C O N T E N I D O

 

Convocatoria
El mítico llamado a concurso, de muy singular repercusión

El cuento
La obrita apócrifa que originó todo

 

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Final 1

Primero 2002


Correo

Primer final

Como siempre, los textos leídos en los concursos son obra y gracia de Don El Oriental

EL ARTE, UNA ACTIVIDAD INSALUBRE.

Hoy, en el marco de la 1° final del concurso de canteros afixionados quisiera hacer una pequeña disertación, sobre algunas de mis reflexiones, y que lleva por título: "El arte; una actividad insalubre". Ustedes habrán observado que todo libro de ficción está encabezado por en espiche que dice más o menos así: "todo parecido que tuviesen los personajes con la realidad, es de hecho, una mera coincidencia, pues si hay algo que el autor desprecia, es justamente, la realidad". Si yo hubiese tomado la precaución de decir esto en la presentación de cada concurso... no hubiese perdido a todos mis amigos. Los más pacíficos, por suerte la mayoría, no me habla, he pasado a la triste categoría de, para algunos, transparente, para otros, translúcido, nadie parece advertir mi presencia, me ignoran. Los más envalentonados se deshacen en reproches ¿Qué es eso de soplanuca? me decía Vladimir Staforinsky. Por un pequeño desliz de adolescente no se puede acusar a una persona. Yo que doné las regalías que me produjo mi libro "Memorias de una princesa rusa" al Hospital de niños. Lo que le arrojé a Tito del Río no era una bombacha, me decía airada Silvita, era un juego de sábanas King Size con el que empecé el ajuar para nuestra próxima boda ¡ordinario! Si, ¡ordinario! Reforzó Mariana luciendo en su cara un lifting medio casero que le había cambiado totalmente las facciones; parecía una especie de Juan Moreira travesti. El único que me dirigió la palabra fue Tito del Río, cuando volvió de navegar con sus amigos millonarios. Me dijo: ¡qué hacés, gusano! Así que esperás que me vaya para hablar mal de mi. ¡mirá si me voy a hacer un traje braudito con dos pantaloncitos con la bombacha de mi prometida y encima con un gorrito! ¡Vos no tenés límites, Oriental!  Dijo esto seguramente influenciado por la licenciada en psicología, astrología y tarot Dorita Zájac de Oibin, quien a su vez me hizo éste ácido comentario: ¡Espero que la práctica de la carrera de sortija cosaca esté expresamente prohibida para menores de 18 años! Me parece un deporte bárbaro eso de introducir el dedo índice al veloz galope de un caballo en las intimidades de una campesina desnuda. Mi amiga amiga Lea Groisman  me llamó el lunes posterior al concurso para decirme misteriosamente: ¡Oriental, tenés que ser menos agresivo, hay mucha gente ofendida! ¡pero quién se puede ofender con lo que dicen mis personajes, Lea! Vos averiguá, dijo. ¡El Maestro Torito Stafforini estaba que trinaba! ( si, porque él hay veces que muy tempranito apenas se levanta trina) Estaba furioso. Dijo que el seminario sobre el uso de la mano derecha en la práctica de placeres solitarios es una vulgar infamia, tanto como lo es la simple suposición de que su apodo de Torito se deba a alguna supuesta infidelidad de su cónyuge, la que también se ofendió. Pichón Galván y el Tirifilo, participantes de los concursos y festejantes de mis dos bellas hijas también se me amotinaron: "Andá a ensayar Tirifilo, que te toca" le dije amistoso. Oriental, ¿podría decirme Señor? Lo de Tirifilo me perjudica. El caso de Pichón ya fue el colmo; ¡me acusó  de que gracias a mis presentaciones nunca pudo salir más que 2°o 3° y por eso lo llaman el "Reuteman del Tango" cuando en realidad, no gana porque se olvida la letra, debido a los golpes que se da en la cabeza por culpa de su estatura. Pichón Galván de niño, fue un caso curioso. Apenas nació fue el asombro de la clínica. ¡Medía un metro sesenta! ¡Y ahora donde lo ponemos! Dijo la mamá mientras arrojaba el moisés a la basura. El padre, sujeto mesurado, contestó con parsimonia : "Ya vuelvo". Regresó a las dos horas con un cajón de muerto de 2° mano diciendo: "¡quedate tranquila, querida, cuando le pongamos las puntillas ni se va notar!". Creció creando todo tipo de inconvenientes, aunque tuvo una ventaja que no era nada común en los bebés y que la madre apreciaba enormemente. Tomaba la teta de parado ¿Ustedes creen que mis sobrias y elegantes presentaciones podrían haberlo perjudicado? Ni hablar de Marcial Rocamora, ofendido porque le retoqué un poquito el apodo por el de "Marquitos Roccasalvo", dice que no responde a sus características.  Mario Bravo se quejó, argumentando que, si bien es cierto que cuando se paró en mitad de la cuadra con un cartelito con números en el hombro, la gente lo confundió con una parada de colectivos. No es éste el pasaje de su vida que más lo favorece  ¡Otra vez pregunte, Oriental! Protestó el oscuro Insecto Díaz, también conocido como grillo de bidet. Cuando le ponderé su extraña habilidad de haber desafinado hasta en el recitado, me retiró la palabra. Indignada, Gladys al Sur, me reprochó: ¡las lentejuelas del vestido con que actué en "Mambo y Teto" eran dos, una adelante y otra detrás ¿qué te creés, que soy una bataclana? Milonguita, aunque fue su primera presentación, ya me andaba matoneando: ¡tendría que haber destacado más formación artística y estilística, no quiero que piensen que soy una improvisada!. No dijiste nada referido a los largos años dedicados a la expresión pectoral. Es que tenía miedo de que no me crean, respondí confundido. Y así un interminable repertorio de lamentos. Aunque tarde, por lo que pido disculpas, debo advertir que "todo aquel parecido que tuviesen los personajes con la realidad, es de hecho una mera coincidencia, pues si hay algo que verdaderamente desprecio, es justamente la realidad".

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