arde tu cuerpo.

El mar es como un niño consentido:
sobre la arena arroja a las gaviotas
y echa a rodar entre las olas rotas
los últimos recuerdos del olvido.
Arrastra ya el verano, malherido,
la desesperación de las derrotas.
Flota la luna en el poniente. Flotas
sobre mi corazón atardecido.
En el rincón más fiel de la bahía
arde tu cuerpo entre mis manos, mientras
escupe el mar sus besos y sus babas.
Baten las grandes olas mi agonía
y, a su compás, me buscas y me encuentras.
Y eres tú, no las olas, quien me acabas.

Huelen a ti las sábanas

Huelen a ti las sábanas, amor, y todavía
está tu libro abierto encima de la mesa
y hay ropa por el suelo y discos y tabaco.
Aunque aquí ya nos estés,
mi cuerpo aún te busca.
Y en este fingimiento de abrazarte,
en la almohada,
persigo tu recuerdo, tu delgada cintura.
Por suerte no es un sueño y quizá en el baño mi cepillo me espere,
húmedo de tu boca,
o toallas que secaron tu pelo.
Huelen a ti las sábanas.
El barrio se despierta.
Hay voces en la calle y luz tras la persiana.
El sol debe estar alto.
Qué corta fue la noche.


EL ELEGIDO

Finalmente fui elegido,
han decidido promocionarme.
La fe inagotable en los humildes.
El compromiso con las causas justas.
La inalterable vocación de paz.
La esperanza de un país con espacio para todos.
Esos fueron los aspectos evaluados.

Mis amigos y enemigos han enviado flores.
El suceso fue destacado en la prensa nacional.
El presidente le ha dedicado dos frases sueltas.
El clero se ha manifestado.
Finalmente fui elegido.

Mi nombre aparece en la lista
de miles de argentinos
asesinados en nombre del orden
por ese monstruo militar
que se abrogó el papel de árbitro
de nuestra existencia.

1  2  3   5   6  7  8   9  10  12  13  14  15  16  17  18  19  20  21  22  23  24  25  26 27 28  29  30