Manuel García-C. Gómez, C U Q U I S * Biografía lírica de un can
IV. TU HERMANA LINDA Linda, tu hermana mayor, y casi madre tuya, porque ella te amamantó, era prolífica como tu verdadera madre, Negrita. Venían muchos perros a cortejarla, que, impúdicos y latosos, ofendían y molestaban lo mismo de día que de noche. Por eso habíamos dejado a Linda, en su último parto, un cachorrillo al que tú, Cuquis, sustituiste. La llevamos a la villa y la entregamos a un socio de la Sociedad Protectora de Animales. Este señor, pequeño, rechonchejo y muy simpático, la escogió para su casa; así se libró ella de ir al «Campo de concentración» donde ladraban, desacordes, hasta cerca de una centena de perros de todas castas y categorías. Que también en tu clase hay categorías, Me alegré de ello, Cuquis, me alegré. También a Linda la queríamos mucho: como a ti ahora; no tengas celos, perruco. Así te quedaste tú, único dueño y señor de la huerta y casa rectoral; y centro del afecto del párroco y de la abuelita Florentina, ya repuesta de su enfermedad; a ésta no la respetabas mucho; abusabas pillín de su bondad ¡Cómo te queríamos, Cuquis! Tú
bien lo sabías. Siempre dejábamos algo de nuestra comida para ti.
Siempre quedaban hebras de carne pegadas a los huesos para que a Cuquis le
gustaran mejor. ¡Con
qué afán lo comías! En esto eras un poco tragón; eras voraz. Esto era
un defecto, Cuquis. Te acostumbraste mal, perrín. Llegaste, caprichoso, a
no comer el pan; cuando tantos perrillos pasan hambre. Si, Cuquis, pasan
hambre. Tu preferías la carne cruda y los huesos. Mucho te gustaba
también el hígado cocido; muchas veces te lo dí. Y
aún merodeabas por los corrales vecinos. En cuanto sonaba el pregón de
las pescaderas, salías corriendo rondando alrededor de las furgonetas,
para disputar a los gatos las colas, espinas y aletas de las merluzas
congeladas que quitaban al venderlas, o aquella sardinilla que se les
caía al suelo ¡Cómo te gustaba la pesca, Cuquis! Muchas veces traías a casa huesos y restos de animales que roías, tumbado en la huerta, a fuerza de dientes y paciencia. Muchas regañinas te llevaste por ello; pero no aprendías. 5 Amigo de todos.
|
|||||||
1 | |||||||
2 | |||||||
3 | |||||||
5 | |||||||
6 | |||||||
7 | |||||||
8 | |||||||
9 | |||||||
10 | |||||||
11 | |||||||
12 | |||||||
13 | |||||||
14 | |||||||
15 | |||||||
16 | |||||||
17 | |||||||
18 | |||||||
19 | |||||||
20 | |||||||
21 | |||||||
1 | |||||||
2 | |||||||
3 | |||||||
4 | |||||||
5 |