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HEBE LOCARNO
Como a tantas otras figuras, a Hebe Locarno, el concurso de cantores le cambió la vida. La fama de sus actuaciones había llegado al remoto cabaret "King Kong" de Puerto Unzué, donde
Hebe trabaja de visitadora social. El turco dueño del local la esperaba ansioso — Pero vos no me habías dicho que cantabas, Hebe. El Oriental me lo contó todo, yo me entusiasmé y armé el escenario donde Tito del Río hizo su famoso
strip-tease masculino, quedó precioso, y además tengo una sorpresa: los otros días se presentó una viejita medio harapienta que dijo haber sido cantante de tangos, una
tal Gladis al Sur, o algo así. Dijo que se tenía que desprender de una prenda muy querida: el vestido de fiesta con el que debutó en el club "Mambo y Teto", me lo dejó barato
porque le faltaba una lentejuela, aunque la verdad, el vestido es una tirita insignificante, yo la lentejuela se la puse pero igual no se si te vas a animar, es medio chicón, aunque sería fantástico, Hebe.
Hebe recibió el aluvión de palabras medio sorprendida. —
¡Pero si yo soy visitadora social, señor Turco! —
Bueno, no te preocupes, Hebe, total hasta ahora ningún marinero se había dado cuenta. Con ustedes Hebe Locarno.
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NARDO
Nardo pataleó, gritó, se revolcó, se arrancó un
mechón de pelo, maldijo en galaico antiguo, se atragantó con un pedazo de pan viejo, receta que guarda celosamente el bufettero, y finalmente dijo — ¡Estoy harto de que me copien! Primero ese Marquitos Rocasalvo, ya ni sé cómo se
llama, después me traicionó Gloria del Mar, y hasta el Cachafasky, mi propio futuro ex pariente, se hace el dramaturgo, ya no se puede confiar ni en tu futura ex familia ¿pero qué pasa con la creatividad,
escasea?. No hay argumento más convencedor que la adulonería —
¡Pero Nardo, para qué te calentás! ¿no ves que son una mala copia? ¡vos sos el mejor, el único! — ¿te parece, Oriental? Y aquí lo tenemos, el original arte de Leo-Nardo. |
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EL OSCURO INSECTO DÍAZ
El oscuro insecto Díaz, una baldosa de TyT, ha conseguido a través de su participación en los concursos despertar la simpatía del público (he visto agolparse grupitos de adolescentes con los
puños llenos de votos). Su estilo pausado, murmurante, casi ininteligible, se debe, la mayoría de las veces... a que se olvida la letra. Hoy en su última oportunidad de
participar en la final, nos ha prometido hacer memoria. |
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MARIO BRAVO
Cuando Marquitos
Rocasalvo convocó a Mario Bravo a cantar a dúo, se cavó la fosa. En su afán de ganar el concurso lo llamó sabiendo que era un muchacho común que pasaba desapercibido, de aspecto insignificante;
morochito, altura regular, poco conversador, que vivía de hacerle los mandados a un pintor de carteles del barrio. Una vez que llevaba un cartelito con números sobre el
hombro, al pararse a mitad de cuadra, se formó tras él una larga fila de gente, creyendo que era una parada de colectivos. Hoy, gracias a los esfuerzos de Marquitos, es otra persona: un hombre seguro de sí
mismo, imponente, teñido de canoso, parece el héroe de una serie americana de clase Y, y, como no podía ser de otra manera, cayó en el divismo. Lo convocamos a cantar solo,
a través de Marquitos, quien se deshizo en escusas —
no va a poder, sólo no se anima, yo si quieren le digo, pero no sé, creo que va a decir que no — ¡Marquitos Rocasalvo! ¿qué? ¡está celoso! — ¡Está bien, ya va! Mario Bravo aceptó el convite diciendo — Yo voy, pero decile al Oriental que hable menos, opaca mi imagen. Por eso he sido breve en la presentación de Mario Bravo. |
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MILONGUITA
—
¡Aloooo!, ¿quién es? — Soy milonguita, ¿está el Oriental?
— ¡sí, el habla! — No te voy a preguntar cómo estás, ya me imagino — Cuánto lo siento Milonguita — Perdón ¿qué sentís? —
Lo de los hombres, ¿no te habían hecho mal?. — ¡A mi me habían dicho que eras medio boludo, Oriental, pero no lo quise creer! Es inútil, trato de no caer en lugares
comunes ni repetir citas hechas, de abrevar siempre en la originalidad, pero no hay caso, siempre termino traicionándome. Milonguita, espero -con el tiempo- curar nuestras heridas. |
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PICHÓN GALVÁN
Con los 300 pesos de la jubilación que le regaló su novia, Pichón Galván piensa adquirir un traje con chaleco por si llega a ganar este concurso, caso contrario se los devolverá para que pueda
comprarse los remedios. A Pichón siempre lo caracterizó la compasión y el amor por los ancianos. Hoy nos deja su voz y sus tangos hondamente sentidos. |
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