Comida de cafetería
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Espero que el capítulo de hoy no os parezca tan espeluznante como el anterior ya que he decidido cambiar las escenas de mal gusto (en el vestir) por otras de "sangre e hígado". En metro
En Taxi
Es decir, que los que tengan estomago sensibles dejen su hamburguesa, bocadillo o merienda a un lado (¿qué hacíais comiendo delante del ordenador en primer lugar?) y preparaos a saborear mentalmente delicatessen coreano.
Sí, comida. Lo que podría ser un delicioso placer tres veces al día se ha convertido en una tortura pues la comida de la cafetería de la universidad no es que sea mala, es que es cruel.

Para empezar, es igual si desayunas, comes o cenas. El tipo de comida y la cantidad es la misma. Siempre hay arroz, kimchi (col fermentada con chile y caldo de pescado), "sopa" (un día, roja, otro verde, otro blanca y otro gris, con suerte hay días que es transparente) y un plato fuerte. Si sobra algo de la comida anterior por supuesto se guarda para la siguiente, con lo que los días que hay algo pésimo (a menudo) incluso hay gente que anima a los demás a que se lo coman. Es un menú self service: "come todo lo que quieras pero sin desperdiciar", excepto si hay algo decente en cuyo caso te lo sirven las señoras de la cafetería, que ya se sabe que mucho bueno es pecado. Así pues la mayor parte de la gente reza antes de comer y no porque como cristianos quieran bendecir la mesa sino porque es un momento adecuado para confesarse. De hecho ser de una religión que prohiba algún tipo de comida es en verdad peligroso aquí porque no hay manera humana de saber que estas comiendo o de donde procede (esto ultimo casi mejor no saberlo).
Esto es lo que yo llamo torturas psicológicas. No solo la comida es mala sino que además a veces parece algo bueno. Por ejemplo, un menú ideal. De primero, salchichas con tomate, de segundo, ternera en tiras, de postre, macedonia de frutas y para acompañar una ensalada. Para chuparse los dedos... ¿no? ¡PUES NO! Porque las salchichas eran en verdad barritas de pasta de arroz en salsa hiperpicante (toppogi), la carne era un tipo de seta fría con soja(chamche), la fruta se sazona con mayonesa y la ensalada con leche rosa.
En resumen, que para mayor recochineo te crean falsas ilusiones de lo que vas a comer para poderse reír mas fácilmente de tu cara cuando no lo puedas ni tragar. Y luego están los fideos fríos picantes que a primera vista parecen espagueti, los huevos de codorniz que parecen pastelitos y los ochenta millones de cosas que habré comido y que jamas sabré lo que son.

Al acabar tan deliciosos manjares toca el turno de recoger lo usado, palillos en un sitio, cuchara en otro (el tenedor y el cuchillo no tienen lugar en este sitio jamas) bandeja de plástico tipo zafarrancho de combate en una cinta giratoria que nunca gira y los restos de comida en un cubo en medio de la sala para alegrar la vista y el olor y acabar de asentar lo comido en el estomago.
Eso sí, al salir puedes tomar un vasito de agua (que durante la comida no), limpiarte los morros con papel higiénico y tomarte un """""""""""""café"""""""""" con """""""""""leche""""""""""""" y sin azúcar (que la maquina es moderna pero no tanto).
Pese a todo esto, que sepáis que no he adelgazado ni un solo quilo, mas bien lo contrario, porque después de estas delicias siempre me toca cenar otra vez o tomarme un heladito u algo para premiarme por haberlo comido todo y así claro... Además en cuanto voy a otro restaurante ya me estoy muriendo de hambre y ¡como hasta reventar!

Vamos que a este ritmo pillare dos asientos de avión solo para mí. Nos veremos en el aeropuerto entonces. O me veréis porque yo no podré ver mas lejos de mí papada. ;)