7.- Carta Testamento del 8 de Mayo a su
esposa
El 8 de mayo
desde el Callao, Grau envía a su esposa doña Dolores Cabero,
la siguiente carta.
Mi querida esposa:
Como la vida es precaria en general y
con mayor razón desde que va uno a exponerla a cada rato, en
aras de la patria, en una guerra justa, pero que será
sangrienta y prolongada, no quiero salir a campaña sin antes
hacerte por esta carta varios encargos, principiando por el
primero, que consiste en suplicarte me otorgues tu perdón si
creyeras que yo te he ofendido intencionalmente. El segundo
se contrae a que atiendas con esmero y tenaz vigilancia la
educación de nuestros hijos idolatrados, para lograr este
esencial encargo debo avisarte, o mejor dicho recomendarte
que todo lo que dejo de fortuna, se emplee en darles toda la
instrucción que sea posible, única herencia que siempre he
deseado dejarles, Esta es pues mi única y última voluntad,
que te ruego encarecidamente observes con religiosidad; si
es que la suplica de un muerto puede merecer algún respeto
Todo lo que poseo de fortuna adquirida
honradamente; está reducida a lo siguiente: veinticinco y
pico mil soles en cédulas del banco Hipotecario. Treinta y
un mil trescientos soles en cédulas de la deuda interna.
Cuatro acciones de a mil cada una del
banco Nacional del Perú. Mil soles con sus respectivos
intereses en poder de la casa Canevaro, al mismo que le soy
deudor de trescientas libras esterlinas, que le pedí para
Anita Quezada, cuyo documento firmado por mí se cumple en
diciembre de este año.
A la “Paternal” debe pagarse en julio
de este mismo año, la inscripción de María Luisa que pedí
oportunamente. Se liquidará el presente quinquenio, para
lograr lo cual, he llenado ya todos los requisitos que
exigen los Estatutos.
En poder de Felipe Varela, queda el
documento por valor de siete mil soles, que le reconoció la
testamentaría de don Enrique Meiggs a favor de doña Ana
Quezada, viuda de Grau, por servicios profesionales
prestados por el difunto.
Me lisonjea la idea que al separarme
de este mundo, tengan mis hijos un pan que comer, pues no
dudo que la nación te otorgue, cuando menos mi sueldo
íntegro, si es que muero en combate. Nada más tengo que
decirte, sino que cuides a mis hijos y les hables siempre de
su padre.
Con un abrazo eterno, se despide tu
infeliz esposo.- Miguel Grau
P.D. Trata siempre de conservar buena armonía con mis
hermanas. El coronel Gómez, tiene en su poder el documento
de la señora Manzanares de mil soles.
Para mala suerte de Grau, en
esos días quebró escandalosamente el banco Nacional, y
perdió 4.000 soles en acciones.
Grau tenía plena conciencia
que el enfrentamiento de la débil escuadra peruana con la
poderosa de Chile, sólo terminaría con la destrucción de la
nuestra y con su propia inmolación, porque no estaba
dispuesto a rendirse. Por eso la idea de la muerte rondó
siempre en su pensamiento, y si bien se dejó poseer del
fatalismo, no por eso su valor cedió en ningún instante.
Esta carta que parece un testamento, traslucía la idea de
que iba a partir para no volver, pero el destino aún no
había decidido su final glorioso y Grau volvió al cabo de
veintiún días y entonces sí, partió para no volver.