1.- Los problemas Chileno Bolivianos
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En 1879, era presidente de Bolivia el
general Hilarión Daza. Era Daza un hombre
totalmente irresponsable y en su afán de imponer
elevados impuestos a las compañías salitreras de
Antofagasta, que estaban en manos de empresarios
chilenos, dio origen al conflicto |
En 1879, el Perú no tenía
por el sur, límites con Chile, sino con Bolivia la cual era
poseedora del departamento de Atacama o El Litoral el que
estaba constituido por el dilatado desierto de Atacama y
tenia como capital el puerto de Antofagasta. En 1840 se
descubrieron depósitos de guano cerca de Mejillones. Desde
1860, dos empresa- rios chilenos hallaron en esa región
ricos yacimientos de salitre y de bórax, habiendo logrado
que el gobierno boliviano les otorgara concesión con
exclusividad para su explotación, durante quince años. En
1870 otro chileno descubrió en el interior del desierto en Caracoles, una rica mina de plata. A lo largo de los años,
una gran cantidad de mineros chilenos fue llegando para
trabajar en esos yacimientos. Los mineros bolivianos
acostumbrados a su elevada y fría meseta no se sintieron
atraídos por esas fuentes de trabajo. Fue así como a la
vuelta de pocos años, la provincia de Atacama estaba
habitada casi totalmente por trabajadores chilenos.
Chile ambicionaba
Atacama y desde 1860 venía proponiendo su compra a Bolivia,
o la permuta con territorios peruanos, pues entre los dos
países se proponían desmembrar el sur del Perú.
Desde 1866, se descubrieron
en el departamento su- reño de Tarapacá, lindante con Bolivia,
yacimientos de salitres. Eso parecía ser una suerte para el
Perú, pues la nueva riqueza reemplazaba a la del guano que
había sido dilapidada. Se
formaron compañías explotadoras
inglesas, arequipeñas y chilenas, estas últimas en menor
propor- ción. En 1868 se creó un impuesto de cuatro centavos
por quintal de salitre exportado y en 1873 se creó el
Estanco del Salitre, por el cual las empresas
explotadoras de- bían de vender el producto al estado peruano a S/. 2,40 el quintal, debiendo salir el mineral
por el puerto de Iquique. En caso que el gobierno del Perú
lograse vender el salitre a mayor precio que S/.3.10, se
aumentaría también el precio de compra a las empresas. Esto
no fue bien visto por las empresas que fomentaron disturbios
por lo cual el gobierno peruano envío a Iquique, a las naves
«Atahualpa» y «Manco Capac». Las empresas ofrecieron pagar
un impuesto de 15 centavos por quintal de salitre exportado,
pero el gobierno no aceptó. En Tarapacá el gobierno peruano
tenía el total control de la situación, lo que no ocurría
con Bolivia en el departamento de El Litoral.
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Ministro plenipotenciario, don José Antonio Lavalle
y Arias,
enviado por el gobierno peruano a Chile. |
En 1866, en plena guerra
contra España, Chile y Bolivia celebraron un tratado, por el
cual los limites dejaban de ser el paralelo 25° para
retroceder en perjuicio de Bolivia hasta el paralelo 24°.
Y eso no era todo, sino que se acordó que los impuestos de
exportación de yacimientos situados entre los paralelos 24°
y 23° se repartirían por igual, es decir que prácticamente
era una soberanía compartida entre ambos países.
En el tratado había otra
cláusula de acuerdo a la cual, en caso de desear vender
parte de territorios en la región, el otro país contratante
tendría la preferencia.
En 1872 el general
Mariano Melgarejo que era presidente de Bolivia y admirador
de Chile, concedió a la compañía Melbourne y Clarke, que
luego se llamó «Compañías del Salitre y del Ferrocarril de
Antofagasta»,
una extensa zona en Atacama para explotar minerales, sin
pagar impuestos. La compañía tenía socios a ingleses y
chilenos de los altos círculos políticos. En 1876 el general
Hilarión Daza toma el poder con golpe de estado y el 14 de
febrero de 1879, creó un impuesto de diez centavos por
quintal de salitre exportado, lo cual originó una
generalizada protesta de los empresarios chilenos, la misma
que fue amparada por su gobierno. Como las autoridades
aduaneras bolivianos exigieron el pago del impuesto, los
empresarios chilenos se quejaron de abusos y vejámenes.
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Domingo Santa Maria, Ministro
chileno de Marina. Uno de los mas empeñados en
llevar adelante la guerra
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Cuando se dio la
disposición del impuesto, Daza escribió irresponsablemente
al prefecto del departamento del Litoral, lo siguiente:
Tengo una buena noticia
que darle. He fregado a los gringos accionistas de la
Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta,
decretando el 1° de febrero la reivindicación de las
salitreras y no podrán quitárnosla por más que se esfuerce
el mundo entero. Espero que Chile no intervendrá en este
asunto empleando la fuerza, su conducta con la Argentina
revela de manera inequívoca su debilidad e impotencia, pero
si nos declaran la guerra, podemos contar con el apoyo del
Perú, a quien exigiremos el cumplimiento del «tratado
secreto»
Daza subestimó el poderío
de Chile y por otra parte se mostró exigente y desafiante
con ese país confiado en el tratado secreto con el Perú de
1873. Hay que agregar que la diplomacia chilena en Lima
desde 1873 tuvo copia del llamado «tratado secreto».
Los acontecimientos se
precipitaron y desde el 14 de febrero Chile rompía sus
relaciones diplomáticas con Bolivia y el mismo día, el
ejército chileno ocupó sin ninguna resistencia el puerto de
Antofagasta, y el pueblo en su mayoría chilenos, recibió a
las tropas en forma delirante y de inmediato aparecieron
banderas chilenas en todas las casas. Se dio el caso de que
las tropas chilenas brindaron protección a la pequeña
guarnición boliviana, porque el pueblo estaba enardecido
contra ellos. Antofagasta ya nunca jamás volvería a
Bolivia. Un chasqui llevó la noticia a Daza, pero como era
carnaval el presidente, guardó la noticia durante tres días
y luego envió a Lima a un embajador extraordinario para
exigirle al Perú el cumplimiento del tratado secreto.
El Perú en un esfuerzo
desesperado por impedir la guerra mandó a Chile a un enviado
especial, don José Antonio Lavalle y Arias, el cual salió del
Callao el 22 de febrero y arribó a Santiago el 4 de marzo.
Lavalle encontró que tanto el pueblo como la prensa chilena
eran totalmente contrarios al Perú, mientras que Bolivia
casi era ignorada. Por desgracia, tanto en Chile como en el
Perú había mucho elemento belicista, sobre todo el pueblo.
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Joaquín Godoy, embajador de Chile en Lima.
Actúo como espía y en todo momento
trató con intrigas de que se produjera la guerra |
Lavalle tuvo la impresión
que el presidente chileno don Aníbal Pinto y su ministro
Santa María eran partidarios, cuando menos aparentemente,
que el problema se resolviera con un arbitraje. Pinto en
especial mostraba buena voluntad pues era compadre del
presidente peruano Mariano Ignacio Prado. Las cosas iban
bien encaminadas cuando en forma abrupta, sin consultar con
el Perú, Daza declara la guerra a Chile el 14 de marzo de
1879. Esa noticia se conoció en Santiago de Chile cuatro
días más tarde y los periódicos chilenos sacaron a relucir
el tratado secreto y según decían la intención conjunta de
Perú, Bolivia y Argentina de atacar a Chile. Ante esta
situación, pero sobre todo por la declaratoria de guerra de
Bolivia, la misión Lavalle se dio por terminada, pues el 24
de marzo, Pinto exigía que el Perú declarase su
neutralidad. El 4 de abril o sea, en vísperas de la
declaratoria de guerra, salía Lavalle en el mismo barco en
que Piérola retornaba al Perú.
En marzo, Grau en un
intento casi postrer de evitar la guerra, solicitó al
ministro de Chile en el Perú, Joaquín Godoy, una entrevista
que se realizó en el hotel Maury, haciéndole conocer que
había hablado con el embajador de Estados Unidos en Lima y
que ese país estaba dispuesto a interponer sus buenos
oficios para lograr una solución pacífica de las
diferencias. Pero ya la situación se había deteriorado en
demasía y lo que no sabía Grau, era que precisamente Godoy
era del grupo belicista de Chile.