Manuel García-C. Gómez,        C U Q U I S    Biografía lírica de un can

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 No olvides mi historia y si pasas por San Cristobal de Valdeiguña (Cantabria) no dejes de visitarme.XXI—LA TUMBA

    No mucho después, hecho ya el día, antes que las gentes del pueblo se desperezasen, salí al jardín y allí te soterré, perruco, junto al pozo; entre éste y el desmochado evónimo. Allí quedaste y allí estarás volviéndote lentamente polvo, tierra, nada... Irás desapareciendo abrazado por la madre Tierra.

    En el evónimo se posan tristes los gorriones llamándote con su pío-pío. Por allí revolotean las mariposas en mil giros buscando la luz de tus ojos, negros y profundos; y tristes se marchan al no encontrarlos. Y hacia allí mira tu amo siempre que sale de casa o a ella vuelve, esperando, en vano, que levantes la cabeza y salgas a recibirlo.

    ¡Qué hondo tengo grabado tu recuerdo, Cuquis!  No se me va del corazón. Cuando levanta el día y abro la ventana oteando el paisaje, me parece verte empinado en la tapia de la huerta o en el pilar de la portilla, mirando como vigilante centinela.

    Salgo de casa y te llamo, perruco; y como siempre te digo: «¡Vamos, Cuquis!» Pero no vienes. La brisa mueve las flores de tu tumba. No es la brisa, no; eres tú que con las flores me respondes y me saludas, amigo. Tu cariño, inolvidable perruco, es quien mueve las flores. Y sigo solo y triste, sin tu amable compañía, subiendo al templo. Ya no te veo a la puerta esperando respetuoso, a que tu amo salga para bajar a casa.

    Voy a los Llares, a donde tanto te gustaba acompañarme. Y voy solo carretera adelante; voy recordando datos y anécdotas de otras idas y venidas contigo; donde corriste aquella oveja; donde hiciste huir al corvato aquel, tan negro, que quiso hacerte frente. Cómo corriste al gato de Ramona, en Penías, desesperando al chucho aquel, tan feo, que estaba atado al poste para guardar la casa. Dónde me esperabas aquel día que te perdiste, cuando eras chico, en los Llares.

    Y me vuelvo triste por la carretera, abstraído en tu recuerdo. A fuerza de imaginarte, te veo corriendo ligero delante del coche. Y una sabrosa pena, dulce y agria a la vez, inunda el alma de tu amo, que paso a paso desgrana nostalgias y tristes soledades, sin ti, Cuquis.                

      Me agrada imaginarte corriendo por los espacios siderales; pero transformado en un can celeste, etéreo y brillante como un lucero; jugando con las Osas y los perros de la diosa Diana. Pero conservando tus zarpas y la punta de tu rabo de un blanco brillante, como si estuvieras, perruco, calzado con pétalos de azucena. Y con un collar de brillantes estrellas en tu cuello, entreveradas con dorados cascabelillos de sonoros y argentinos tintineos celestiales.

      Sí, algún día saldrás a mi encuentro en otros mundos, sin hombres malos que envenenen a inocentes canes. Como salías, saltarín y ladrador, al encuentro del amo, cuando volvía a casa después de la ausencia. Y volverás a pinarte sobre tus patas traseras, encaramándote hacia mí, para recibir, mimoso y zalamero, las caricias del amo.

      ¡Adiós, Cuquis!

                                           14-II-79  

Apéndice I.- Lápida y Flores  1 Lápida y Flores.

Te llamabas Cuquis1
Viniste a mi casa2
Te hiciste mozo3
Tu hermana Linda4
Amigo de todos5
Las niñas6
Mariposas, Gorriones y lagartijas7
La perrita Tula8
El gato atigrado9
El perrazo Turco10
La primera salida11
A los Llares12
Un castigo13
Subida al Moral14
Un atropello15
Segundo atropello16
Camino de la iglesia17
Las tristezas del cura18
Te pusiste enfermo19
Te llegó la muerte20
Apéndice I.- Lápida y Flores  1
Apendice II.- La gatita Belinda  2
Apéndice III.- Tu hermano Cuquis II  3
Apéndice IV.- En Parla  4
Apéndice V.- Despedida  5