GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO VIII:

LA GUERRA DE CHILE CONTRA GRAU

1.- Grau frente a Antofagasta

2.- Apreciaciones sobre la acción de Antofagasta

3.- Otra vez en Lima

4.- El segundo combate de Iquique: cartas de pésame

5.- La captura del “Rímac”

6.- El último cumpleaños

7.- Cerca de Valparaíso

8.- Grau ataca Antofagasta

9.- Carta de pésame por los Heros

 

5.- La captura del “Rímac” 

La fragata “Unión” había llegado el mismo día 16 de julio, a Arica desde el Callao y se había unido al “Huáscar”, pues la 1ra. y la 2da. División Naval  se  habían refundido en una sola bajo el comando de Grau, por la  pérdida de la “Independencia” 

Prado cuando recibió información del bombardeo de Iquique retornó precipitada- mente a Arica e impartió órdenes a Grau, que contando también con la “Unión”  partiera de inmediato al sur, pues el contralmirante Montero supo.  que iban a viajar tropas de Valparaíso a Antofagasta.   

Las acciones que realizaron el  «Huáscar» y la «Unión» en esta salida son narradas por Grau en el parte que elevó al Presidente Prado a su retorno a Arica. Dicho parte decía lo siguiente: 

Comandancia General de la Primera División Naval. A bordo del  «Huáscar», al ancla Arica Julio 25 de 1879. 

Excelentísimo  señor General, Director de la Guerra. - Excelentísimo Señor.

 En armonía  con las instrucciones y órdenes que recibiera de Ud. para buscar y hostilizar al enemigo en las costas del sur, junto con la corbeta La Unión y al mando de ambos buques, tengo el honor de elevar al conocimiento de V.E.  el presente parte sobre los resultados de mi comisión. 

El 17 de los corrientes a las 3 h.a.m. zarpamos del puerto, después de haber convenido con el jefe de la Segunda División Naval, capitán de navío don Aurelio García y García, los mejores medios para llenar nuestro cometido. Navegamos bien retirados de la costa  a una distancia tal, para que no pudiéramos ser vistos por los enemigos. A las 12 h.m. pasamos frente a Pisagua y a las 5 h.p.m. por Iquique. A las 9 h. a.m. del día 18 reconocimos al norte de Mejillones de Bolivia, un buque de guerra que resultó ser la barca inglesa “Lady Vore de Vore” que cuatro días antes había zarpado de dicho puerto, con un cargamento de guano con destino a Liverpool. De este buque obtuve algunos datos referente a los transportes enemigos. Continuamos en demanda del puerto de Antofagasta, y al encontrarnos ocho o diez millas del punto Tetas, se avistó un vapor hacia la cuadra de babor que llevaba un rumbo opuesto al convoy.  Inmediatamente ordené a La «Unión»  que fuera a reconocerlo, mientras yo hacia lo mismo pegándome a la costa. Como el vapor se asemejara al buque enemigo “Abtao”, activé la persecución y a las 5 h.p.m. entre al puerto de Mejillones siguiendo sus aguas y resultó ser la cañonera “Hugòn” de la marina de guerra francesa que venia en viaje a Coquimbo. Nuestro inevitable arribo al puerto ya indicado, frustró el primitivo plan, porque supuse y con fundamento, que de allí se comunicaría por tierra a Antofagasta nuestra llegada, como pasó en otra ocasión. Por tal motivo desistí de mi propósito y resolví continuar mi viaje a las costas de Chile.  

En las primeras horas del día 19, y a 21 millas de tierra encontramos varios buques mercantes de vela. Mientras yo reconocía a algunos de ellos, ordené que hiciera lo mismo La «Unión»  con él que tenía más próximo. Del examen efectuado por la corbeta, resultó que el buque era la fragata “Adelida Rojas” cargada con carbón chileno, que enarbolaba indebidamente la bandera nicaragüense y se la despachó al Callao con dotación de la misma corbeta, para que fuera juzgada por el tribunal respectivo. 

En la mañana del 20 y frente a Charanal, se capturó por La «Uniòn», el bergantín  “E. Sancy Jack”, cargado de cobre y en las mismas condiciones del anterior buque, por lo que se le despachó al Callao, con igual objeto. Como en estos momentos salía de Charanal el vapor inglés “Santa Rosa”, mientras yo reconocía  el puerto, ordené a la «Uniòn»  que continuara  inmediatamente su marcha al referido puerto para llegar antes que el vapor y ver si se podía capturar algún transporte enemigo. Una vez en el puerto notifiqué  al jefe militar de la plaza, iba a proceder a la destrucción de las lanchas haciéndolo responsable de las represalias que pudiera tomar, en caso de que se me hostilizara, asì se hizo con todas ellas, sin que se opusiera la menor resistencia. 

A las 2 p.m. zarpé con rumbo a Caldera y a las 5 h. p.m. encontré en la boca del puerto a La «Uniòn». Media hora después penetró en el puerto siguiendo mis aguas la corbeta, sin que ninguno de los fuertes o baterías nos hicieran fuego, sin embargo, de habernos colocado a su alcance. Después de tres horas, esto es, a las 8 y 30 pm zarpé de Caldera  con rumbo al Sur, sin que hubiéramos encontrado en el puerto ningún buque enemigo. 

En la mañana del 21 entré en Huásco y como en Charanal, destruí todas las lanchas, mientras igual operación hacíamos en Carrizal con la Unión. A las 5 de la tarde entré también a este último puerto, para salir media hora después de haberlo reconocido. Al siguiente día volví por segunda vez a Charanal  y saqué a remolque a la barca nicaragüense “Adriana Lucía” cargada de cobre y que por encontrarse en condiciones análogas a las anteriores, fue remitida al Callao al mando y cuidado de un oficial y dos guardia marinas y ocho marineros de este buque. La corbeta entró esa misma tarde al puerto Pan de Azúcar y rompió todas las lanchas que allí existían. El resto del día pasó sin que ocurriera ninguna novedad  importante hasta las 8h.pm encontramos un vapor, que reconocido resultó ser el “Chala” de la Compañía Inglesa de Vapores, que había salido de Antofagasta con destino a Caldera el día anterior  Nos comunicó que se encontraba en dicho puerto el transporte chileno “Itata”, en el que había llegado  últimamente de Valparaíso, una Comisión compuesta de varios jefes del ejército y presidida por el ministro  de estado  Domingo Santa María. En la tarde se le dio el “rendez vous” al comandante  García y García para que amaneciera  con la «Unión» de 20 a 25 millas  de Antofagasta  para operar ambos sobre este puerto. A las 6 AM del 23, pocas millas al sur del puerto ya nombrado, descubrí en el horizonte hacia el norte dos humos e inmediatamente ordené se diera todo el andar al buque, pues  suponía que alguna nave perseguía a la corbeta, o que ésta daba caza  a un transporte. Una hora después pude ver que se efectuaba lo último y goberné a cortarle la retirada al transporte. La corbeta, merced a su rápido andar y hábil manejo, acortaba la distancia visiblemente. El buque enemigo que al principio huía  al N.O.  encontrábase acosado en su fuga por los nuestros, que estrechaban la distancia instante por instante. La “Unión” le hacía  al mismo tiempo algunos cañonazos con las piezas de menor calibre. A las 10.15 a.m. estaba el  «Huáscar» a tiro de cañón y disparé por la vía de intimidación, una de las piezas de 300, cuyo proyectil pasó sobre la proa del transporte. Nos alistábamos para hacerle un segundo disparo, cuando el “Rímac” enarboló  en su palo trinquete,  la bandera blanca: estaba rendido.  Inmediata-

Captura del "Rimac"

mente llegué a su costado y envié botes con oficiales, soldados y tripulantes para recibir el buque, nombrando al mismo tiempo como comandante provisorio de dicho transporte, al capitán de fragata graduado  don Manuel Meli- tón Carvajal. A su bordo venía de transporte el escuadrón  “Carabineros de Yungay”, fuerte de 258 plazas, inclusive 15 individuos entre jefes y oficiales. Este cuerpo viene al mando del teniente coronel Bulnes. En el “Rímac” han venido también 215 caballos, una gran cantidad de carbón, armamento, proyectiles y otros artículos importantes de guerra, cuyo inventa- rio se está actualmente haciendo y que remitiré oportunamente a V.E. La caza duró cerca de 4 horas y a consecuencia de los disparos de la «Uniòn» murió un soldado y salieron cuatro heridos, todos ellos del escuadrón “Carabineros de Yungay”. Se ordenó también  que de a bordo de la “Unión”, pasen al transporte otros oficiales y tripulantes. Así mismo, varios de los prisioneros  fueron transbordados a este buque y a la Unión. Entre los prisioneros se encuentra el teniente coronel don Manuel Bulnes, el sargento mayor don Wenceslao Bulnes, el capitán del buque don Pedro Lantrup y otros varios. El capitán de fragata don Ignacio Luis Gana con otros pasó a la Unión. En el resto del viaje  hasta este puerto, en el que he fondeado hoy a las 9.30 a.m. no ha ocurrido nada importante. Al concluir permítome  el honor de felicitar a V.E. y al país por el triunfo moral obtenido sobre el enemigo, a arrebatándole en noble lid, uno de sus más importantes transportes, como así mismo, uno de los mejores cuerpos que componen su ejército. Todo lo que tengo el honor de poner en  conocimiento de V.E. a fin de que se digne de conceder su aprobación a los procedimientos de que doy cuenta. Tan luego como remita su parte el comandante García y García, tendré el honor de remitirlo a V.E. Dios guarde a V.E. excelentísimo señor. Miguel Grau. 

Como se puede apreciar, Grau era  muy parco y objetivo en su parte, a la par que minucioso, sin hacer ninguna clase de ponderaciones de su acto al cual considera sólo como un triunfo moral, lo que indudablemente era cierto, pues la captura del “Rímac” no variaba el curso de la guerra, no obstante lo cual, impactó tremendamente en Chile donde las masas populares en son de protesta cometieron graves desmanes.  

Cuando la “Unión” avistó, al “Rímac” le hizo tres disparos con un cañoncito de sòlo 9 libras, los que impactaron, causando bajas en el enemigo. Después que el “Rímac” se rindió se observó que los carabineros arrojaban sus armas al mar El “Rímac” era un cómodo y nuevo transporte que desplazaba 2.000 toneladas y era el más rápido de la flota chilena. El Capitán paiteño Arellano Jefe de la Columna Constitución vigiló el traslado de 80 prisioneros al  «Huáscar» y 56 a La “Unión “, quedando el resto en el  transporte 

En su recorrido Grau pasó frente a Iquique sin tratar de entrar en la bahía porque sabía que allí se encontraba inmovilizada con el bloqueo la Primera División Naval Chilena. Las lanchas que Grau destruyó en los puertos chilenos estaban cargadas de salitre. Los transportes “Rimac” y “Paquete Maule”, habían salido de Valparaíso el día 20 rumbo a Antofagasta y en el primero iba, el grupo selecto de Carabineros de Yungay , todos los cuales medían más de l.70 m. de estatura. El Ministro Santa Maria que en el “Itata” acababa de llegar a Antofagasta, supo por un mensaje que desde Iquique le fue enviado en el vapor inglés “Colombia” por espías chilenos, que los dos barcos peruanos  patrullaban al sur de Antofagasta .De inmediato telegrafió a Valparaíso para que los dos transportes chilenos no salieran, pero el mensaje llegó tarde y la noticia del mismo trascendió tanto que los periódicos se ocuparon bastante del asunto creándose en las dos ciudades un gran suspenso El día 23 al amanecer entró en Antofagasta  el “Paquete Maule” y eso dio la esperanza de que luego aparecería el “Rímac”, y como el 24 no llegaba,  se creyó que había retornado a Valparaíso. El Supervisor de la Guerra, Santa María, desde Antofagasta,  había enviado urgente  al “Itata” al mando de Patricio Lynch, ordenando al  “Cochrane” que estaba bloqueando Iquique, saliera a toda máquina al encuentro del  «Huáscar», pero el acorazado chileno estaba sin combustible y era remolcado, por el “Itata” hacia la caleta de Caldera.  Si Grau lo hubiera sabido, sin duda habría  dejado al “Rímac” para ir a espolonear al “Cochrane”.. En esos momentos había en Chile una gran confusión en el mando de la Guerra, pues mientras Santa María le ordenaba al almirante Williams Rebolledo levantar el bloqueo de Iquique; el Presidente Pinto ordenaba que mantuviera ese bloqueo a como diera lugar.  

 Mientras tanto a bordo  del “Rimac” se habían estado produciendo desacuerdos entre el capitán del barco, el alemán  Lautrup con el teniente coronel Bulnes, porque el transporte avanzaba muy lentamente y por último no quiso entrar de noche a la bahía de Antofagasta y pernoctó millas afueras para ingresar al amanecer y fue entonces cuando el transporte fue capturado. 

Comentando estos sucesos el el historiador chileno Jorge Inostroza, dice: Todo se unía y combinaba para ayudar al temerario plan trazado por el sagaz marino peruano;  hasta los elementos parecían encajarse  exactamente en sus cálculos. La habilidad de ese solo hombre, el almirante Grau estaba ganando la Guerra del Pacífico. 

El 29 de julio, el capitán del barco francés “Marsella” llegó a Valparaíso haciendo conocer la captura del “Rimac” lo que se divulgó como reguero de pólvora y salió en todos los diarios de Santiago y de Valparaíso. La culpa de la mala conducción de la guerra se la echaron al Presidente Pinto y se pedía la separación del General en Jefe del Ejército Chileno y del almirante  Williams Rebolledo. Los altos funcionarios del gobierno eran sometidos a actos de hostilidad cuando eran encontrados en las calles, sus casas eran apedreadas y turbas vociferantes recorrían la ciudad cometiendo actos vandálicos. El Ministro de Guerra, general Basilio Urrutia en momentos en que salía del Palacio de Gobierno de  “La Moneda” fuie atacado por una turba que le lanzó piedras y basura sin ser defendido por la guardia de Palacio que presenció los hechos.  Bajo los balcones de Palacio había una permanente manifestación de gentes enardecidas que pedían la renuncia del Presidente Pinto.  Pese a todo, éste se dirigió al Senado, donde encontró al Ministro de Guerra y al resto del Gabinete que le presentaron renuncia irrevocable. También renunció el Almirante Eulogio Altamirano, de la Comandancia General.

Después Pinto, escribía a su Ministro Rafael Sotomayor que estaba en Antofagasta lo siguiente: “La noticia de la captura del “Rimac” dio lugar aquí  escenas parecidas a las de noviembre cuando vino Bilbao. La misma chusma movida por los mismos agentes. Imposible imaginar una estupidez igual. La interpelación del senado y las escenas vergonzosas acaecidas con motivo de la pérdida del “Rimac” me han dejado la convicción de que nunca debimos comprometernos en la guerra.” 

 Los prisioneros fueron tratados con mucha caballerosidad por Grau como era proverbial en él. Los dos oficiales Bulnes eran hermanos e hijos del que fuera general Manuel  Bulnes que comandó la expedición de chilenos y emigrados peruanos que vencieron a Santa Cruz en la Batalla de Yungay, en 1839. También los Bulnes eran primos hermanos del Presidente de Chile y el tnte. coronel Bulnes era diputado cuando estalló la guerra. 

 Cuando llegaron los barcos peruanos a Arica, los marineros de La «Uniòn» hicieron entrega a Prado de la bandera rendida del “Rímac”  También le entregaron la espada que el Tnte. Coronel Bulnes tuvo que rendir  al capitán de fragata Melitón Carbajal.        

Grau entregó al Presidente Prado el cuaderno de bitácora del capitán del barco Pedro Loutrup, así como correspondencia oficial capturada. Por ella se tuvo conocimiento que desde Alemania viajaba a Chile el vapor  “Gleneg” con un cargamento de 16 cañones Krupp y 4.000 fusiles, las nuevas y modernas ametralladoras ligeras  Hotchkiss y las pesadas Gatling, diez mil uniformes,  granadas Palliser y  cinco mil sables de caballería. Cada granada Palliser costaba 7.500 pesos chilenos. Después  llegarían otros barcos como  el “New Castle” y el “Genovese”  repletos de armas. así como abundante munición. Cuando Chile tenía 13.000 hombres en Antofagasta, ya era el mejor ejército de América del Sur y en Europa le estaban atendiendo pedidos por 40.000 rifles modernos más. Como el “Gleneg” debía de. pasar por el estrecho de Magallanes, Prado dispuso que la “Unión” partiese al día siguiente al estrecho para capturar el barco alemán. El Capitán García y García llegó al estrecho de Magallanes, pero unos pocos días antes había pasado el “Gleneg”