1.- Los últimos días
en Arica
En 1880 debían de
celebrarse elecciones generales para la transmisión del
mando a realizarse en agosto. Los dirigentes políticos
de Lima habían empezado a moverse buscando el mejor
candidato para presentarlo por su agrupación. Es decir,
que la clase dirigente de Lima con irresponsabilidad,
trataba de ignorar la gravedad con que se iban
desarrollando los sucesos del sur, como si la guerra no
fuera también con ellos. Fue por eso, que aprovechando
los triunfos de Grau y la popularidad que había logrado,
el Partido Civil pensó en él para candidato a la
Presidencia de la República y de alguna manera se le
hizo conocer la idea a doña Dolores Cabero esposa del
contralmirante, la cual escribió al marino, sobre esa
propuesta. La reacción de Grau fue inmediata y contraria
y eso se puede apreciar en la carta que envió el 27 de
Setiembre a doña Dolores.
Quizá los civilistas hubieran insistido con Grau, si
éste no hubiera muerto heroicamente días después.
Entonces pensaron en el contralmirante Lizardo Montero,
cuando ya los chilenos habían ocupado Tarapacá. Fue así
como le enviaron una comunicación y le pedían el máximo
esfuerzo de lograr una victoria sobre Chile para
afianzar su popularidad, es decir, que no se invocaban
los sagrados intereses de la patria para lograr la
victoria, sino los mezquinos de la política. Sucedió,
sin embargo, que Montero y el presidente boliviano,
general Campero fueron vencidos por los chilenos en el
Alto
de la Alianza y luego vino la debacle nacional.
A continuación damos
la carta que el contralmirante Grau envió a su esposa
Doña Dolores Cabero de Grau.
Monitor «Huáscar», Arica Setiembre 27 de 1879.
Muy queridísima esposa:
Ayer tuve el grato placer de recibir tu ansiada y
esperada cartita del 19 en curso, cuya lectura me llenó
de contento porque me anunciabas que tú, vida mía, y los
niños se conservaban a Dios gracias sin novedad. Te
aseguro esposa querida, que tanto como tú, lamento la
inseguridad que hay ahora con la venida y salida de los
vapores; pues me parece que sólo cada siglo recibo carta
tuya, razón por la cual más me aburro de estar separado
de ti tanto tiempo.
Sin embargo, tu crees que no te extraño y que cuando te
escribo, es sólo el momento en que me acuerdo de ti, lo
que te prometo no es exacto, porque te tengo siempre
presente en mi memoria y en el corazón.
Hoy tengo que salir acompañando al “Chalaco” que lleva
tropa para Iquique; regresaremos mañana a este puerto,
donde espero al vapor que debe llevarte esta carta,
anunciándote que yo sigo bien de salud.
Se está moviendo el buque con el balance, que apenas
puedo escribir. Tu mamá me ha mandado una gorra muy
lujosa. Salúdala y dale las gracias en mi nombre. Parece
que ella te ha ocultado que me la enviaba, porque creías
que era regalo de Dolores.
Había resuelto no contestarte nada respecto al asunto
presidencia, porque francamanente, me parecía era una
broma, pero al ver que me lo repites nuevamente con
cierta seriedad, debo decirte, que no pienso en tal
cosa; por lo menos por ahora, que aún conservo la
razón.
No recuerdo si en alguna de mis anteriores te he dicho
que he resuelto definitivamente quedarme de simple
comandante del Huáscar y al tomar esa medida, ha sido
obligado por varias razones entre otras la de tener que
huir a la vista de un blindado como lo hago ahora, con
mi insignia izada; cosa que no podría soportar sin
morirme de vergüenza como almirante. Segundo: que yo no
veo un solo jefe, para comandante del «Huáscar», que
maneje este buque como lo hago yo, por la larga
experiencia que tengo de él. Esto puede ser vanidad o
todo lo que se quiera, pero es la pura verdad.
Luego el Gobierno al remitirme el despacho, ha debido
también mandarme el nombramiento de Comandante General
de la escuadra y no dejarme de simple jefe de la
ridícula división que tenía a mi cargo, en fin hay otras
circunstancias más que sería largo enumerar. Hazme el
favor de reservar esta, porque no conviene todavía que
se sepa. Sólo a mi hermana Dolores se lo puedes referir,
con la indicación conveniente.
Para proceder con decencia en este asunto, renuncié
también al sueldo de contralmirante, pero el director de
la Guerra no ha aceptado esta parte.
No dejes de darle a la madre del barbero Flores, treinta
y dos soles que me ha entregado por este mes .El Colán
se ha gastado todo su sueldo, pues poco rato después de
haberle pagado, dijo que ya no tenía, dale, sin embargo,
los nueve soles a María.
No olvides de decirle a Gómez que vaya a la “Paternal” a
cobrar la inscripción ya vencida de María Luisa. Con
parte de este dinero puedes complarle a los muchachos un
poco de ropa de paño y blanca.
Necesito un retrato grande para la Municipalidad de
Sucre. Mándalo hacer donde Courret. Te mando un
barrilito de aceitunas para que me hagas el favor de
enviárselo a Rosita Orbegoso a mi nombre y sin que nadie
lo sepa para que no se resientan otros.
Ahora cuatro días cuando estuve en Ilo, me dijo Vicente
Vico (alias) Garibaldi, que te había mandado por
conducto de su agente un barrilito de aceitunas, pero
que ignoraba si lo has recibido o no porque nada le has
contestado
Creo vida mía que me olvidé darte las gracias por el
riquísimo dulce que me mandaste con Ferreyros, recíbelas
pues, aun que sea tarde.
En mi cámara nada puedo tener, porque como somos tantos
de mesa, se consume todo lo que se compra, al instante.
Dile a mi hermana Dolores, que después de cerrada su
carta, me acordé de pedirle que cuando haya guayabas, me
haga un poco de dulce de esa fruta.
Septiembre 28
Son las 12 y media del día y acabo de fondear de regreso
de Iquique. Aquí me he encontrado con un vapor alemán,
que probablemente saldrá hoy día directo al Callao, así
que felizmente vas a recibir esta carta con más
anticipación que lo que yo había pensado, pues el vapor
de la carrera tiene ya dos días de atraso, y no está aún
a la vista.
También he encontrado otro vapor del norte, que
seguramente me habrá traído carta tuya. Ya he mandado
un bote a tierra por ella. Ojalá no sufra alguna
decepción, pues es el único consuelo que tengo por acá,
es ver tus cariñosas letras.
No dejes de mandarme hacer un terno de ropa de uniforme,
con sus respectivas insignias, menos presillas y gorra
que ya me han regalado.
Mis cariños a los muchachos y tú vida mía, recibe un
abrazo junto con el corazón de tu esposo que te
idolatra. Miguel
Saluda a todos los amigos. He leído tu cariñosa cartita
del 23, en estos momentos, y por ella sé que a Dios
gracias, que tú, vida mía y los niños quedaban sin
novedad. No te digo más,porque temo se vaya el vapor
alemán........(ilegible)...siempre borracho, ayer lo
castigó Aguirre bañándolo porque se emborrachó y nos
dejó sin almorzar.. Recibe un millón de caricias en
premio a tu deseada y larga cartita.
Miguel
El mismo día que Grau
partió de Arica al Sur, escribió apuradamente otra carta
corta a su esposa. Sería esa la última comunicación que
enviaría a doña Dolores Cabero de Grau.
Monitor «Huáscar”, Iquique, 30 de setiembre de 1879
Muy querida esposa:
Esta tarde llegué a este puerto convoyando al transporte
«Rímac» que ha desembarcado la tropa aquí. En este vapor
creí recibir carta tuya, desgraciadamente no ha sucedido
así, lo que me ha contrariado, pero comprendo que no lo
has hecho, porque seguramente ignorarías la salida de
esos buques del Callao
El “Huacho” va a salir para el Callao y he querido vida
mía, aprovechar esta oportunidad para ponerte cuatro
líneas,
saludándote y mandándote un millón de
cariños, lo mismo que a los niños.
Reservado.-Esta misma noche voy a salir con la «Unión» a
una corta excursioncita por el sur. No hay peligro
ninguno, por consiguiente, no tienes porque alarmarte,
ni menos asustarte. Saluda a mis hermanas y a Gómez, lo
mismo que a Misia Luisa y demás familia.
Con un fuerte y cariñoso abrazo, se despide tu constante
esposo que te idolatra y recuerda a cada instante.
Miguel
P.D.
A Justiniano no lo he
visto
Con esta carta, Grau
no sólo se despide de su esposa e hijos, sino también de
sus hermanas y de su cuñado el tnte. coronel Gómez.
Sería la última. Lo que llamó pequeña excursioncita,
epilogó en Angamos.