GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO VI:

CHILE DECLARA LA GUERRA AL PERÚ

1.- Los problemas chileno-bolivianos

2.- Chile declara la guerra al Perú

3.- El ejército y la armada

4.- El Perú se prepara

5.- La escuadra chilena en acción

6.- Juntas de alto nivel

7.- Carta del 8 de mayo a su esposa

8.- Prado asume la dirección de la guerra

9.- La escuadra rumbo al sur

7.- Carta Testamento del 8 de Mayo a su esposa 

            El  8 de mayo desde el Callao, Grau envía a su esposa doña Dolores Cabero, la siguiente carta. 

Mi querida esposa:  

Como la vida es precaria en general y con mayor razón desde que va uno a exponerla a cada rato, en aras de la patria, en una guerra justa, pero que será sangrienta y prolongada, no quiero salir a campaña sin antes hacerte por esta carta varios encargos, principiando por el primero, que consiste en suplicarte me otorgues tu perdón si creyeras que yo te he ofendido intencionalmente. El segundo se contrae a que atiendas con esmero  y tenaz vigilancia la educación de nuestros hijos idolatrados, para lograr este esencial encargo debo avisarte, o mejor dicho recomendarte que todo lo que dejo de fortuna, se emplee en darles toda la instrucción que sea posible, única herencia que siempre he deseado dejarles, Esta es pues mi única y última voluntad, que te ruego encarecidamente observes con religiosidad; si es que la suplica de un muerto puede merecer algún respeto 

Todo lo que poseo de fortuna adquirida honradamente; está reducida a lo siguiente: veinticinco y pico mil soles en cédulas del banco Hipotecario. Treinta y un mil trescientos soles en cédulas de la deuda interna. 

Cuatro acciones de a mil cada una del banco Nacional del Perú. Mil soles con sus respectivos intereses en poder de la casa Canevaro, al mismo que le soy deudor de trescientas libras esterlinas, que le pedí para Anita Quezada, cuyo documento firmado por mí se cumple en diciembre de este año.

A la “Paternal” debe pagarse en julio de este mismo año, la inscripción de María Luisa que pedí oportunamente. Se liquidará el presente quinquenio, para lograr lo cual, he llenado ya todos los requisitos que exigen los Estatutos. 

En poder de Felipe Varela, queda el documento por valor de siete mil soles, que le reconoció la testamentaría de don Enrique Meiggs a favor de doña Ana Quezada, viuda de Grau, por servicios profesionales prestados por el difunto. 

Me lisonjea la idea que al separarme de este mundo, tengan mis hijos un pan que comer, pues no dudo que la nación te otorgue, cuando menos mi sueldo íntegro, si es que muero en combate. Nada más tengo que decirte, sino que cuides a mis hijos y les hables siempre de su padre. 

Con un abrazo eterno, se despide tu infeliz esposo.- Miguel Grau 

P.D. Trata siempre de conservar buena armonía con mis hermanas. El coronel Gómez, tiene en su poder el documento de la señora Manzanares de mil soles.   

Para mala suerte de Grau, en esos días quebró escandalosamente el banco Nacional, y perdió 4.000 soles en acciones. 

Grau tenía plena conciencia que el enfrentamiento de la débil escuadra peruana con la poderosa de Chile, sólo terminaría con la destrucción de la nuestra y con su propia inmolación, porque no estaba dispuesto a rendirse. Por eso la idea de la muerte rondó siempre en su pensamiento,  y si bien se dejó poseer del fatalismo, no por eso su valor cedió en ningún instante. Esta carta que parece un testamento, traslucía la idea de que iba a partir para no volver, pero el destino aún no había decidido su final glorioso y Grau volvió al cabo de veintiún días y entonces sí, partió para no volver.