GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO X:

ANGAMOS

1.- Los últimos días en Arica

2.- Los chilenos deciden dar caza al “Huáscar”

3.- ¿Fue de Prado la iniciativa para atacar?

4.- La última noche en Arica

5.- El camino hacia la gloria

6.- Angamos según partes oficiales

7.- Angamos según los historiadores

8.- Lo que dijeron los chilenos

9.- Nuestra palabra

 

7.- Angamos según los historiadores 

Don Rubén Vargas Ugarte en el X Tomo de la “Historia General del Perú” relata el cruento suceso del siguiente modo: 

A las 12 de la noche se divisaron las luces de Antofagasta. El monitor entró en el fondeadero, mientras la «Unión» seguía a Punta de Tetas. A las 3 y 30 a.m. volvieron a unirse las dos naves y prosiguieron hacia el norte, navegando a dos o tres millas de la tierra. Según A. García y García, comandante de la «Unión», que seguía las aguas del  «Huáscar», el monitor se desvió rápidamente hacia el O. y luego al SO. haciendo la señal de buques enemigos. Así era en efecto,  el humo de cuatro buques se veía  distintamente hacia el Norte y muy cerca de los barcos peruanos- Eran las 4 y 30 hs. Y aunque la luna estaba fuera, el tiempo estaba brumoso, el viento fresco del sur, desfavorable al  «Huáscar», y la «Unión» maniobró a fin de colocarse entre el  «Huáscar» y los enemigos, los cuales se dirigieron a la «Unión» cuyo humo divisaban, en tanto que el  «Huáscar» continuaba hacia el norte, en la dirección más favorable a su marcha. A las 5 y 30 había aclarado bastante y entonces se dio cuenta Grau que sus perseguidores, eran un blindado y tres barcos más. En cuanto fuimos reconocidos - dice García y García -  estando el  «Huáscar» como tres millas al norte, los barcos chilenos gobernaron todos a su demanda. La «Unión» pasó a colocarse entre unos y otros, manteniendo una distancia de cinco a seis mil metros.           

En el «Huáscar» se dieron perfecta cuenta de la aproximación del enemigo e hicieron rumbo al S.O. para alejarse de la costa y de la dirección que seguían los contrarios: el «Blanco Encalada», la «Covadonga» y el” Matías Causiño”, y del primero de los cuales lo separaba una distancia de 6 millas, emprendieron la caza del «Huáscar», pero poco después el “Matías Causiño” se dirigió  a Antofagasta; según la narración de Carvajal se dio toda la fuerza posible a las máquinas, con un andar de diez y tres cuartos  de milla, con lo cual el «Huáscar» quedó con su derrota libre hacia el norte, siendo perseguido por los buques citados 

Combate de Angamos

Continúa don Rubén Vargas Ugarte narrando la acción de Angamos según el parte de Carvajal hasta un poco después de la muerte de Grau, y luego dice: La Torre, comandante de esta nave (el «Cochrane») al ver caer la bandera del palo mayor del «Huáscar», creyó que se rendía, pero como esta nave prosiguiera sus movimientos y poco después el oficial Enrique Palacios reponía el pabellón bajo los fuegos del enemigo, intentó espolonear al «Huáscar», este pudo evitar el encuentro, pero vino a quedar entre el «Cochrane» y el «Blanco Encalada» que se acercaba rápidamente; este último, sin dejar de hacer fuego, intentó también de echarse sobre el «Huáscar», pero el monitor logró esquivar el golpe y no pudo hacer otra cosa sino enderezar su proa hacia el norte. Los primeros disparos del «Cochrane» habían perforado el blindaje de la sección de la torre del monitor, un pie sobre la línea de agua. Otro proyectil estalló dentro de esta sección poniendo fuera de combate a doce hombres. Otro destrozó las cadenas de la caña del timón de combate y hubo que gobernar con aparejos. Diez minutos después,  refiere Carvajal, un proyectil chocó en la torre del comandante, la perforó y estallando dentro hizo volar al contralmirante y dejó muy mal herido a su ayudante Diego Ferré. Sigue el Historiador Vargas Ugarte la narración de Carvajal, hasta el momento en que Gárezon asume el mando y envía al Alférez Ricardo Herrera, a decir al jefe de máquinas que abra las válvulas, lo cual se ejecutó en el acto, habiendo sido necesario para ello parar las máquinas. Eran las 10, 30 y el buque empezaba a hundirse por la popa y estando detenida la   nave, se acercaron  a ella los botes enemigos, a los cuales no pudimos rechazar por haberse inutilizado las armas que poseíamos. Cuatro tripulantes se lanzaron al agua y perecieron ahogados. Los restantes 165 fueron hechos prisioneros, en su mayoría heridos, muchos de gravedad. 

En Mejillones fueron enterrados 31 cadáveres del «Huáscar» y también desembarcaron los heridos graves entre ellos Enrique Palacios con 19 heridas 

El historiador Jorge Basadre, relata el combate de Angamos del siguiente modo: Al amanecer del 8 de octubre de 1879 entre Mejillones y Antofagasta fueron vistos el «Huáscar» y la «Unión»  por una de las patrullas en que estratégicamente se había dividido la escuadra chilena.( «Blanco Encalada», «Covadonga» y “Matías Causiño) Habían esquivado las naves peruanas este peligro, cuando tres humos más aparecieron  en el horizonte. Eran en «Cochrane», el “O’Higgins y el “Loa». El combate se hizo inevitable para el monitor. La «Unión» se retiró empleando la mayor rapidez de su andar. Si no había logrado escapar, Grau hubiese al menos podido hundir o embarrancar a su buque. No lo hizo así y afrontó la lucha que empezó a las 9 y 18 minutos. Los disparos del «Huáscar» hacían poco daño en el «Cochrane», el pesado y robusto blindado de 3.600 toneladas, con gruesa armadura, cuyas balas (Palliser) causaban terrible estrago en el viejo monitor. A poco el «Blanco Encalada» participaba en la acción haciendo su primer disparo ya a 600 yardas. Una granada reventó en la torre de mando del «Huáscar» a las 9 y 35 minutos y Grau quedó hecho pedazos, así como su ayudante Diego Ferré. También murieron luego su sucesor, en el comando, el Capitán de Corbeta Elías Aguirre y el Teniente 1ª José Melitón Rodríguez que lo reemplazó. Otro de los jefes, el Teniente 2ª Enrique Palacios, que recogió la bandera caída en medio del combate y la restableció en el tope del pabellón, llegó a sumar en su cuerpo catorce heridas para sucumbir más tarde. “Luchando en condiciones que en repetidas ocasiones llegaron a ser desesperantes, a causa de que la artillería chilena llegó a destruir dos veces los aparatos de gobierno del blindado peruano y del defecto del espolón del «Huáscar» (dice Ekdahl, historiador militar de la guerra al servicio de Chile), el buque no sólo supo librarse de los repetidos ataques al espolón de los dos blindados chilenos, sino que tomó resueltamente la ofensiva como  en el momento oportuno de intentar  espolonear  al «Blanco Encalada». Durante todo el tiempo usó el «Huáscar» su artillería con bastante provecho y persistió a la vez con energía incansable en buscar el camino libre hacia el N.O.” dice Ekdahl. 

Hubo un momento en que la driza  que sustentaba al pabellón del monitor fue cortada por una bala, pero arreglado el daño inmediatamente, como ya se ha anotado, el pabellón volvió a ser izado al tope. Dice una versión chilena que fue una estratagema  para atraer a uno de los blindados cerca del espolón; porque  ninguna señal dio de abandonar el combate. He aquí una descripción  del aspecto del buque, según el historiador chileno Ekdahl: “Botes hechos pedazos, igual el pescante, ventiladores, cadenas, mamparas, sobreestantes, la torre de mando, las falcas, retorcidas o pulverizadas y en confusa mezcla con cascos de granada, trajes de marinero, cabos rotos, regueros de sangre que en ciertos sitios formaban verdaderos charcos. La cámara de oficiales era una mezcla confusa de cadáveres, fusiles rotos, astillas, medicamentos y vasijas”. 

El cuarto oficial, eniente  Pedro Gárezon, dio la orden para que se abrieran las válvulas como medio de inundar el buque y hundirlo. Revólver en mano los marineros chilenos que abordaron al monitor, obligaron a los maquinistas de nacionalidad extranjera a cerrarlas. El combate acabó después de las 10 de la mañana, cuando el «Huáscar» tenía al estado mayor exterminado, la tripulación reducida a una cuarta parte, fuego a bordo y la artillería paralizada. Si el mar no hubiera estado en calma, el monitor se habría hundido aún después de haber sido capturado, debido a sus averías. Ellas, sin embargo, no habían malogrado el motor, ni las vías de agua. De las 216 personas que había a bordo del buque peruano, murieron peleando no menos 31 y otros tantos tenían heridas graves. Ningún oficial entregó su espada porque momentos antes de llegar los chilenos, las  habían arrojado al mar. 

El periodista chileno Enrique Montt pintó de la siguiente manera el camarote  de Grau a la llegada del «Huáscar» a Valparaíso “En un rincón, hacia el lado de babor, vimos el lecho de Grau: este rincón estaba sencillamente arreglado; a la derecha, el lecho colocado sobre una especie de aparador o cómoda que le servía de catre; al lado y cerca de la cabecera, un humilde lavatorio de palo de álamo, barnizado de negro, el suelo estaba tapizado con un encerado de regular calidad; una elegante espada colgaba de la pared junto con otras armas, por el piso se veían desparramadas las hachas de abordaje, sables mohosos  y algunas lozas del servicio particular y doméstico del comandante del «Huáscar». Recién fue tomado por nosotros el monitor, estaban colgados a la cabecera los retratos de su señora esposa y de sus hijos”. Los chilenos no tuvieron la generosidad, que sí tuvo Grau en Iquique cuando envió los retratos familiares y efectos de Prat a su viuda. 

La publicación francesa  L’ Annee Maritime que estudió en 1880 con lujo de detalles esta campaña, llamó al de Angamos un combate entre las corazas y la artillería. El «Cochrane», lanzó 46 tiros y el “Blanco Encalada" 31  y el “Huáscar" 40