Manuel García-C. Gómez, C U Q U I S Biografía lírica de un can
A Linda
![]() |
Si;
tú te llamabas Cuquis. Así te nombró la abuelita Florentina, cuando,
convaleciente aún, volvió a casa y te vio por vez
primera, siendo tú casi mozo. Sencillamente Cuquis. Nada
de artículo antepuesto. Hubiera
resultado un insulto, el nombre de un bandido o un ladrón. Y tú no lo
eras. Eras un caballero y
bien nacido can, digno de ocupar una constelación en el alto cielo. Fulano de
Tal, alias «El Cuquis» No; no eras tú ese tal. Tú
eras sencillamente Cuquis. Al oír tu nombre, levantabas la cabeza tensando las sedosas orejas cuyas puntas nunca pudiste pinar y tener tiesas. Tus ojillos, casi negros y profundos, brillaban atentos; y tu húmedo hociquillo se movía nervioso venteando el aire por las abiertas ventanas de tu nariz. ¡Cuquis! Pronunciando tu nombre, parece que te veo ante mí, atento a recibir mis órdenes, o puestas tus patas delanteras sobre mis rodillas para recibir, mimoso y sentimental, mis caricias. Pero no; ya no vives. Esta misma mañana, fría y helada, lucida por los resplandores fosforescentes de la capa de nieve, que cubría el paisaje, muy temprano, te soterraba en la huerta al pie del evónimo y junto al pozo sobre cuya tapa te subiste tantas veces a tomar el sol. De momento coloqué sobre la tierra removida un tablero que hallé a mano; y sobre él, una pesada piedra. Así bajará la tierra y te arroparé mejor y mejor te cubrirá. Y evitaremos que ningún bicho saque tus restos hocando en el suelo. Ya he plantado unos geranios y un rosal. Más adelante pondré una losa de piedra con tu nombre y la fecha de tu muerte, grabados en ella. Que la tierra te sea leve. Que te acoja con amor de madre y te reciba en su seno; y vuelvas a ser materia informe. Tal vez algún día vuelvas a ser Cuquis. Yo me quedaré con la pena de tu ausencia y mi soledad. Con la sensación de que algo me falta ¡Cuánto te echaré de menos, Cuquis!
|
||||||
|
|||||||