Martí, el escritor

Patria y Libertad

Queda todo oscuro.

Martino. 

Se van... se van... Con ellos se va el día.
Se van... se van... Todo entre sombras queda.
hora a luchar para una nueva vida,
a trabajar para una patria nueva,
Pensando en esa patria del futuro
los resortes del alma se me quiebran.
Sala, sala desierta, resucita...
¡Cadáver de esperanza..., Dios te encienda! 

(En este momento se ilumina la arcada del fondo de la sala  y aparecen, desfilando, como camino ya de la ex metrópoli,   don Pedro, doña Casta, padre Antonio y todo su cortejo. Todos cabizbajos y apesadumbrados.) 

Don Pedro. 

(Abatido:) A España, a España... Libre Guatemala,
libres los pueblos todos de la América...
El sol de mis dominios en su ocaso...
El león no ruge ya en la indiana selva.

Padre Antonio. 

¡Resignación! 

Doña Casta. 

Ya la tenemos, padre,
pero hay que intentar la lucha nueva.
Hay que recuperar lo que perdimos.
Hay que recuperar lo que nos llevan.
Hay que hacer que triunfe bajo el palio
la cruz de Cristo y el pendón de Iberia.

 (Ha desaparecido por la arcada la comitiva española, vencida por la pujanza libertadora de América. Aunque hasta el último    momento la dama castellana se sienta vencida pero no humillada. Aureolada, bañada de luz, aparece por la arcada Coana,   seguida de Indiana-América.) 

Coana. 

Y, así termina, indiana
la epopeya de América. 

Indiana. 

Y ahora serás ya de Martino esposa.
Ya Guatemala es libre y sin cadenas. 

(Coana y América-Indiana se dirigen a Martino que   despierta de dulce sueño.) 

Coana. 

¡Martino! 

Martino. 

¡Libres, libres como el quetzal! 
¡Libertad santa! 
Patria libre... Coana... esposa mía...
La inmensa procesión que se levanta,
marca la feliz ruta del futuro.
Ya veo el porvenir que se agiganta.
Ya veo el porvenir amplio y seguro.
Hombres libres serán los descendientes
de tu amor y del mío.
Y Patria y Libertad honren valientes
nietos de Cuauhtémoc y Hatuey, con nobles bríos.
A sostener por siempre independientes,
con las manos, las uñas y los dientes,
contra el yugo opresor de las Españas,
nuestros dos continentes:
¡la libertad impere en mis montañas...
Y la proclaman con sus murmuríos,
las aguas cristalinas de mis fuentes...
y las ondas sonoras de mis ríos! 

(Queda Martino abrazado al grupo que forman Coana e Indiana,  símbolos de las dos Américas, e iluminados por la clara luz  del fondo.)