Una estética de la positividad |
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Roberto Borghi
Estoy plenamente convencido que la separación entre ‘artístico’ y ‘estético’ actuada por las vangüardias históricas haya hecho su tiempo. Además porque, si nos dedicamos al sentido más profundo de los términos, tal escisión no ha ocurrido del todo. Lo que es ‘estético’, etimologicamente, no es otra cosa que aquello que se atiene a la percepción - aisthanomai, en griego antigüo, corresponde al español percibir – y ¿no es sobre la absoluta relatividad y al mismo tiempo, sobre la extraordinaria importancia de la percepción que se han concentrado todos los estudios artísticos de los últimos decenios? Si utilizo el término ‘estética’ para designar el trabajo de Antonella Prota Giurleo lo hago optando por dicho significado originario, pero también por aquella que comunmente le pertenece. Hay por tanto una buena dosis de belleza explicita en muchas de las obras de esta artista: una belleza explicita, pero en absoluto ostentada; una belleza, en un cierto sentido, también canónica, che concierne a los cánones, de normas consolidadas. La versión del ‘bello’ que distingo en los trabajos de Antonella Prota Giurleo es, con todos los ajustes del caso, aquella del ’armonioso’. No se trata en conclusión de la visión de la ‘belleza como armonía’ de pitagórica memoria, sino de una variante subjetiva, peculiarmente focalizada sobre el papel del espectro cromático, sobre su sintonía, sobre su correspondencia armónica con los aspectos más preciosos de la realidad. La exaltación del color como dimensión vital – es más, como transcripción de la vida misma, de sus múltiples esfumaturas emotivas – en las más recientes obras de esta artita se representa una especie de leitmotiv perfectamente resumido por "Il testamento di Maria Helena Vieira da Silva": el texto de la pintora portuguesa que viene leido, con modalidades opuestas, durante tales performance instituye de hecho una serie de correspondencias entre tonalidades cromáticas y actitudes existenciales positivas, entre colores y valores. La visión del ‘bello como armonía’ clasicamente entendida se ha regido siempre sobre el binomio indisoluble entre ‘bello y bueno’. En griego antigüo esta pareja de adjetivos formaba una única palabra, tanto se sentía la coincidencia entre el elemento estético y el ético. En las obras de Antonella Prota Giurleo encontramos también este canón, con una variación – no sólo – lingüistica: el ‘bueno’ se entiende en el sentido del ‘positivo’. También esta vez utilizo el término sea en el sentido literal que en el metafórico. Algunos trabajos de Antonella Prota Giurleo emanan respuestas afirmativas – es decir literalmente positivas – a peticiones o interrogaciones formuladas por la artista misma: es este el caso de la composición "Il bucato", compuesta por múltiples telas pintadas con los colores indicados por las personas a las cuales se les ha preguntado "Si tu fueras un color, cuál serías?". Pero más en general la positividad a la cual hacen referencia todas las obras de esta artista coincide con el deseo de valorizar los aspectos alegres de la existencia, o de cualquier modo contrastar aquellos negativos a través del arte. La armonía contempla al proprio interno una tensión unitaria, un ansia de conjunción entre variados aspectos del real. Encuentro esta misma tensión en las obras de Antonella Prota Giurleo. En "Cultura di pace" ésta concierne los diferentes pueblos de la tierra, todos unidos por un pasado de guerra que podría no repetirse sólo gracias a una condividida ‘cultura de paz’, apunto. En "Ciao bambine, ciao bambini" a reunirse idealmente con su memoria son los niños muertos en tierna edad o jamás nacidos, figuras que pertenecen al pasado, o quizas sólo al deseo, a quien la concretización del recuerdo, hecha posible por el arte, ofrece un obsequio. En la performance "El hilo" la tensión unitaria atraviesa a las mujeres, unidas por un pasado de discriminación y hostilidad que puede ser interrumpido sólo realizando una continuidad de la condivisión. La armonía crea unidad no anulando las diferencias, sino generando una sintonía que atraviesa y une múltiples fragmentos del real. Quizás lo que metaforiza más eficazmente esta dinámica es proprio el hilo, un objeto que en el recorrido artístico de Antonella Prota Giurleo está presente en modo constante. El hilo como instrumento de trabajo tipicamente femenino: el de tejer, de trenjar elementos heterogéneos pero hacerlos indistinguibles. El subrayar la feminilidad de esta acción no es para nada pleonástica: sobre todo porque el trabajo de Antonella Prota Giurleo focaliza esta especificidad creativa del ser mujer; ya que los términos en los cuales se basa este texto, por una coincidencia que es arduo retener casual, son todos de género femenino: ‘estética’, ‘positividad’, ‘armonía’ y no es el caso de olvidarlo, también ‘arte’.
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