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Historia de los Imperios: Antiguos y Modernos: Brasil
Brasil Estado de América del Sur; 8.511.819 km2, 146.917.459 hab.
Cap. Brasília. Limita con todos los Estados del continente
suramericano, excepto con Ecuador y Chile: al N con Colombia,
Venezuela y las Guayanas; al O con Perú y Bolivia; al S con Paraguay;
y al SE con Argentina y Uruguay. Al N y E, sus costas (7.400 km de
long.) están bañadas por el océano Atlántico.
• GEOGRAFÍA. Geografía física. Brasil, que ocupa casi la mitad de
Sudamérica (47 %), es el primer Estado en extensión de América Latina
y el quinto del mundo (sólo superado por Rusia, Canadá, China y EE
UU). El relieve brasileño no comprende tramo alguno de los Andes,
como tampoco ningún otro relieve de gran altitud: así, su cumbre más
alta, el pico de Bandeira (sierra de Mantiqueira), tan sólo alcanza
los 2.890 m. Con un paisaje integrado fundamentalmente por llanuras y
mesetas, Brasil se divide en dos grandes unidades: al N, la extensa
cuenca fluvial del Amazonas, la mayor del mundo (7.050.000 km2), que
capta las aguas de los Andes, avena el macizo de las Guayanas y la
meseta Brasileña, a través de más de 1.000 afluentes (Madeira,
Japurá, Purus, Ucayali, Tapajós, Xingu, río Negro, río Branco) y se
halla dominada por una selva tropical hoy en proceso de deforestación
; y al S, el macizo Brasileño, formado por un conjunto de mesetas
(las chapadas del Mato Grosso, Goiás) que descienden gradualmente
hacia la cuenca del Paraná, si bien también posee algunos escarpes
montañosos junto al estrecho litoral (sierras de Mantiqueira y
Espinhaço). Además del sistema del Amazonas (el principal río
americano, con 6.280 km de long. desde el Ucayali) destacan los ríos
San Francisco, Paraná y Tocantins (con su afl., el Araguaia). El
clima del país es tropical, húmedo en la región litoral y más seco
hacia el interior, en particular hacia el NE, donde prolifera la
caatinga, maleza típica compuesta de espinas.
• Geografía humana. Brasil ocupa, en la actualidad, el quinto lugar
en el mundo por número de habitantes, por detrás de China, la India,
EE UU, Indonesia y Rusia. Aunque mantiene un notable crecimiento
demográfico (1,9 %), su ritmo ha tenido una tendencia decreciente en
las últimas décadas. La población se distribuye de manera desigual: a
las concentraciones del litoral (un 90 % de los habitantes del país
se concentra en los estados atlánticos) se contrapone la escasa
ocupación de las zonas del interior (menos de 1 hab./km2 en la
Amazonia occidental). El área de 899mayor concentración humana es el
sudeste del país (triángulo Belo Horizonte-Río de Janeiro-São Paulo),
con una densidad media de unos 70 hab./km2 y con la máxima
interestatal (293) en el estado de Río de Janeiro; asimismo, es el
área que presenta un mayor índice de urbanización y de inmigración
(procedente de un nordeste deprimido), en un país que en las últimas
décadas ha visto cómo se incrementaba rápidamente su población urbana
(del 56 % en 1970 al 76,9 % actual). Destacan las grandes
aglomeraciones de São Paulo (9.626.880 hab.) y Río de Janeiro
(5.473.346), seguidas de ciudades tan populosas como Belo Horizonte y
Salvador (con más de 2.000.000 de hab.), Porto Alegre, Recife,
Fortaleza, Belém y Manaus, junto a otras de reciente expansión (la
cap., Brasília, o Nova Iguaçu), que superan, en algún caso
ampliamente, el millón de habitantes.
• Geografía económica. Pese a lo ilimitado de su potencial y aunque
se trate de la décima economía del mundo, Brasil continúa siendo un
país en vías de desarrollo. Diversas circunstancias explican este
hecho: la extrema pobreza de una parte del territorio (opulencia de
Río de Janeiro y acentuada miseria del NE), que refleja la gran
desigualdad existente en la distribución de la renta; el predominio
del latifundismo agrario (las explotaciones de más de 1.000 ha, que
suponen menos del 1 % de las propiedades, se reparten un 40 % de la
superf. cultivada), con lo que representa de grave obstáculo para la
reforma del campo; y por último, un factor fundamental: los intereses
comerciales y financieros de las grandes multinacionales (el
neocolonialismo norteamericano, alemán y japonés), que continúan
dominando de hecho la estructura económica brasileña. La actividad
industrial, que conoció su auge entre 1967 y 1974 (el llamado
«milagro económico») aparece hoy bastante diversificada (ind. química
, alimentaria, siderometalúrgica, de material de transporte, textil,
electrónica, del cemento, calzado, la madera, plásticos y
construcción naval) y ha sufrido en los últimos años tanto la intensa
penetración del capital foráneo como la fuerte intervención estatal
(Petrobrás); se concentra en la costa SE, el área más desarrollada de
Brasil, entre Río de Janeiro y la metrópoli económica de São Paulo
(que por sí sola genera las 4/5 partes de la producción industrial
del país). Su notable siderurgia (novena producción mundial de acero,
con 23,9 Mt) aprovecha la existencia de importantes yacimientos de
hierro (Minas Gerais), del que Brasil es el primer productor mundial,
con 103 Mt. Otras producciones, que figuran asimismo entre las
primeras del mundo, son las de estaño, manganeso, oro (serra Pelada),
bauxita (río Trombetas), níquel (serra dos Carajás) y aluminio. En
cambio, sus recursos energéticos son aún insuficientes: carbón (Santa
Catarina; centrales hidroeléctricas en los ríos San Francisco, Paraná
-Itaipú- y Tocantins -Tucuruí-; gas natural y petróleo, con refino,
en Bahía). En el sector agropecuario (que todavía ocupa a un 26 % de
la población activa) coexisten los cultivos de subsistencia (maíz,
trigo, arroz) con los de carácter comercial, de gran tradición y cuya
producción se orienta al mercado exterior: primer productor mundial
de café (1.298.000 t); segundo de cacao (343.000 t); tercero de
azúcar; junto a otras de más reciente expansión (naranjas, soja);
cuenta, además, con una de las mayores cabañas bovina (153 millones
de cabezas), ovina (19,5) y porcina (33) del mundo. Su balanza
comercial es positiva (21.010 millones de dólares por importaciones
frente a 31.622 millones por exportaciones, en 1991): logra equilibrar
su déficit energético (petróleo y derivados son su primera
importación) con la venta de productos propios de un país en franco
desarrollo (acero, automóviles, armamento, maquinaria), que se unen a
las ventas ya tradicionales (café, cacao, hierro, manganeso), hacia
un amplio mercado: EE UU (23 %), UE (29 %) y América Latina (11 %).
Pero, con la mayor deuda externa del mundo (121.110 millones de
dólares en 1992) y unos niveles de hiperinflación (1.000 % en 1988;
731,3 % en 1992) y de estancamiento (crecimiento del -0,7 % en el PIB
de 1992) evidentes, la fragilidad de la economía brasileña gravita,
cada vez más, sobre una población hacinada en irracionales urbes
millonarias. La Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro
(junio de 1992), puede convertirse en una válvula de oxígeno para la
economía brasileña, si prosperan las iniciativas de apoyo financiero
procedentes del exterior.
• HIST. Descubrimiento y colonización. En 1500, Pedro Álvarez Cabral
avistó las costas de Brasil, que llamó Vera Cruz, cuya colonización
el Tratado de Tordesillas (1494) concedía a Portugal. Las tierras que
encontraron los portugueses estaban habitadas por indios nómadas o
seminómadas (tupí-guaraníes), no muy numerosos. Esto, sumado a la
mayor rentabilidad del tráfico con las Indias Orientales, retrasó la
colonización oficial, que se inició en 1530 con la expedición de
Martim Afonso de Souza, quien fundó en 1532 una villa en la isla de
San Vicente (Santos) y otra en Piratininga (São Paulo) en el
continente. Ese mismo año, el rey Juan III dividió el territorio en
doce capitanías, verdaderos feudos, que entregó a los donatários,
quienes organizaron la explotación de los indios -que luego serían
sustituidos por esclavos africanos- en los latifundios cañeros. En
1548, Juan III transfirió el poder de los donatários a un Gobierno
general del Brasil, a cuyo frente puso a Tomé de Souza, quien fundó
Salvador (Bahía), que sería la capital hasta 1763. En los años
siguientes, Brasil se convirtió en el mayor productor mundial de
azúcar. El gobernador Mem de Sá expulsó a los franceses establecidos
en Francia Antártica (1560-1567), y su sobrino Estacio de Sá fundó el
fuerte de São Sebastião do Rio de Janeiro (1565). Tras la unificación
de España y Portugal (1580-1640), se nombró un virrey y se instituyó
un Conselho de India (1604). Con las guerras de la nueva metrópoli se
produjeron invasiones de franceses (1594-1615) y de holandeses, que
ocuparon Bahía (1624-1625) y Pernambuco (Recife) (1630-1654), de
donde fueron expulsados por los colonos portugueses. La colonización
estuvo limitada al litoral atlántico hasta mediados del s. XVII. La
penetración en el interior, en el sertão, fue iniciada por los
bandeirantes, cazadores de esclavos y luego buscadores de oro y
piedras preciosas, y por misioneros jesuitas. Las conquistas de los
bandeirantes en la Amazonia y el Mato Grosso fueron reconocidas en
1777 por el Tratado de San Ildefonso. Tras el descubrimiento de oro
en Minas Gerais (1695), Mato Grosso (1718) y Goiás (1725), el peso
económico y político se desplazó al S. Mientras tanto, el marqués de
Pombal introducía reformas en Portugal que afectarían la vida
administrativa, social y religiosa de la colonia: en 1759 expulsó a
los jesuitas, en 1763 trasladó la capital a Río de Janeiro, en 1775
abolió el régimen de esclavitud de los indios. La independencia. La
conjuración minera de 1789 en Minas Gerais se convirtió, bajo la
influencia de Tiradentes, en el primer intento independentista.
Cuando Napoleón invadió Portugal (1807), el príncipe regente, el
futuro Juan VI, estableció la capital del Imperio en Río de Janeiro
(1808). En los trece años que la corte residió en Brasil se iniciaron
numerosas reformas: construcción de carreteras, mejoras de los
puertos, fomento de la inmigración, afluencia de capitales
extranjeros. Tras la muerte de la reina María I, el regente fue
coronado como Juan VI (1816). En 1817 se proclamó la República
Pernambucana, que fue sofocada, pero en 1821 se inició otro
movimiento en Pará y Juan VI tuvo que prometer una futura
Constitución. En 1821 nombró regente a su hijo Pedro y regresó a
Lisboa. Para evitar que se repitiera el proceso de las colonias
españolas, Pedro apoyó la independencia, que fue proclamada el 7 de
septiembre de 1822. Al mes siguiente, Pedro I fue coronado emperador
del Brasil. EE UU reconoció el nuevo Estado en 1824 y al año
siguiente lo hizo Portugal. El Imperio (1822-1889). En 1824 se aprobó
una Constitución, que regiría hasta el fin del Imperio, basada en el
principio de los tres poderes. La insurrección de la Provincia
Cisplatina (Uruguay) provocó la guerra con Buenos Aires (1825-1828).
En 1826 estalló una crisis cuando Pedro I quiso regresar a Portugal
para suceder a Juan VI: Brasil quería ser gobernado desde Río de
Janeiro y no desde Lisboa. En 1831, Pedro I abdicó dejando el trono a
su hijo, Pedro II, de cinco años. El período de la regencia (1831-
1840) fue una década de revueltas republicanas y guerra civil; en
1834 se aprobó una Constitución, de carácter federal. Pedro II fue
coronado emperador en 1840, después de que el Congreso acordara su
mayoría de edad. Aparte de la intervención en la guerra del Paraguay,
durante el largo reinado de Pedro II, Brasil vivió una era de paz y
progreso aunque envenenada por el problema de la esclavitud, que se
arrastró hasta 1888. Al año siguiente, tras un golpe de estado, Pedro
II abdicó. Los Estados Unidos de Brasil. Con el apoyo de militares y
plantadores de café, el 15 de noviembre de 1889 se estableció una
república similar a la norteamericana. El Congreso eligió presidente
al mariscal Deodoro da Fonseca, quien renunció poco después. Su
sucesor, el mariscal Floriano Peixoto (1891-1894), restableció el
orden y traspasó el mando al paulista Prudente de Morais (1894-1898),
primer presidente de la oligarquía del café. Durante su mandato
estalló la rebelión campesina en el sertão de Bahía. Bajo la era de
los «presidentes del café», el centro económico y político se
desplazó de los estados cañeros del NE a los cafeteros del SE. Fue un
período de modernización y prosperidad que se cerró con la caída de
los precios del café y del caucho. La reacción contra el poder de la
oligarquía paulista comenzó con la rebelión de los tenentes (1924-
1926) y se concretó con el golpe de estado de 1930 que destituyó al
presidente Pereira de Souza e impuso a Getúlio Vargas, quien
protagonizó la política brasileña hasta 1954. Suspendió la
Constitución e implantó un régimen de tipo totalitario. La nueva
Constitución, aprobada en 1934, le otorgó poderes dictatoriales.
Tras el fracaso de la revuelta de la Alianza Nacional Libertadora
(1935), que nombró presidente al comunista Luis Carlos Prestes,
Vargas disolvió el Parlamento y los partidos políticos. En 1942
Brasil participó junto a los aliados en la II Guerra Mundial, con un
cuerpo expedicionario de 25.000 hombres. Vargas fue destituido por un
grupo de generales en 1945, pero fue reelecto por amplia mayoría en
1951; se suicidó en 1954 presionado por los militares. En 1955 fue
elegido presidente J. Kubitschek. Considerado el heredero político de
Vargas, emprendió un ambicioso programa de desarrollo de la
infraestructura industrial y de la producción de acero, carbón y
petróleo. Construyó Brasília, declarada capital el 21 de abril de
1960. Al término de su mandato fue sucedido por el gobernador de São
Paulo, Janio Quadros, quien dimitió en 1961. La sucesión
constitucional por el vicepresidente João Goulart, mirado con recelo
por los conservadores, llevó al país al borde de la guerra civil.
Ciertas medidas, como la reforma agraria y la nacionalización de
algunas refinerías de petróleo, aceleraron la rebelión militar. En
1964, Magalhães Pinto, y el general Castelo Branco se sublevaron para
poner fin a la «infiltración comunista». El 15 de abril, el Congreso
nombró presidente a Castelo Branco, que inició de inmediato la
represión de la izquierda. Los militares abandonaron el poder en
1985, tras su fracaso económico y social. Tancredo de Almeida Neves
fue elegido ese año, pero murió antes de asumir el cargo. La
presidencia fue ocupada por el vicepresidente electo, José Sarney,
quien heredó la inflación y la deuda exterior dejada por los
militares. En las elecciones de 1989 triunfó Fernando Collor de
Mello, candidato del nuevo Partido de la Reconstrucción Nacional
(PRN), que en septiembre de 1992 fue destituido por corrupción, y
sustituido por el vicepresidente M. Itamar Franco. Éste ocupó la
presidencia hasta la elección de Fernando Henrique Cardoso en 1995.
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