GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Grau pionero

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO III:

GRAU, EL MARINO

5.- Grau sale de la Marina  

 Entonces Montero y Grau se dirigieron con el «Apurímac» al puerto de Arica y allí el prefecto de Moquegua  coronel Juan Espinosa recibió la capitulación honrosa de los dos marinos, garantizando las más amplias garantías a sus subalternos, tras lo cual Montero y Grau se dirigieron al destierro. Castilla separó del servicio a los dos marinos y faltando a la palabra de honor dada en la capitulación, también separó a otros oficiales. 

Grau vuelve a enrolarse en la marina mercante y es entonces cuando otra vez torna a recorrer  los mares del mundo y conocer nuevas naciones, sobre todo India y China. En 1860 estaba Grau nuevamente en Lima visitando a su padre y hermanas. El 22 de noviembre de ese año la casa del presidente Ramón Castilla en la calle Divorciadas es atacada. En la conjura entran José Gálvez, el joven Ricardo Palma y oficiales del ejército que son repelidos por la Guardia, resultan tres atacantes muertos y un defensor. Al respecto, el historiador Jorge Basadre en VIII tomo de la Historia de la República, en el título «la vida de Grau» dice lo siguiente: «Fue uno de los asaltantes de la casa de Castilla». De este hecho no hay mayor información.  

El 11 de abril de 1861, el nuevo congreso da la Ley de Reparaciones ordenando la vuelta a servicio de los jefes y oficiales separados por haber participado en la revolución de Vivanco. Entonces Grau presenta  una solicitud de ingreso el 6 de septiembre de ese año, pero recién es aceptado el 14 de abril de 1862, en las postrimerías del gobierno de Castilla, pero no entra de inmediato al servicio, sino que se le da licencia indefinida y retornó a la marina mercante recorriendo los mares de la  Polinesia en diversos balleneros. En noviembre de 1862 se encontraba en la Polinesia, frente a la isla Humphrey y por el mal tiempo aseguró al bergantín que mandaba  con dos anclas de proa, pero el temporal y el viento eran tan fuertes que rompieron las amarras y lanzaron al barco contra los arrecifes destrozándolo. Gracias a sus atinadas medidas, toda la tripulación se salvó y en una chalupa, llegaron a la costa, En enero de 1863 estaba de vuelta al Callao y enviaba al capitán de puerto un pormenorizado informe sobre el siniestro. Poco tiempo después asumió el mando de la goleta mercante peruana «Donaire» con la cual recorrió todo el litoral del Perú.