GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO X:

ANGAMOS

1.- Los últimos días en Arica

2.- Los chilenos deciden dar caza al “Huáscar”

3.- ¿Fue de Prado la iniciativa para atacar?

4.- La última noche en Arica

5.- El camino hacia la gloria

6.- Angamos según partes oficiales

7.- Angamos según los historiadores

8.- Lo que dijeron los chilenos

9.- Nuestra palabra

 

1.- Los últimos días en Arica 

En 1880 debían de celebrarse elecciones generales para la transmisión del mando a realizarse en agosto. Los dirigentes políticos de Lima habían empezado a moverse buscando el mejor candidato para presentarlo por su agrupación. Es decir,  que la clase dirigente de Lima con  irresponsabilidad, trataba de ignorar  la gravedad con que se iban desarrollando los sucesos del sur, como si la guerra no fuera también con ellos. Fue por eso, que aprovechando los triunfos de Grau y la popularidad que había logrado, el Partido Civil pensó en él para candidato a la Presidencia de la República y de alguna manera se le hizo conocer la idea a doña Dolores Cabero esposa del contralmirante, la cual escribió al marino, sobre esa propuesta. La reacción de Grau fue inmediata y contraria y eso se puede apreciar en la carta que envió el 27 de Setiembre a doña Dolores. 

Quizá los civilistas hubieran insistido con Grau, si éste no hubiera muerto heroicamente días después. Entonces pensaron en el contralmirante Lizardo Montero, cuando ya los chilenos habían ocupado Tarapacá. Fue así como le enviaron una comunicación y le pedían el máximo esfuerzo de lograr una victoria sobre Chile para afianzar su popularidad, es decir, que no se invocaban los sagrados intereses de la patria para lograr la victoria, sino los mezquinos de la política. Sucedió, sin embargo, que Montero y el presidente boliviano, general Campero fueron vencidos por los chilenos en el Alto de la Alianza y luego vino la debacle nacional.  

A continuación damos la carta que el contralmirante Grau envió a su esposa  Doña Dolores Cabero de Grau. 

 

Monitor «Huáscar», Arica Setiembre 27 de 1879. 

Muy queridísima esposa: 

Ayer tuve el grato placer de recibir tu ansiada y esperada cartita del 19 en curso, cuya lectura me llenó de contento porque me anunciabas que tú, vida mía, y los niños se conservaban a Dios gracias sin novedad. Te aseguro esposa querida, que tanto como tú, lamento la inseguridad que hay ahora con la venida y salida de los vapores; pues me parece que sólo cada siglo recibo carta tuya, razón por la cual más me aburro de estar separado de ti tanto tiempo. 

Sin embargo, tu crees que no te extraño y que cuando te escribo, es sólo el momento en que me acuerdo de ti, lo que te prometo no es exacto, porque te tengo siempre presente en mi memoria y en el corazón. 

Hoy tengo que salir acompañando al “Chalaco” que lleva tropa para Iquique; regresaremos mañana a este puerto, donde espero al vapor que debe llevarte  esta carta,  anunciándote que yo sigo bien de salud. 

Se está moviendo el buque con el balance, que apenas puedo escribir. Tu mamá me ha mandado una gorra muy lujosa. Salúdala y dale las gracias en mi nombre. Parece que ella te ha ocultado que me la enviaba, porque creías que era regalo de Dolores.

Había resuelto no contestarte nada respecto al asunto presidencia, porque francamanente,  me parecía era una broma, pero al ver que me lo repites nuevamente con cierta seriedad, debo decirte, que no pienso en tal cosa; por lo menos por ahora, que aún conservo la razón. 

No recuerdo si en alguna de mis anteriores te he dicho que he resuelto definitivamente quedarme de simple comandante del Huáscar y al tomar esa medida, ha sido obligado por varias razones entre otras la de tener que huir a la vista de un blindado como lo hago ahora,  con mi insignia izada; cosa que no podría soportar sin morirme de vergüenza como almirante. Segundo: que yo no veo un solo jefe, para comandante del «Huáscar», que maneje este buque como lo hago yo, por la larga experiencia que tengo de él. Esto puede ser vanidad o todo lo que se quiera, pero es la pura verdad. 

Luego el Gobierno al remitirme el despacho, ha debido también mandarme  el nombramiento de Comandante General de la escuadra y no dejarme de simple jefe de la ridícula división que tenía a mi cargo, en fin hay otras circunstancias más que sería largo enumerar. Hazme el favor de reservar esta, porque no conviene todavía que se sepa. Sólo a mi hermana Dolores se lo puedes referir, con la indicación conveniente. 

Para proceder con decencia en este asunto, renuncié también al sueldo de contralmirante, pero el director de la Guerra no ha aceptado esta parte. 

No dejes de darle a la madre del barbero Flores, treinta y dos soles que me ha entregado por este mes .El Colán se ha gastado todo su sueldo, pues poco rato después de haberle pagado, dijo que ya no tenía, dale, sin embargo, los nueve soles a María. 

No olvides de decirle a Gómez que vaya a la “Paternal” a cobrar la inscripción ya vencida de María Luisa. Con parte de este dinero puedes complarle a los muchachos un poco de ropa de paño y blanca. 

Necesito un retrato grande para la Municipalidad de Sucre. Mándalo hacer donde Courret. Te mando un barrilito de aceitunas para que me hagas el favor de enviárselo a Rosita Orbegoso a mi nombre y sin que nadie lo sepa para que no se resientan otros. 

Ahora cuatro días cuando estuve en Ilo, me dijo Vicente Vico (alias) Garibaldi, que te había mandado por conducto de su agente un barrilito de aceitunas, pero que ignoraba si lo has recibido o no porque nada le has contestado 

Creo vida mía que me olvidé darte las gracias por el riquísimo dulce que me mandaste con Ferreyros, recíbelas pues, aun que sea tarde. 

En mi cámara  nada puedo tener, porque como somos tantos de mesa, se consume todo lo que se compra, al instante. Dile a mi hermana Dolores, que después de cerrada su carta, me acordé de pedirle que cuando haya guayabas, me haga un poco de dulce de esa fruta.

Septiembre 28 

Son las 12 y media del día y acabo de fondear de regreso de Iquique. Aquí me he encontrado con un vapor alemán, que probablemente saldrá hoy día directo al Callao, así que felizmente vas a recibir esta carta con más anticipación que lo que yo había pensado, pues el vapor de la carrera tiene ya dos días de atraso, y no está aún a la vista. 

También he encontrado otro vapor del norte, que seguramente me habrá traído  carta tuya. Ya he mandado un bote a tierra por ella. Ojalá no sufra alguna decepción, pues es el único consuelo que tengo por acá, es ver tus cariñosas letras. 

No dejes de mandarme hacer un terno de ropa de uniforme, con sus respectivas insignias, menos presillas y gorra que ya me han regalado. 

Mis cariños a los muchachos y tú vida mía, recibe un abrazo junto  con el corazón de tu esposo que te idolatra. Miguel 

Saluda a todos los amigos. He leído tu cariñosa cartita del 23, en estos momentos, y por ella sé que a Dios gracias, que tú, vida mía y los niños quedaban sin novedad. No te digo más,porque temo se vaya el vapor alemán........(ilegible)...siempre borracho, ayer lo castigó Aguirre bañándolo  porque se emborrachó y nos dejó sin almorzar.. Recibe un millón de caricias en premio a tu deseada y larga cartita.

Miguel 

 

El mismo día que Grau partió de Arica al Sur, escribió apuradamente otra carta corta a su esposa. Sería esa la última comunicación que enviaría a doña Dolores Cabero de Grau. 

 

Monitor  «Huáscar”, Iquique, 30 de setiembre de 1879 

Muy querida esposa: 

Esta tarde llegué a este puerto convoyando al transporte «Rímac» que ha desembarcado la tropa aquí. En este vapor creí recibir carta tuya, desgraciadamente no ha sucedido así, lo que me ha contrariado, pero comprendo que no lo has hecho, porque seguramente ignorarías la salida de esos buques del Callao 

El “Huacho” va a salir para el Callao y he querido vida mía, aprovechar esta oportunidad para ponerte cuatro líneas, saludándote y mandándote un millón de cariños, lo mismo que a los niños.  

Reservado.-Esta misma noche voy a salir con la «Unión» a una corta excursioncita por el sur. No hay peligro ninguno, por consiguiente, no tienes porque alarmarte, ni menos asustarte. Saluda a mis hermanas y a  Gómez, lo mismo que a Misia Luisa y demás familia. 

Con un fuerte y cariñoso abrazo, se despide tu constante esposo que te idolatra y recuerda a cada instante.

Miguel 

P.D. A Justiniano no lo he visto 

 

Con esta carta, Grau no sólo se despide de su esposa e hijos, sino también de sus hermanas y de su cuñado el tnte. coronel Gómez. Sería la última. Lo que llamó pequeña excursioncita, epilogó en Angamos.