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De repente, la tregua con el viento terminó. Frío e impiadoso, los golpeaba con dureza. " Se puso imposible - dijo Leandro . No podemos estar más en la playa. Te invito a tomar un café a casa.... No estoy tan lejos y tengo el hogar encendido ". Ella asintió en silencio y juntos emprendieron la marcha. Leandro se sacó la campera y la colocó sobre los hombros de Luciana . Ella sonrío y le tendió la mano: " Bueno .... Ya que sos mi guía ... Llévame ". Cuando estaban llegando a la casa, Luciana dijo : " Es esa ... Allí vivís vos ..... Lo se " . Se apresuraron a entrar, estaban aturdidos. Cada uno tenía sus motivos. Se sentaron sobre la alfombra, justo frente al fuego que atizó Leandro. Se fueron descubriendo y sorprendiendo en cada diálogo. Cuando hablaron de la soledad, Luciana fue terminante : " A la soledad hay que desafiarla ... Porque nos atrapa y no nos deja más . A mi me gusta volar, como los fantasmas... Y cruzar las puertas aunque estén cerradas " . Leandro se levantó y llegó hasta la ventana que da al bosque. El de las grandes luchas de don Carlos Gesell. Cada vez que lo hacía se reconfortaba. " Si el viejo, con su lucha inclaudicable, logró transformar el desierto en este paraíso ... Yo puedo hacer lo mismo con mi vida ". Luciana se acercó a el y lo miró profundamente a los ojos. " Hay cosas que son inevitables. Tiene que pasar o pasar. Los límites son muchas veces barreras infranqueables que nos ponemos nosotros... Benedetti dijo " Nos pasamos toda la vida, soñando con deseos incumplidos, recordando cicatrices, construyendo artificial y mentirosamente lo que pudiera haber sido; constantemente nos estamos frenando, conteniendo, constantemente estamos engañando y engañándonos, cada vez somos menos verdaderos, más hipócritas; cada vez tenemos más vergüenza de nuestra verdad; por qué entonces no puedo hacer posible tu minuto feliz; además tengo curiosidad, lo reconozco, por saber si no podrá ser también mi propio minuto feliz; a lo mejor es el de ambos " Leandro se dio cuenta que era verdad. El compartía los términos de Benedetti en " Gracias por el fuego " Y recordando algo más del texto aprehendido en noches de soledad le dijo : " ¿Cómo podemos ser tan torpes, que hasta ahora le hayamos estado ofreciendo a la muerte, ésta ventaja gratuita del escrúpulo?. " No hubo necesidad de hablar más. Ambos comprendieron que ese era su minuto. No importaba si después vendrían más. Y se amaron con la urgencia de aquellos que se buscaron incesantemente durante años, pero con las paz de los que saben que ese peregrinar terminó. Subieron a cimas nunca jamás alcanzadas. Se codearon con los ángeles. Se sintieron castos e impúdicos. Reconocieron sus olores. Sus alientos se confundían y se les metían dentro. Esa noche la pasaron juntos. Hicieron el amor hasta quedar exhaustos. Sin promesas. Tomando cada minuto como si fuera el primero y el último de sus vidas. Poco antes de la hora que el sol aparece en el horizonte marino y las gaviotas comiencen su vuelo, Leandro fue a la playa. Sentado en lo más alto del médano que está frente al Chalé Histórico, esperó que el milagro diario se produjera. Mientras tanto, encendió un cigarrillo. No pude evitar el análisis de los hechos. El la noche. Luciana, el amanecer. Cuando las siluetas de los árboles dejaron de ser meras sombras, volvió a la casa. Entró a la habitación y se sentó en el borde de la cama, mirando a Luciana que dormía profundamente. " Volverá a ser libre el vuelo de tu corazón viajero ... desataré el nudo que se hacen mis palabras. Con el alma llena de dolor te pediré que te vayas de mi.. No puede ser ..." Allí mismo tomó un papel y escribió un poema:
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