GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO VI:

CHILE DECLARA LA GUERRA AL PERÚ

1.- Los problemas chileno-bolivianos

2.- Chile declara la guerra al Perú

3.- El ejército y la armada

4.- El Perú se prepara

5.- La escuadra chilena en acción

6.- Juntas de alto nivel

7.- Carta del 8 de mayo a su esposa

8.- Prado asume la dirección de la guerra

9.- La escuadra rumbo al sur

 

4.- El Perú se prepara 

Ante lo peligroso de la situación, Grau solicitó licencia al congreso para reincorporarse a la marina y le fue confiado el mando del «Huáscar». Posiblemente, Grau sentía predilección por este barco, pero para los intereses del Perú mejor hubiera sido que se le diera el mando de la “Independencia” que el barco más poderoso del Perú. 

También dejaron el congreso, el capitán de navío paiteño, Camilo Carrillo que era presidente de la cámara de diputados, en los primeros días de febrero y el contralmirante Montero  que era senador, para ponerse a disposición de la marina.

Cuando el 14 de febrero el gobierno peruano envió al sur en un transporte las primeras fuerzas con el coronel Velarde, se evitó así,  que los 10.000 chilenos que vivían en la provincia de Tarapacá pudieran dar un golpe y apoderarse de ese territorio. Los chilenos por los varios espías que tenían en el Callao conocieron en forma oportuna la partida del transporte  y el Ministro de Chile en el Perú,  Joaquín Godoy, pidió el 13 de marzo a su gobierno, la captura del transporte. Godoy fue un belicista que intrigó mucho a favor de la guerra. El transporte ancló en Arica donde estuvo un buen tiempo y llegó a su destino el 8 de abril, o sea después de tres días de declarada la guerra. 

El general La Cotera que había llegado a Iquique el 1° de abril, con la tercera y última fuerza, permaneció algunas semanas al frente de esa plaza, siendo después llamado a Lima por el presidente Prado y en su lugar fue nombrado el coronel Justo Pastor Dávila. Eso a la postre resultó perjudicial para el Perú, pues la Cotera era más competente.

A mediados de abril, se encontraba en el sur un ejército de 6.000 hombres que constituía todo el ejército peruano de línea disponible. Se distribuyeron los contingentes desde Arica hasta Pisagua,  lo que nos perjudicaba por que Chile concentraría toda su fuerza sobre un solo punto, como así ocurrió después. Fueron estos soldados los que cargaron con casi todo el peso de la guerra en el sur y parte de ellos estuvieron en la batalla de Tarapacá y en la retirada por el desierto.

Grau se dedicó en marzo y abril, con empeño a preparar a su tripulación y arreglar el barco, así como avituallarlo para que estuviera listo para zarpar en cualquier  momento. El 5 de abril estando a bordo,  recibe de palacio, el siguiente lacónico mensaje: Guerra declarada, proceda según órdenes, Del Solar. El mensaje era enviado por el general Pedro del Solar, ministro de Guerra. 

Cuando trascendió en los altos círculos la noticia de la declaratoria de guerra, las campanas de la iglesia catedral y de todas las demás iglesias de Lima, tocaron a rebato. La mayor  parte de la gente que ignoraba la gravedad de la situación internacional, se lanzó alocadamente a las calles y allí se enteró de que el Perú estaba en guerra. Una gigantesca y delirante muchedumbre se congregó en la Plaza de Armas ante palacio y pidió que el presidente Prado hablara. Este en realidad se encontraba sumido en tremendas preocupaciones, por cuanto era consciente de la precaria situación en que estaba el Perú, pero se vio precisado a pintar un cuadro optimista. Dijo Prado: “hicimos cuanto nos fue posible por mantener la paz, y haremos cuanto sea posible por ganar la guerra que el Perú acepta con orgullo. Han querido guerra y guerra tendrán”. El pueblo impulsivo e ignorante, gritaba en un clamoreo general ¡la guerra¡ ¡la guerra¡. 

El mismo día 5 de Abril, se embarcó rumbo a Iquique el general Juan Buendía que iba hacerse cargo de todo el ejército del Sur y como jefe de estado mayor iba el coronel Pedro Bustamante, llevando 200.000 pesos para atender a los gastos de la campaña. Tomaron el barco comercial inglés «Santa Rosa» en el mismo que viajaban casi 400 chilenos que retornaban  a su país. El capitán del barco temiendo el secuestro de Buendía le aconsejó que desembarcara en el primer puerto, y así lo hizo, bajando en Chala haciendo el resto del largo recorrido por tierra, hasta Iquique a donde llegó el día 18. 

Igualmente el 5 de abril, la escuadra chilena puso bloqueo a Iquique quedando sus barcos  inactivos un buen tiempo. Presionado el presidente Prado por la prensa y por la opinión pública que demandaba acción, ordenó el 8 de abril que zarpara al Sur la corbeta «Unión» al mando de Aurelio García y García y la «Pilcomayo» que estaba el mando del capitán de navío paiteño Antonio de la Guerra y Gorosti, el mismo que seguiría al mando del barco hasta el 23 de abril en que es nombrado ayudante del presidente Prado. En su  trayecto avistan el 12 de abril al transporte chileno «Magallanes» a la altura de Chipana, al que se  trató de capturar,  pero  que por su mayor  velocidad logró escapar. 

Grau se dirige al ministro de Guerra y al comandante general de la armada, contralmirante Antonio de la Haza (paiteño), pidiendo con urgencia, repuestos para las calderas y maquinaria, vestuario para la tripulación, remedios y anestésicos, anteojos para los vigías y siempre las granadas  Palliser. 

El 10 de abril sale del Callao el contralmirante Montero en el «Talismán», y llega a Arica el 13, asumiendo la jefatura militar de ese puerto y la tarea de artillarlo. 

El 15 de abril, el presidente Prado emite un decreto disponiendo la salida de todos los chilenos que estuvieran en el territorio nacional. Respondía así a una medida similar dada por el gobierno chileno. 

Conocida la declaración de guerra, se aceleraron los preparativos en el  monitor. Le alegró mucho a Grau tener como segundo al paisano, el paiteño capitán de fragata, Ezequiel  González Otoya. También le agradó que el acaudalado teniente 1° Diego Ferré que recién se había reincorporado a la marina hubiera elegido a su nave. Había otro conocido en la tripulación: el médico Santiago Távara de ascendencia piurana. Como integrantes de la tripulación le fue asignada una compañía del batallón Ayacucho a cargo del capitán  Mariano Bustamante y la columna «Constitución» mandada por el capitán paiteño Manuel Arellano. Entre los tripulantes al servicio directo de Grau se encontraba el mayordomo Pineda que lo conocía desde 1872 y sabía de todas las costumbres de su jefe, como  desayunarse con una taza de café a la que agregaba una cucharada de coñac o whisky. En la tripulación habían varios marineros de Paita y Sechura.