Manuel García-C. Gómez, C U Q U I S Biografía lírica de un can
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¡Pobre Cuquis! También sufriste dos atropellos. El más grave fue
el primero. Habíamos marchado la abuelita Florentina y yo. Te
quedaste solo en casa. Entrabas y salías a tus anchas. Comías en
casa de la vecina, Esperanza, que, siempre que podía, te guardaba cosas
apetitosas.
Estabas un día en la cuneta de la carretera junto a la tapia de la
huerta. Mirabas, triste, en la dirección por donde habían marchado tus
amos, por ver si volvían; como tantas veces volvieron a poco de
salir. Sentías su ausencia; porque a ti, perruco, también te
gustaba la compañía.
Y allí a la cuneta, fue a buscarte, pérfido y cruel, un barbirrucio mozo
de un pueblo vecino. Y a posta te atropelló con su coche ¡Qué malo,
Cuquis! ¡Qué malo era aquel hombre! Te rompió una de tus patas
delanteras y te magulló todo el cuerpo ¡Y aún reía el muy malvado!
Marchaste cojiteando y aullando de dolor; al aire tu pata quebrada,
colgando inerte; no podías posarla en el suelo ¡Qué dolores tan agudos
sentirías, perrín! Poco a poco se fueron soldando los rotos y quebrados huesos de tu pata. Y aunque te quedó un tantico ladeada y con un grueso bulto en lo que llamaríamos tu muñeca, al fin, volviste a correr tras los gatos y a saltar la tapia de la huerta con la misma soltura y ligereza que antes. Y volviste a estar alegre, Cuquis. Y dabas saltos ante el amo queriendo acariciar sus manos.
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