El hecho es lamentable. Desde el establecimiento de la Academia Filipina en
1924, la que un tiempo defendía y fomentaba la lengua castellana en
Filipinas, está hoy en estado de inmovilismo y ya no da fruto, pues a pesar
de los esfuerzos de sus eminentes miembros, su noble labor en pro del idioma
español, por muy dignos y muy celosos, en particular la promoción del
castellano en Filipinas, ya no da fruto y ello a causa de que la lengua
española tiene ya tan poca vida y porque el inglés suplantó al español y por
la apatía y el inmovilismo, también, de algunos hispanistas filipinos que
contemplan la lenta agonía de la lengua española sin aportar su cooperación
para defender y promover el castellano en Filipinas.
Sí, ya sé que esta opinión mía es dura, pero creo que refleja la realidad.
Después del colapso del régimen de Marcos, el gobierno de Corazón Aquino
abolió la ley que obligaba a los centros docentes del país de enseñar el
castellano y aprobó también su abolición como lengua oficial. Las
consecuencias de este desdén oficial al idioma castellano produjo
lógicamente la apatía con respecto al idioma español.
La otra causa de esta apatía al idioma español es la indiferencia del actual
gobierno filipino de Estrada de hacer algo concreto a través del
Departamento de Educación de promover y alentar el estudio de este idioma
que beneficiará a miles y miles de estudiantes filipinos quienes están
ansiosos de aprenderlo.
Según ciertos observadores, quizás la presente enseñanza opcional del
español en los colegios y en las universidades de Filipinas, a lo largo de
estos años, parece ser no eficaz para promover el castellano.
Como se ha indicado ya, por lo general, el Departamento de Educación sigue
recurriendo a la misma práctica de no aumentar la enseñanza del castellano.
Es evidente, pues, que ya nada se puede esperar del gobierno filipino de
hacer algo a favor del castellano.
No obstante, existen unas cuantas agrupaciónes e instituciones hispanistas
dedicadas a actividades para la promoción del idioma español. De las partes
interesadas solo quedan la Academia Filipina, la Corporación Nacional de
Profesores Filipinos de Espanol (CONAPE) Incorporada, y otras instituciones
privadas que se dedican a la enseñanza del castellano tales como el Instituto
Cervantes.
En cambio, triste es admitirlo, ya no existe una prensa local filipina en
castellano, salvo los dos semanarios en español -La Nueva Era y El Nuevo Horizonte-. Y en lo relativo a la prensa escrita, las publicaciones inglesas, sobre todo los periódicos, se multiplican cada día a medida que que las castellanas van perdiendo abonados y anunciantes y en los quioscos y
librerías las revistas y libros importados de los Estados Unidos de América
suplantan a los venidos de España y Latino América...
¿Quién vigila, pues, la causa del español? Las medidas en su defensa y
promoción son de iniciativa privada, como la fundación del Premio Zobel establecida en 1922 por Don Enrique Zóbel de Ayala.
Sin embargo, apesar de esta triste realidad, en Filipinas existe aún la
Academia Filipina de la Lengua Española, una institución semejante a la que
existe en España y Latino América.
Pero, a causa de no tener recursos económicos, la Academia Filipina trabaja
menos, pues sus miembros ya no se dedican a estudiar el lenguaje y a
mantenerlo dentro de unos límites. En los últimos años, sus actividades han ido disminuyendo.
Y lo que es peor, la Academia Filipina ya no publica el Boletín que de hecho
en el pasado publicaba los 'Filipinismos' y su inclusión o incorporación a
las propuestas de la Comisión Permanente de la Real Academia Española. La
Academia Filipina dejó también hoy de participar en la elaboración del
Diccionario de la Academia Española cuya tarea, entre otras cosas, es
recoger y recuperar el inmenso caudal del léxico del Hemisferio americano y
supongo de Filipinas, que se estima en unos 120,000 vocablos que son el
resultado de los trabajos conjuntos que desarrollan las academias.
En sus 75 años de existencia, la Academia Filipina siempre participaba en
seminarios, congresos y proyectos conjuntos con las 21 academias americanas
y la Real Academia Española en su tarea de "fijar, limpiar, y dar esplendor"
al lenguaje castellano.
Pero, años después, y últimamente, como dijimos, cesó la publicación anual
del Boletín y por obra y gracia de los tiempos y a medida que avanzaba el
inglés, la Academia Filipina tuvo menos actividad. Su vida precaria y
lánguida, en las presentes circunstancias se reflejan hoy en la vida y
actividades de la Academia, que dicho sea de paso, es una institución
cultural autónoma que no recibe subvención alguna del Estado, y carece de
casa propia, pues tiene sus oficinas en la residencia del actual Director.
Es más, creo que no tiene mucho sentido que la Academia Filipina esté
formada por personas que son muy respetables, pero que, por su edad u otras
causas, dedican poca (si alguna) atención a la institución de la que forman
parte. No tiene demasiado sentido que una persona sea académica y no
aparezca nunca en las reuniones de la Academia.
Por otro lado, hay que reconocer que la Academia Filipina goza en Filipinas
y quizá en todo el mundo (también en España) de un prestigio que, se lo
merezca o no, es una riqueza para la lengua en que tal institución actúa.
Por consiguiente, a mi parecer, se necesita una nueva acción por parte de la
Academia Filipina para que sea una institución que dedique su afán a
estudiar sus objetivos y de cómo ampliar sus funciones para el futuro
teniendo en cuenta los bruscos cambios en el sector tecnológico, de la
comunicación, la información y la informatica. Para esto es imprescindible
que la Academia Filipina tenga personas verdaderamente académicas que estén
disponibles a realizar los objetivos de tan digna institución. Esto es mi
parecer. ( Tony P. Fernández ) |