Núm 28, II Época - Noviembre 2000 - Edita FE - La Falange Director: Gustavo Morales |
Sin
Estado de Derecho A
vueltas con el agua Déficit
cero El
Sistema se divierte Premio
Lluys Santa Marina Un
pintor falangista Salarios
y Aznar Atentado
en Cantabria La
deuda exterior |
Como todos sabemos, al final de este milenio, la deuda externa se ha convertido en uno de los principales obstáculos para el desarrollo humano de los países más pobres del mundo, que deben utilizar sus escasos recursos para devolver los préstamos a toda suerte de organismos internacionales, en lugar de invertir en salvar a su población del hambre y la miseria. En 1996, los países empobrecidos, que no pobres, les debían a los desarrollados más de dos billones de dólares, casi el doble que diez años antes, de modo que cerca del 50% de los pagos anuales que efectúan los primeros, se corresponden con intereses de la deuda. Para colmo, éstos sufren, constantemente, presiones para obtener divisas con que afrontar el servicio de su deuda; esto les obliga a recibir
asistencia financiera de Estados del Norte y del Fondo Monetario
Internacional, que, a cambio, les imponen sus políticas de ajuste estructural que siempre acaban cebándose sobre los más débiles. Pensemos en los recortes de los ya exíguos gastos sociales -como salud y educación- hasta innumerables despidos de trabajadores como consecuencia del recorte presupuestario, unamos a lo anterior las prometidas inversiones que no llegan y si lo hacen suelen estar vinculadas a compras de productos del país donante no necesariamente relacionados con las prioridades del país
receptor, con todo lo anterior se imposibilita, el crecimiento del empleo, y un largo y triste etcétera). Aunque no es ahora el momento de contar la historia de la deuda, no podemos dejar de recordar el usurero origen de esta macabra situación:
cuando en la crisis de 1973, los miembros de la O.P.E.P. cuadruplicaron el precio del petróleo, invirtieron sus excedentes monetarios en bancos comerciales que, en su insaciable búsqueda de inversiones, prestaron al Sur sin considerar el modo en que los gobiernos (algunos de dudosa representatividad o legitimidad y, en muchos casos dirigidos por los países acreedores) de estos países utilizaban los préstamos (armamento, proyectos privados que enriquecían a funcionarios, etc.). Esta
deuda, que contrajeron los países a los que hoy dirigimos nuestra mirada, ha sido marcada por una tasa abusiva de intereses debido en gran parte alas estrictas políticas monetarias aplicadas por los países anglosajones; situación esta que se agudiza -para nuestra mayor compunción- entre nuestros hermanos hispanoamericanos, donde la mayoría
de los créditos se recibieron a tipos de interés “flotantes” (tipos que varían en función de los tipos de interés de mercado). Asimismo, las condiciones de pago impuestas por los prestamistas han sido abusivas
y contrarias a la soberanía nacional de los diferentes países deudores. Añadamos finalmente, que las circunstancias económicas
internacionales, en lo que se refiere al precio de las materias primas (objeto, a
menudo, de especulaciones en los grandes mercados de Bolsa), al mercado internacional, al valor del dinero y de las divisas tanto del
llamado Primer Mundo en comparación con los países deudores se ha disparado y han cambiado respecto al momento de la firma de los contratos. Por último, lejos de basarnos únicamente en disquisiciones materialistas (como lo son la capitalista y la marxista), creemos que para resolver lacrisis de la deuda un análisis ético, que tiene sus raíces en
la dignidad humana, es tan fundamental como cualquier análisis económico,
porque cada persona posee una dignidad básica que proviene de su creación misma y no de una acción nuestra. Que la dignidad de la
persona es un criterio con el cual se deben analizar todos los sistemas económicos, políticos y sociales y se deben considerar todos losaspectos de la situación de la deuda, es algo que debemos repetírselo a las sórdidas entrañas del poder económico. Toda esta complejidad defactores exige una revisión de los contratos de deuda y descubrir a los auténticos deudores.
David Ferrer |