7.- Angamos según los
historiadores
Don Rubén Vargas
Ugarte en el X Tomo de la “Historia General del Perú”
relata el cruento suceso del siguiente modo:
A las 12 de la noche
se divisaron las luces de Antofagasta. El monitor entró
en el fondeadero, mientras la «Unión» seguía a Punta de
Tetas. A las 3 y 30 a.m. volvieron a unirse las dos
naves y prosiguieron hacia el norte, navegando a dos o
tres millas de la tierra. Según A. García y García,
comandante de la «Unión», que seguía las aguas del «Huáscar»,
el monitor se desvió rápidamente hacia el O. y luego al
SO. haciendo la señal de buques enemigos. Así era en
efecto, el humo de cuatro buques se veía distintamente
hacia el Norte y muy cerca de los barcos peruanos- Eran
las 4 y 30 hs. Y aunque la luna estaba fuera, el tiempo
estaba brumoso, el viento fresco del sur, desfavorable
al «Huáscar», y la «Unión» maniobró a fin de colocarse
entre el «Huáscar» y los enemigos, los cuales se
dirigieron a la «Unión» cuyo humo divisaban, en tanto
que el «Huáscar» continuaba hacia el norte, en la
dirección más favorable a su marcha. A las 5 y 30 había
aclarado bastante y entonces se dio cuenta Grau que sus
perseguidores, eran un blindado y tres barcos más. En
cuanto fuimos reconocidos - dice García y García -
estando el «Huáscar» como tres millas al norte, los
barcos chilenos gobernaron todos a su demanda. La
«Unión» pasó a colocarse entre unos y otros, manteniendo
una distancia de cinco a seis mil metros.
En el «Huáscar» se
dieron perfecta cuenta de la aproximación del enemigo e
hicieron rumbo al S.O. para alejarse de la costa y de la
dirección que seguían los contrarios: el «Blanco
Encalada», la «Covadonga» y el” Matías Causiño”, y del
primero de los cuales lo separaba una distancia de 6
millas, emprendieron la caza del «Huáscar», pero poco
después el “Matías Causiño” se dirigió a Antofagasta;
según la narración de Carvajal se dio toda la fuerza
posible a las máquinas, con un andar de diez y tres
cuartos de milla, con lo cual el «Huáscar» quedó con su
derrota libre hacia el norte, siendo perseguido por los
buques citados
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Combate
de Angamos |
Continúa don Rubén Vargas Ugarte narrando la acción de
Angamos según el parte de Carvajal hasta un poco después
de la muerte de Grau, y luego dice: La Torre, comandante
de esta nave (el «Cochrane») al ver caer la bandera del
palo mayor del «Huáscar», creyó que se rendía, pero como
esta nave prosiguiera sus movimientos y poco después el
oficial Enrique Palacios reponía el pabellón bajo los
fuegos del enemigo, intentó espolonear al «Huáscar»,
este pudo evitar el encuentro, pero vino a quedar entre
el «Cochrane» y el «Blanco Encalada» que se acercaba
rápidamente; este último, sin dejar de hacer fuego,
intentó también de echarse sobre el «Huáscar», pero el
monitor logró esquivar el golpe y no pudo hacer otra
cosa sino enderezar su proa hacia el norte. Los primeros
disparos del «Cochrane» habían perforado el blindaje de
la sección de la torre del monitor, un pie sobre la
línea de agua. Otro proyectil estalló dentro de esta
sección poniendo fuera de combate a doce hombres. Otro
destrozó las cadenas de la caña del timón de combate y
hubo que gobernar con aparejos. Diez minutos después,
refiere Carvajal, un proyectil chocó en la torre del
comandante, la perforó y estallando dentro hizo volar al
contralmirante y dejó muy mal herido a su ayudante Diego
Ferré. Sigue el Historiador Vargas Ugarte la narración
de Carvajal, hasta el momento en que Gárezon asume el
mando y envía al Alférez Ricardo Herrera, a decir al
jefe de máquinas que abra las válvulas, lo cual se
ejecutó en el acto, habiendo sido necesario
para ello
parar las máquinas. Eran las 10, 30 y el buque empezaba
a hundirse por la popa y estando detenida la nave, se
acercaron a ella los botes enemigos, a los cuales no
pudimos rechazar por haberse inutilizado las armas que
poseíamos. Cuatro tripulantes se lanzaron al agua y
perecieron ahogados. Los restantes 165 fueron hechos
prisioneros, en su mayoría heridos, muchos de gravedad.
En Mejillones fueron
enterrados 31 cadáveres del «Huáscar» y también
desembarcaron los heridos graves entre ellos Enrique
Palacios con 19 heridas
El historiador Jorge
Basadre, relata el combate de Angamos del siguiente
modo: Al amanecer del 8 de octubre de 1879 entre
Mejillones y Antofagasta fueron vistos el «Huáscar» y la
«Unión» por una de las patrullas en que
estratégicamente se había dividido la escuadra chilena.(
«Blanco Encalada», «Covadonga» y “Matías Causiño) Habían
esquivado las naves peruanas este peligro, cuando tres
humos más aparecieron en el horizonte. Eran en «Cochrane»,
el “O’Higgins y el “Loa». El combate se hizo inevitable
para el monitor. La «Unión» se retiró empleando la mayor
rapidez de su andar. Si no había logrado escapar, Grau
hubiese al menos podido hundir o embarrancar a su buque.
No lo hizo así y afrontó la lucha que empezó a las 9 y
18 minutos. Los disparos del «Huáscar» hacían poco daño
en el «Cochrane», el pesado y robusto blindado de 3.600
toneladas, con gruesa armadura, cuyas balas (Palliser)
causaban terrible estrago en el viejo monitor. A poco el
«Blanco Encalada» participaba en la acción haciendo su
primer disparo ya a 600 yardas. Una granada reventó en
la torre de mando del «Huáscar» a las 9 y 35 minutos y
Grau quedó hecho pedazos, así como su ayudante Diego
Ferré. También murieron luego su sucesor, en el comando,
el Capitán de Corbeta Elías Aguirre y el Teniente 1ª
José Melitón Rodríguez que lo reemplazó. Otro de los
jefes, el Teniente 2ª Enrique Palacios, que recogió la
bandera caída en medio del combate y la restableció en
el tope del pabellón, llegó a sumar en su cuerpo catorce
heridas para sucumbir más tarde. “Luchando en
condiciones que en repetidas ocasiones llegaron a ser
desesperantes, a causa de que la artillería chilena
llegó a destruir dos veces los aparatos de gobierno del
blindado peruano y del defecto del espolón del «Huáscar»
(dice Ekdahl, historiador militar de la guerra al
servicio de Chile), el buque no sólo supo librarse de
los repetidos ataques al espolón de los dos blindados
chilenos, sino que tomó resueltamente la ofensiva como
en el momento oportuno de intentar espolonear al
«Blanco Encalada». Durante todo el tiempo usó el «Huáscar»
su artillería con bastante provecho y persistió a la vez
con energía incansable en buscar el camino libre hacia
el N.O.” dice Ekdahl.
Hubo un momento en
que la driza que sustentaba al pabellón del monitor fue
cortada por una bala, pero arreglado el daño
inmediatamente, como ya se ha anotado, el pabellón
volvió a ser izado al tope. Dice una versión chilena que
fue una estratagema para atraer a uno de los blindados
cerca del espolón; porque ninguna señal dio de
abandonar el combate. He aquí una descripción del
aspecto del buque, según el historiador chileno Ekdahl:
“Botes hechos pedazos, igual el pescante, ventiladores,
cadenas, mamparas, sobreestantes, la torre de mando, las
falcas, retorcidas o pulverizadas y en confusa mezcla
con cascos de granada, trajes de marinero, cabos rotos,
regueros de sangre que en ciertos sitios formaban
verdaderos charcos. La cámara de oficiales era una
mezcla confusa de cadáveres, fusiles rotos, astillas,
medicamentos y vasijas”.
El
cuarto oficial, eniente Pedro Gárezon, dio la orden
para que se abrieran las válvulas como medio de inundar
el buque y hundirlo. Revólver en mano los marineros
chilenos que abordaron al monitor, obligaron a los
maquinistas de nacionalidad extranjera a cerrarlas. El
combate acabó
después de las 10 de la mañana, cuando el
«Huáscar» tenía al estado mayor exterminado, la
tripulación reducida a una cuarta parte, fuego a bordo y
la artillería paralizada. Si el mar no hubiera estado en
calma, el monitor se habría hundido aún después de haber
sido capturado, debido a sus averías. Ellas, sin
embargo, no habían malogrado el motor, ni las vías de
agua. De las 216 personas que había a bordo del buque
peruano, murieron peleando no menos 31 y otros tantos
tenían heridas graves. Ningún oficial entregó su espada
porque momentos antes de llegar los chilenos, las
habían arrojado al mar.
El periodista chileno
Enrique Montt pintó de la siguiente manera el camarote
de Grau a la llegada del «Huáscar» a Valparaíso “En un
rincón, hacia el lado de babor, vimos el lecho de Grau:
este rincón estaba sencillamente arreglado; a la
derecha, el lecho colocado sobre una especie de aparador
o cómoda que le servía de catre; al lado y cerca de la
cabecera, un humilde lavatorio de palo de álamo,
barnizado de negro, el suelo estaba tapizado con un
encerado de regular calidad; una elegante espada colgaba
de la pared junto con otras armas, por el piso se veían
desparramadas las hachas de abordaje, sables mohosos y
algunas lozas del servicio particular y doméstico del
comandante del «Huáscar». Recién fue tomado por nosotros
el monitor, estaban colgados a la cabecera los retratos
de su señora esposa y de sus hijos”. Los chilenos no
tuvieron la generosidad, que sí tuvo Grau en Iquique
cuando envió los retratos familiares y efectos de Prat a
su viuda.
La publicación
francesa L’ Annee Maritime que estudió en 1880 con lujo
de detalles esta campaña, llamó al de Angamos un combate
entre las corazas y la artillería. El «Cochrane», lanzó
46 tiros y el “Blanco Encalada" 31 y el “Huáscar" 40