2.- Apreciaciones sobre la acción de
Antofagasta
Los transportes “Itata” y
“Rímac” con los cuales se tropezó Grau al entrar en el
puerto de Antofagasta, seguramente eran los barcos que pocas
horas antes habían desembarcado 3.500 soldados y gran
cantidad de armamento
El 26 de mayo, los chilenos
estaban preparando en Antofagasta, un homenaje a Carlos
Condell, al cual consideraban héroe nacional. La población
estaba embanderada, las bandas militares tocaban música y
7.000 soldados habían formado. Estaba por iniciarse la
ceremonia cuando el “Huáscar “ irrumpió en la bahía y lanzó
un cañonazo, que hizo desbandar al público, poner en alerta
a los soldados y a la defensa del puerto y suprimir la
ceremonia. La “Covadonga” prontamente se colocó detrás de 10
barcos mercantes extranjeros y delante de la población. En
la noche de ese mismo día aprovechando la confusión que
causaba la presencia del “Huáscar” en la bahía, la hez
chilena del pueblo de Antofagasta salió a las calles a robar
y saquear, obligando al ejército a intervenir. Días más
tarde de estos sucesos se ocupó el diario “El Mercurio” de
Valparaíso.
El “Huáscar” hizo seis disparos con
los gruesos proyectiles
de 300 libras, contra la planta
condensadora, a la cual malogró pero no llegó a destruir. La
planta había sido construida años atrás para atender las
necesidades de agua de la población, y con la llegada del
ejército chileno, se había más que doblado el número de los
que la utilizaban, por cuyo motivo se había racionado su
uso. La escuadra chilena se abocó al arreglo de la planta
para evitar que el ejército chileno allí acantonado
padeciera los rigores de la sed.
Grau no quiso cañonear los
depósitos de salitre que habían en Antofagasta, y que Chile
exportaba a Inglaterra a cambio de armas. Fue sin duda un
error de Grau llevado por sus buenos sentimientos, porque el
incendio hubiera producido una gran humareda que habría
afectado a la población. Sin embargo, el comandante del
“Huáscar” bien pudo tener en cuenta que los chilenos si
incendiaron los depósitos de Salitre de Pisagua. Si Grau
hubiera incendiado los depósitos de Antofagasta le hubiera
creado un gran problema al ejército chileno acantonado en
ese lugar.
Cuando el 27 de mayo detuvo
Grau al vapor inglés “Ayacucho”, pudo leer periódicos y
tener noticias sobre la escuadra chilena que había salido
desde el 17 de Iquique rumbo al Callao y ya había regresado,
estando desde el 26 en el puerto de Pisagua. Eso decidió a
Grau tener más prudencia pero de todos modos incursionó en
la caleta de Cobija
El 29 de mayo estaba Grau en
Iquique y allí lo fue a visitar a bordo el presidente Prado,
el que le dio nuevas instrucciones, en sentido que pasara a
Ilo a recoger carbón y luego retornase a Arica. El “Huáscar”
pasó la noche mar afuera y cuando en la mañana del 30 de
mayo volvía al fondeadero de Iquique, se topó con la
escuadra chilena a sólo 5 millas de distancia, por lo cual
Grau puso rumbo al O.E. y luego al norte, siendo perseguido
por el «Blanco Encalada” y por la corbeta “Magallanes”,
pero a causa de que el enemigo estaba con el carbón
racionado, tuvieron que abandonar la caza después de tres
horas. Dos horas después, el “Huáscar” pudo ver a lo lejos a
un barco que llevaba a remolque a otro más pequeño, hizo un
disparo de aviso y se acercó, logrando distinguir al “Matías
Causiño” que llevaba a remolque una barca a la que abandonó
para huir frente a Camarones. Durante dos horas persiguió a
la nave enemiga, la que logró zafarse.
Grau cumplió con mucha
prontitud todo lo dispuesto por el presidente en forma tal
que el 1° de junio estaba en Arica. El 2 de junio estaba
frente a Pisagua y siguió, de tal modo que el 3 a las 5.50
de la madrugada, entre Huanillos y Punta Lobos pudo ver como
a 10 millas de distancia dos humos que creyó eran barcos
menores de la escuadra enemiga, por cuyo motivo se les
acercó hasta 5 millas, porque el tiempo estaba brumoso y
recién pudo ver que se trataba otra vez, del acorazado
“Blanco Encalada” y de la corbeta “Magallanes” que estaban
en busca de la “Chacabuco” y la “O’Higgins” para
auxiliarlas, pues no tenían carbón y avanzaban a vela. Como
también buscaban al “Huáscar” al casi toparse con él,
dirigieron su proa hacía el monitor. El momento era
realmente crítico para Grau, pues su buque por estar
utilizando carbón de baja calidad sólo estaba desarrollando
9 millas por hora.
El enemigo inició la cacería
del monitor, donde Grau para quitarle peso inútil arrojó
parte del carbón al mar y soltó dos lanchas, Los chilenos
pensaron que dichas lanchas eran torpedos y para
esquivarlas perdieron tiempo, lo que aprovecho el “Huáscar”
para distanciarse, aunque no lo suficiente, como para que el
“Blanco Encalada” empezara a disparar, cuando eran las 12.50
del medio día. Los dos primeros tiros con muy buena puntería
de los chilenos, cayeron a bastante distancia de la popa
del monitor. Grau creyó que el combate era inevitable y
convocó a su tripulación a cubierta y la arengó, luego cada
uno fue a sus puestos. Cuando la distancia era de 3.500
metros hace el “Huáscar” su primer disparo, en buena
dirección pero también corto. Llegó la noche y como la luna
alumbraba bastante, siguió la persecución hasta las 12. 50
de la madrugada en que habiendo logrado el “Huáscar”
aumentar la distancia, el enemigo cesó de perseguirlo,
frente a Sama al norte de Arica, tras de 18 horas en que se
recorrió un gran trecho de la costa sur. El blindado
chileno había hecho 14 disparos y el barco peruano 7. A la
mañana siguiente, es decir, el 4 de Junio entró Grau al
puerto de Mollendo donde el pueblo le tributó un gran
recibimiento pues en todo el Perú y también en Chile se
conocían sus proezas
El sábado 7
de junio llegaba al Callao tras de 28 días de ausencia, pues
había salido el 16 de mayo. Si se hace un balance de este
corto tiempo, se puede apreciar que Grau mostró valor,
serenidad, pericia y mucha magnanimidad en la lucha, lo cual
da un balance positivo para su naciente gloria. Pero para el
Perú el resultado fue negativo por la pérdida de la
“Independencia” y porque no se pudo asestar fuertes golpes
al enemigo. Si Grau hubiera sido menos generoso y no se
hubiera dejado llevar de su carácter, sin duda que el Perú
pudo haber capitalizado en mejor forma todo el accionar de
Grau. Chile había iniciado una guerra sin consideraciones de
ninguna clase como fue la destrucción del pequeño pueblo de
Pisagua y con esos antecedentes, bien pudo haberse mostrado
más severo frente al puerto de Antofagasta.