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Tláloc, el dios de la lluvia



La escultura que hoy podemos admirar en las cercanías del Museo de Antropología, la que representa a Tláloc, no siempre estuvo instalada en ese lugar.
Originariamente el pueblecito de Coatlinchán acogió a Tláloc. Esta es la historia del traslado de la gran mole de piedra desde Coatlinchán hasta la ciudad de México.





Tláloc     "A 48 kilómetros de la ciudad de México, en el pueblecito de Coatlinchán, el dios prehispánico de la lluvia durmió durante siglos en el lecho de un río. Este hecho, junto con la escala de la obra, su material y aspecto general, lo identifican como Tláloc, que significa en náhuatl "el que se tiende sobre la tierra". Después de un año de preparativos, en que intervinieron cientos de personas, el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, director de la obra, supervisó el transporte del dios de la lluvia hasta el nuevo Museo de Antropología, asistido por los ingenieros Alonso Cué y Valle Prieto y por los arqueólogos Aveleyra y De Robina. El dios cautivo fue suspendido entre los cables de la estructura y dispuesto para ser recibido por el trailer. A través de la excavación hecha por debajo del monolito, se pasaron y aseguraron los cables de soporte. Pero la víspera de su partida, una antigua superstición se apoderó del pueblo de Coatlinchán, temeroso de que la marcha de Tláloc lo privara de agua para saciar su sed y regar sus cosechas. Lanzaron amenazas, sabotearon el camión de transporte, cortaron por la noche los cables que lo ataban y Tláloc volvió a caer al suelo. Se llamó al ejército, y una vez más el gobierno tuvo que exlicar al pueblo cómo el nuevo destino de Tláloc salvaguardaba el valor de sus tradiciones. Antes de la partida, el viejo maestro del pueblo habló a su gente y la persuadió de que complacieran a Tláloc.
    A las 6 a.m. del 16 de abril de 1964 el pueblo de Coatlinchán vio a Tláloc abandonar su residencia de siglos. Algunos lo siguieron hasta la ciudad y hasta el museo, donde el alcalde del pueblo, con discurso escrito, entregó a Tláloc a la nación. En reciprocidad, el pueblo pidió y recibió del gobierno un camino, una escuela, un centro médico y electricidad.
    El pasado llegó al presente. Era de noche cuando Tláloc llegó a la ciudad de México; 23 mil personas lo aguardaban en el Zócalo y la ciudad pesentaba un aire de fiesta. El dios de la lluvia fue recibido por una tormenta, desusada en esa época"
Pedro Ramírez Vázquez
El Museo Nacional de Antropología
Editorial Tláloc
México 1968