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C.- LA ORACIÓN Y EL PRENDIMIENTO DE JESÚS (22, 39-53)

Lucas nos presenta a continuación la oración de Jesús en el monte de los Olivos y su prendimiento. En esta narración Lucas sigue un esquema bastante libre, aunque no se separa del esquema general de Marcos; no dudará en quitar episodios que no considera necesarios (tres vueltas de Jesús a reclamar a sus discípulos), y en agregar algunos versículos como sutiles pinceladas que le ayudarán a presentar al Jesús que ha venido mostrando a través de su evangelio, humano, consciente y libre ante la proximidad de su prendimiento y compasivo ante el sufrimientos. Entre los versículos propios encontramos el consuelo del ángel y el sudor de sangre; la curación del siervo del Sumo Sacerdote y el prendimiento de Jesús hasta el final de su discurso. En seguida analizaré tres elementos positivos que nos ayudarán a comprender mejor el sentido salvífico de la vida y muerte de Jesús.

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1.- El ángel consuela a Jesús

Entonces se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.   22,43

Este texto no aparece en ninguno de los otros textos sinópticos ni en Juan. El texto tampoco aparece en algunos de los manuscritos más importantes; de hecho hay varios autores que lo omiten en sus traducciones. Pero ya que es testificado desde el siglo II por numerosos testigos y presentan el estilo de Lucas, el texto se puede mantener. Una vez más seguimos a la Biblia de Jerusalén en los textos con problema de crítica textual. Es probable que su omisión de algunos manuscritos junto con el versículo 44, se deba a la dificultad de defender la divinidad de Jesús porque parecería que lo sitúa inferior a un ángel.

Lucas menciona a los ángeles 25 veces en su evangelio y 21 en los Hechos, mientras que Marcos solamente 6 veces, Juan 3 también y Mateo 20.  Desde esta perspectiva podemos apreciar el gusto de Lucas de explicar eventos importantes de la revelación con los ángeles, como lo son el anuncio de los nacimientos de Juan (1, 11-20) y Jesús (1, 26-38); para Lucas son testigos celestiales en el juicio (12,8-9), son los que se alegrarán por un pecador convertido (15,10), son mensajeros del Señor en Hechos (7, 30; 8,26; 10,3;12,8) En fin, que un ángel conforte a Jesús en su agonía, no parece extraño viniendo esto de Lucas.

“Los ángeles son mensajeros enviados por Dios y representan al mundo celestial; su aparición es una revelación del mundo del más allá que llega al mundo terreno”[1]. En este plano el ángel del que hablamos en este versículo sería un personaje que está a favor del Reino, quiere mostrar el consuelo divino del Padre hacia su Hijo antes de su pasión. Así como al principio hablábamos de Satán como un enemigo del Reino, ahora podemos hablar de los ángeles como colaboradores de la obra de Jesucristo.

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2.- Jesús es el Señor, que consiente y libremente afrenta su muerte 

“¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!” , Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: ‘Señor’...” 22, 48-49

De nueva cuenta Lucas no sigue a los sinópticos para alcanzar su objetivo. Para Lucas Jesús es el Señor (22,49), y aunque será entregado por los escribas y sumos sacerdotes, él no pierde su libertad, Jesús camina con seguridad hacia la muerte. En este rasgo se puede ver una igualdad muy grande con Juan; pues en el evangelio de Juan se ve con mucha claridad la seguridad y libertad de Jesús desde el momento en que es él quien inicia el diálogo con quienes vienen a apresarlo, también queda patente el temor de aquellos y el dominio de la situación por parte de Jesús al exigir la libertad de sus discípulos (Jn 18,4-8).

Esta misma intención de mostrar a Jesús consciente de su entrega y actuando con libertad ante su captura se puede vislumbrar en que, según Lucas, Judas nunca da el beso a Jesús(22,48), de hecho ni se menciona el acuerdo sobre dicha señal con los soldados. Además uno de sus discípulos le llama “Señor” (22,49), él detiene la pelea que comenzaba y sana al herido (22,51), y a diferencia de Mateo y Marcos, donde es apresado desde que Judas lo besa (Mc 14,46), en Lucas Jesús no es apresado sino hasta el final de su discurso (22,54).

Esta conciencia y libertad con que Jesús afronta su prendimiento y muerte es importante para el aspecto salvífico, pues convierte toda esta “tragedia” en una expresión de amor profundo. En otras palabras, aunque Jesús es capturado y entregado a la crucifixión por las autoridades religiosas, él camina seguro de su misión, con plena fidelidad a su Padre. De esta manera queda manifiesta la intención de Cristo de entregarse por nuestra salvación, él sabe que si se quiere abandonar a la voluntad de su Padre, ha de aceptar estos ultrajes que el mal uso de la libertad por parte de los hombres le traerá. Jesús tiene que vencer el mal dejándose capturar por él para después vencerlo con la Resurrección.

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3.-Jesús cura al siervo del sumo sacerdote.

Pero Jesús dijo: “¡Dejad! ¡Basta ya!” Y tocando la oreja le curó. 22,51

Este pasaje no aparece en ninguno de los evangelios más que en Lucas. En los otros tres evangelios encontramos que uno de los discípulos de Jesús saca una espada y corta la oreja a uno de los siervos del Sumo Sacerdote (Mt 26,51; Mc14,47; Jn 18,10), incluso Juan nos dice que fue Pedro quien le corta la oreja al siervo que se llamaba Malco (Jn 18,10c). Por este testimonio uniforme, parece casi seguro que este hecho sucedió. Ahora, la reacción de Jesús ante este hecho varía completamente en cada evangelio. En Mateo Jesús habla de la necesidad que tiene de aceptar este ultraje para que se cumplan las Escrituras (Mt 26,52-54); en Marcos Jesús ignora el hecho (Mc 14,48); en Juan, Jesús ordena a Pedro detenerse y habla de la necesidad de beber la copa que le ha dado su Padre (Jn 18,11); en cambio en Lucas, Jesús grita: “¡Basta ya!” y realiza el milagro de la curación (22,51).

El tema de la compasión y gratuidad manifestada en Jesús es desarrollado en algunos pasajes del evangelio de Lucas. Tres veces leemos en el evangelio de Lucas que Jesús tuvo compasión, con el hijo de la viuda de Naím (7,13), con los diez leprosos que le gritaban: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”(17,11) y con el ciego de Jericó que también le gritaba que tuviera compasión (18,38). En especial llama la atención el pasaje del hijo de la viuda, donde sin que se lo pidan Jesús resucita al muchacho, pues este pasaje es exclusivo de Lucas  y nos manifiesta cómo Jesús no era insensible hacia el sufrimiento de su prójimo, y gratuitamente se manifiesta él como quien es portador de la vida.

No cabe duda que Lucas se complace en presentar la salvación en Jesús de manera gratuita, generosa, espontánea y universal; y este episodio que hoy analizamos del siervo curado es una “pincelada” más del evangelista para mostrar sutilmente al Jesús no solamente consciente ante su muerte, como lo hace en los versículos anteriores, sino también gratuitamente compasivo.

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4.- La hora de las tinieblas

Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. 22,24-27

Lucas introduce esta perícopa después de narrar la traición de Judas; por la explicación que da en el versículo 24 “Entre ellos hubo también un altercado...”, parece que Lucas quiere hacer patente la incomprensión de los discípulos ante el acto sublime que Jesús acaba de realizar; pero en realidad podemos ver que Lucas utiliza esta altercado para reafirmar el mensaje de Jesús, que sería el punto principal de esta perícopa. En la respuesta de Jesús se vuelve a mencionar el ambiente de una comida, “¿quién es el mayor, el que está a la mesa o el que sirve?”(v.27) y en este contexto Jesús afirma: “Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”. Parecería que Jesús repitiera la misma idea que quiso trasmitir con el pan y el vino, pero con palabras distintas. Este pasaje de Lucas 22,24-27, lo encontramos de manera muy similar en Mc 10,45, ahí se unen el aspecto de la diaconía de Jesús con su aspecto salvífico o redentor: “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”. Pero Lucas parece eliminar el aspecto redentor, por el contexto en el que se menciona, pues este aspecto ha quedado claro en las palabras de la institución eucarística (22,19-20), aunque no deja de resaltar el servicio como algo que no puede separarse de la vida oblativa de Jesús.

Lucas ya había mencionado una disputa parecida después del segundo anuncio de la Pasión (9,44-48), pero en aquella vez dijo: “el más pequeño entre vosotros, ése es mayor”, haciendo referencia a un niño que acababa de presentarles. Esto nos permite ver la intención clara de Lucas de recalcar en ese preciso ambiente de donación, la diaconía permanente que  Jesús había vivido.

En el fondo de estas palabras de Jesús podemos encontrar una clave de interpretación que nos permite dar con la posible matriz de los relatos de la cena de los sinópticos y de Pablo.  El paralelismo es grande, hasta el punto de que las fórmulas de pan y del vino parecen como un doblaje del logion del servicio. ¿No es acaso el “cuerpo entregado” (que Lucas destaca) y la “sangre derramada” (que resaltan las cuatro narraciones) otra forma de expresar la diaconía permanente de Jesús como entrega y oblación de la propia persona (cuerpo) y de la propia vida (sangre)? Así encontramos que la entrega, por parte de Jesús, de su cuerpo y de su sangre no sería sino la culminación de la gran obra diaconal que fue su vida. Oblación redentora y diaconía serían dos realidades inseparables en la vida de Jesús.

Pbro. Héctor M. Pérez

hmpv@infosel.net.mx  

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I. DATOS GENERALES DE LA OBRA DE LUCAS

II. Análisis de los elementos salvíficos en la Pasión según san Lucas

INTRODUCCION

A.- Contexto inmediato (22, 1-13)

B.- LA CENA PASCUAL l(22, 14 -38)

C.- LA ORACIÓN Y EL PRENDIMIENTO DE JESÚS (22, 39-53)

D.- Las negaciones de Pedro (22,54-62)

E.- El juicio religioso (22, 63 - 71)

F.- El juicio político ( 23, 1 - 25)

G.- Crucifixión, muerte y sepultura de Jesús (23,33-48)

H.-CONCLUSION

 

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Referencias

 

[1] Cf. J. JEREMIAS, La última cena, 42-64

[2] Cf. M. GESTEIRA, La Eucaristía Misterio de comunión, Sígueme, Salamanca, 1992,   67-69

[3] Cf. C. STUHLMUELLER, Comentario bíblico de san Jerónimo III, Cristiandad, Madrid 1972   402

[4] Momento en la liturgia de la cena pascual en la que el jefe de familia explicaba el sentido de los elementos de la cena y la experiencia de liberación de Egipto que se recuerda en ella. Esto sucedía después de tomar la primera copa y antes de comenzar a comer la cena que ya estaba servida.

[5] Existe otra interpretación más apegada al aspecto cultual sobre estas palabras de Jesús realizada por Joachim Jeremías en su libro: La última cena, Palabras de Jesús, Cristiandad, Madrid 1980. Aqui seguimos la interpretación existencial sostenida por la mayoría de los autores.

 

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