Destrucción del Bosque Nativo chileno (*)El proceso destructivo del bosque ha sido rápido. A mediados del siglo pasado estaban intactos y aún a fines del mismo existían grandes extensiones boscosas. A mediados del presente siglo muchas especies se vieron amenazadas por la excesiva explotación y en este momento varias de ellas están en claras vías de extinción. Fue suficiente un período aproximado de 100 años para que el hombre arrasara con uno de los bosques mas interesante, endémico y maravilloso del mundo. Algunas especies, por su gran tamaño y su apreciada madera, fueron taladas sin limitaciones y consecuentemente debido a su lento crecimiento, 200 a 1000 años, les será muy difícil volver a formar bosques extensos; es el caso de la Araucaria (Araucaria araucana), el Alerce (Fitzroya cupressoides), el Ciprés de las guaitecas (Pilgerodendron uviferum), y el lingue (Persea lingue), que se encuentran entre las especies más perjudicadas por una irracional explotación. Otras especies en cambio, no poseen una madera apreciada, pero tampoco escaparon de la destrucción. La reforestación con especies exóticas mucho mas agresivas que las nativas les impiden competir, provocando con ello su desaparición. Es posible que a fines del presente siglo estas especies sólo estén presentes en los herbarios; así sucedió, por ejemplo, con el Sándalo (Santalum fernandezianum), extinguido a finales de siglo pasado, como casi ocurrió con el Toromiro (Sophora toromiro); y como ocurrirá sin duda alguna con el Queule (Gomortega keule) y el Pitao (Pitavia punctata), que ya son extremadamente escasos. La introducción del Pino (Pinus radiata) ha sido muy perjudicial para la existencia del bosque nativo; su plantación en forma masiva cubre extensas superficies especialmente entre los rios Maule y Malleco. No se desconoce la importancia que posen estas plantaciones, pero debemos dejar en claro que estos monocultivos encierran un enorme peligro frente al ataque de plagas y al progresivo desplazamiento de las especies forestales naturales del país. Otra situación que plantea el bosque de pino es la eliminación casi total de todo tipo de vida silvestre, cosa que no sucede con el bosque nativo, bajo el cual coexiste una abundante flora y fauna. Uno de los flagelos más terribles de la vegetación arbórea es el fuego. El rayo es a veces un elemento natural que inicia un desastre; pero el peor de todos es el fuego intencional o descuidado hecho por el hombre. Es cierto que muchas veces un bosque quemado volverá a poblarse, que la vida silvestre vuelve a aparecer, más lo que se reconstruye es apenas el remedo, la sombra, el esbozo de lo que fue. En otras palabras, casi toda la asociación arbórea que ha sido destruida no retoma sus características primitivas; solamente en un plazo muy largo ello podria ser posible, si es que las condiciones lo permiten. No obstante, como la acción humana se hace sentir corrientemente sobre estas áreas, es difícil que en ellas se cumpla tal renovación o retorno, más aún, puede que las nuevas condiciones no sean las más propicias para que esto suceda. Por otra parte, como ya se dijo,existen especies de dispersión muy reducida y cuya desaparición en gran parte del área que ocupan, a causa de un incendio, las deja reducidas a pobres colonias o poblaciones en desequilibrio con desventaja ante los factores competitivos que obran sobre ellas. Es triste ver en la cordillera de Nahuelbuta, en los bosques sureños y australes, araucarias, coihues, cipreses, mañíos, lengas y alerces en laderas semidesnudas, con troncos secos elevandose al cielo como espectros sombríos, mudos testigos de la inconsciencia humana. Esto no solo ocurre en nuestro país, sino en todo el planeta, como lo atestigua el bosque de Niebla, en Colombia, Es un deber, mantener la voz de alerta y señalar, aunque sea en forma majadera, que el incendio de un bosque, cualquiera sea su origen, en una trágica fuerza de desequilibrio que altera substancialmente la armonía de la naturaleza y cuyas funestas consecuencias, múltiples y variadas, las sentirá el hombre tarde o temprano, a través de esta generación o las siguientes.
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