C O N T E N I D O

 

Convocatoria
El mítico llamado a concurso, de muy singular repercusión

El cuento
La obrita apócrifa que originó todo

Participantes
Conozca vida, obra y milagros de los audaces concursantes

Concursos
Por ahora, un poco del polvo levantado
Primero
Segundo
Segundo (B)
Tercero
Tercero (B)
Cuarto
Cuarto (B)
Cuarto (C)
Quinto
Quinto (B)
Quinto (C)
Final 1
Correo

Quinto concurso

Apostillas
El ganador y su traductor simultáneo
Mario Bravo
hizo una semblanza de su trayectoria afic-cionada, desde las giras con su entonces par F. Acuña de Figueroa, su paso por Rejkiavic y la seducción de Björk hasta el esplendoroso presente de éxitos y triunfos.
Tito del Rio faltó con aviso porque lo ivitaron a navegar sus amigos millonarios. No fue extrañado
Debutó Milonguita, fina estampa rea y voz rantifusa
Defeccionó Gloria del Mar, atacada de miedo escénico
El Inca Censor se retiró enfurecido
La sicóloga consorte de un revisor de cuentas acusó a Don El Oriental de agresividad desmedida
Chela Ortiz, que llegó tarde, asombró a los entendidos. Pero no fue comprendida por la masa ignorante
Hebe Locarno reiteró los temas de anteriores concursos, pero en nuevas versiones. Sigue diciendo "la ontananza"
Pichón Galvan hizo el cover de 12 tangos mersas, álbum de Tito del Río
El Oscuro Insecto despertó ternuras y mostró notable mejoría
Leo Nardo , rebautizado Leo Nabo, creció escénicamente hasta niveles asombrosos, deslumbrando con su vestuario ad hoc (Impecable traje oscuro con camiseta de Boca al tono)
La ofendida Gladys al Sur cantó fuera de concurso, ya sin su acostumbrada coreografía Don Floresto style
El Tirifilo, Rosita Duval y El Entrerrí Ano la rompieron
El Basko cantó una una milonga de Mastra, con  perfecto acompañamiento complicadísimo de viola en segundas voces simultáneas, y dijo que la tenía cruda.

A continuación, las sentidas palabras del presentador oficial de concursos, Don El Oriental

Los rinconcitos de Tango y Truco

Una de las cosas que más nos ha sorprendido de los numerosos fenómenos que se producen en Tango y Truco, es la sana convivencia de distintas generaciones y vertientes ideológicas, por ejemplo: está la mesa del gordo Mario, nuestro prestigioso revisor de cuentas, a la que podríamos llamar el sector progresista del bar, colmada de psicólogos, periodistas, políticos e intelectuales de todo tipo, grupo que comanda su aún bella esposa, la licenciada Dorita Zajat de Oibin, una muy querida amiga, que como buena psicóloga tiene la curiosa costumbre de interpretar el estado de la realidad como si fuera un parte meteorológico. Los otros días me encontraba abstraído tratando de imaginar alguna historia para el quinto concurso, cuando Dorita se me acercó silenciosamente y me dijo de improviso
— ¡Oriental!¡
— ¿Qué pasa?— dije sobresaltado.
— Te noto preocupado, veo densos nubarrones de conflicto, seguramente originados por una baja de presión en la relación con tu madre, esto hace que se avecinen cúmulos de situaciones no resueltas que originarán seguramente, una tormenta de emociones diversas, provocando un diluvio en tu psiquis. Tenés que revisar la relación con tu madre, la vi preocupada el último concurso.
— ¿Quién, mi vieja? ¡Nooo, lo que estaba era un poco seca de vientre, pero ella se come dos ciruelas y listo! ¡No te preocupes, Dorita!
Dorita, cuando joven era muy inteligente, costumbre que poco a poco fue abandonando, porque según comenta la susodicha
— Y... me fui quedando sola: una vez que encontré un novio, en mi afán de seducirlo, le hice un sesudo comentario sobre el ser y la nada, fenomenología ontológica, de Jean Paul Sartre y el pobre muchacho que trabajaba en un molino harinero y estaba reventado de cargar bolsas, se me quedó dormido como un angelito, menos mal que con el tiempo encontré al gordo Mario, mi actual esposo, a el le encanta lo de Sartre, me lo pide a cada rato. ¿Dorita, cómo era lo de Sartre? ¿me lo contás que ando medio desvelado? A ver si puedo agarrar el sueño, me cayó pesada la morcilla vasca, decía el gordo mientras trataba de reprimir educadamente alguna manifestación eólica de su lenta y dificultosa digestión.
— Ahora estoy en otra, hago un tremendo esfuerzo por acercarme a sectores más populares— decía Dorita mientras escarbaba las fosas nasales con el dedo índice y, con el producto obtenido, amasaba una perfecta bolita, — laborterapia, ¿viste?. Desde que amaso moco me siento distinta. Amasar moco acerca, comunica, te relaja, y además aumenta el espectro social. Con mi bolita de moco, puedo acercarme sin temor a un camionero, a un albañil, o una prostituta, lástima que no se me ocurrió de joven. Pero no importa, nunca es tarde para el cambio. Ahora puedo darle un nuevo perfil a mi profesión, justamente por eso quería hablar con el Ogro de Caballito, perdón, con Don Carlitos, a ver si me permitía poner en el bar una tiendita para tirar las cartas, adivinar el futuro, y hacer predicciones astrológicas ¡la mano viene dura, che!
Otro sector bien definido es el sector mersa dirigido con mérito y espontaneidad, por el singular Tito del Río, quien le dedicó con todo afecto su próximo long-play intitulado: "Tito del Río y sus doce tangos mersas", dirigido a las madres y muy especialmente a las mamitas, a quienes tanto quiere y necesita, porque uno nunca sabe, por ahí agarra a alguna distraída y lo adopta. El sector más popular o compone sin lugar a dudas la barra de Mario Bravo y un tal Marquitos Rocasalvo o algo parecido, que cuando se entusiasman con la interpretación de Haceme cucú, parecen un camión lleno de peronistas. Fundadores del núcleo más controvertido del bar, el rincón gay, han dado un paso hacia el progreso y un rotundo no a la discriminación. Afortunadamente el sector juvenil es el mejor y más representado; Leo-Nardo, Pichón Galván, el oscuro insecto Díaz, también llamado cariñosamente por sus amigos "grillo de Bidet", porque canta para el culo, Gloria del Mar, Beto-Ven, el Tirifilo -último ganador- Cicatriz, La Morocha, Soledad la de Barracas, y tantos otros que se irán sumando.
Mientras íbamos desarrollando este tema, dos asíduas concurrentes al bar, escuchaban interesadas; se trata de Mariana y Silvita, dos falsas rubias muy amigas al decir de ellas, pero bien sabemos que lo único que las une es el interés por conseguir la tintura barata que les vende Mario Oibin en un bidón de 200 litros:
— No se puede fraccionar chicas, en todo caso hablen con Tito del Río, a ver si se prende— dice Mario.
— ¡Pero entonces nosotras podemos también crear nuestro rincón!— dice tímidamente Mariana apoyada en un bastoncito.
— ¡Pero por supuesto que pueden, chicas, todavía no inauguramos el rincón de la tercera edad— dije amistoso. — Y ya se me está ocurriendo una idea para publicitarlo en la página Web de Tango y Truco: voy a poner la foto de Mariana con el bastoncito para que se vea claramente que no hay límite de  edad.
— ¡No es un bastoncito!— dijo enojada.
— ¿Ah, no?, y ¿qué es?
— ¡Una lapicera!— contestó rápidamente cambiando de tema. — Nosotras pensamos en un rincón femenino, lo de la tercera edad me parece innecesario.
— ¿Y qué actividades piensan realizar en el rincón, chicas?
— Y, no sé, algo divertido, femenino, erótico— dijo Silvita,
— Sí, erótico— reforzó Mariana.
—¿Cómo qué?
— Yo había pensado en algún curso de post-grado para stripers— suspiró Silvita. — Además podemos pedirle a Tito del Río que devele detalles de su novedosa técnica del trapo de piso, algo fino, por ejemplo el trapo de piso en el erotismo del siglo 19 .
— Tito del Río, un innovador— volvió a suspirar Silvita intentando reprimir la inocultable admiración que siente por el trovador, quien casualmente pasaba por allí y alcanzó a escuchar la última parte.
— ¿Oí mal o hablan de mi?
Las falsas rubias lo rodearon contándole el proyecto.
— ¡Pero cómo no, bellezas! ¡Tito del Río jamás dijo que no a ninguna mujer!— agregó Tito sin poder evitar la imagen de la momia con que salía y que le valió el apodo de "El  Arqueólogo" — ¡A mí me encantaría, chicas! Además yo me debo a mi público, no como ese tal Marquito Rocasalvo, que la va de Frank Sinatra. Además chicas, la verdad sea dicha, yo sueño con que me arrojen una bombacha como a Sandro, ya estuve cerca cuando me arrojaron una media desde el colectivo, por algo se empieza.
Silvita se conmovió a tal punto que le dijo al cantor
— ¿Tanto te gustaría, Tito?
— Y sí.
— Bueno, cerrá los ojos— y despojándose de su prenda íntima se la arrojó. Tito, con los ojos cerrados sintió sobre sí la prenda.... que lo cubrió totalmente.
— ¿Pero qué me tiraste, Silvia? ¡Un paracaídas! ¿Cómo salgo de acá adentro?
Pero luego de la sorpresa y de salir debajo del parac..... perdón, de la bombacha, ayudado por todos, me dijo visiblemente emocionado
— ¡Che, Oriental! La tela de la bombacha parece buena, sabes cómo necesito un traje blanco para actuar, me voy a hacer uno con chaleco y dos pantalones por las dudas, y además, al fin me voy a sacar el gusto de hacerme el gorrito con dos viseras, con el que sueño desde hace un tiempo, total, la tela sobra.
— ¿Para qué querés un gorrito con dos viseras, Tito?
— Bueno, una, la que va al frente, de un largo prudente para no tapar el intenso azul de mis ojos, es para protegerme del sol, vos sabés que soy muy sensible
— ¿y la otra?— dije intrigado.
— La otra va para atrás
— ¿Pero para qué?
— Para protegerme de Don Vladimir Stafforinsky, que siempre está tratando de soplarme la nuca, Oriental,
Tito del Río despierta pasiones inesperadas.

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