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A.-
Datos generales de la obra de Lucas Por
las fuentes que Lucas utiliza, como por comentarios que hace acerca de
la ruina de Jerusalén, la mayoría de los especialistas consideran
que el evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles fueron
escritos entre los años 80 y 90; cuando ya había sido escrito el
evangelio de Marcos (alrededor del año 70) y “las comunidades
cristianas ya se habían separado de las sinagogas”[1].
El que Lucas haya escrito hasta estas fechas afectará la composición
de su obra, porque estará escribiendo su mensaje a comunidades ya en
un estado avanzado de consolidación
y con problemas específicos que intentará iluminar desde las
palabras y las obras de Jesús. **** La
comunidad a la que Lucas dirige su evangelio pertenece a la segunda
generación cristiana y vive inmersa en el contexto cultural y político
del imperio romano. Eran principalmente cristianos llegados del
paganismo, probablemente griegos. Esto lo descubrimos en la poca
preocupación que pone Lucas en hacer referencia al AT (20 citas menos
que Mateo), además evita poner detalles rituales de pureza o piedad
judía; también en su preocupación por relacionar su relato evangélico
con la historia Greco-Romana (2,1;3,1). Es claro también que es un
evangelio abierto a los paganos por su carácter
universalista: “el cuadro genealógico 3,23-38 no limita la
ascendencia de Jesús a la dinastía real de David, sino que sitúa a
Jesús en el árbol genealógico de toda la raza humana como hijo de
Adán, hijo de Dios”[2]. **** Cuando
Lucas compuso su evangelio existían ya otros relatos similares (1,1).
Lucas los tuvo presentes y tomó de ellos, y de la tradición oral
transmitida por los testigos oculares (1,2), todo lo que podía
servirle para escribir una exposición ordenada de aquellos
acontecimientos (1,3). Por
ser un evangelio sinóptico, se admite que Lucas tiene como fuente
principal un texto del evangelio de Marcos. Además, siguiendo a la
mayoría de los investigadores, podríamos afirmar una fuente común
con Mateo sobre los dichos de Jesús. Por último, Lucas posee una
fuente de relatos y parábolas distinta a la de Marcos y Mateo; aquí
podríamos pensar en las investigaciones personales de Lucas (1,3), en
algo de la tradición oral escuchada en sus viajes con Pablo e
inclusive en algunas fuentes escritas que compartían información con
las fuentes de Juan[3]. **** 4.-
Estructura de la obra de Lucas Las
fuentes que Lucas utiliza para elaborar sus obras y la manera en que
hace uso de ellas nos muestran a un hombre que se esforzó por
recopilar, ordenar y seleccionar su material con una intención clara:
“mostrar un enseñanza sólida de cómo la salvación de Dios hecha
presente a Israel por la persona y la misión de Jesús se ha
expandido a los gentiles y a todo el mundo (Lc 1,4; Hch 1,1.8)”[4].
Con esto en mente, Lucas nos narra su evangelio y los hechos
como una historia de salvación. Por eso su evangelio tendrá una
estructura geográfica y teológica.[5]
El
inicio de la vida de Jesús es presentado con un riguroso paralelismo
con el de Juan el Bautista: la anunciación de su nacimiento (1,2-25;
26-38); el nacimiento lleno de alegría y alabanza a Dios (1,57-58;
2,1-20) y la circuncisión, imposición de nombre, cántico y
crecimiento (1,59-80; 2,21-40). Lucas nos presenta a Juan el Bautista
como profeta (3,2; cf. 7,26), anunciando una salvación futura (3,6) y
encarcelado por Herodes (3,19); así en esos versículos (3,1-20) se
resume la vida de Juan y se marca el fin de la Ley y los Profetas
(16,16). Jesús comienza una nueva época siendo bautizado (3,21-22),
y viviendo en el desierto (4,1-13). A
partir de aquí se distinguen tres etapas generales: la primera es la
predicación en Galilea que ayuda a Jesús a consolidar su grupo de
discípulos y es el anuncio de Jesús a Israel (4,14-9,50); en esta
etapa es cuando se dan la mayoría de las obras liberadoras de Jesús:
milagros de sanación (4,38-40; 5,12-16.18-19; 7,1-17; 8,40-56),
expulsión de demonios (4,33-37.41; 6,18; 7,21; 8,2.26-39; 9,38-42),
convivencia con pecadores (5,29-32) y perdón de pecados (5,20;
7,36-50). La subida a Jerusalén es la segunda etapa (9,51-19,27); a
través de ésta Jesús enseña a sus discípulos y los trata de ir
preparando para comprender su muerte como parte del plan de Dios; es
el inicio de su ascensión a su Padre. La tercera y última etapa nos
narra su entrada a Jerusalén (19,28-38), donde se enfrenta con los
escribas, fariseos y saduceos (19,39; 20,1-8.19-20). Ahí, Jesús
enfrenta su muerte en la que se entrega al Padre (23,46);
sucede la Resurrección a través de la cual se confirma que
Jesús tenía que morir y resucitar al tercer día según las
escrituras (24,7.46) y con la ascensión (24,51) los discípulos son
instruidos a esperar en Jerusalén para ser revestidos de poder desde
lo alto (24,49) y así poder llevar en nombre de Jesús la conversión
a todas las naciones (24,47). **** 5.-
Características doctrinales[6] Las
características doctrinales del evangelio de Lucas las podríamos
dividir en dos aspectos: la persona de Jesús y el mensaje de Jesús.
Sobre la persona de Jesús podríamos decir que Lucas recalca: Jesús
como profeta; entre los textos comunes con los sinópticos en los
que se atribuye a Jesús el título de profeta están 4,24; 9,8.19; y
exclusivos de Lucas tenemos a Jesús que es alabado como profeta por
la gente que presenció la resurrección del hijo de la viuda de Naím
(7,16), al fariseo que duda que Jesús sea un profeta (7,39), a él
mismo considerándose profeta (13,33) y los discípulos de Emaús que
lo llaman un “profeta
poderoso en obras y palabras” (24,19). Jesús
como salvador; durante la infancia de Jesús una vez se hace
referencia directa a Jesús
como salvador (2,11) y cuatro veces indirectamente (1,69.71.77; 2,30).
Durante la vida pública, Lucas no nombra a Jesús
“salvador” pero sí conecta la salvación con la actitud de fe
(7,50; 8,48, 17,19; 18,42), con la remisión de los pecados (7,50;
19,10), con la liberación del demonio (8,36), y con una salvación
escatológica (9,24; 13,23; 18,26). Sobre
el mensaje de Jesús podríamos decir que se caracteriza por los
siguientes temas: El
evangelio de la misericordia; esto se encuentra al ser el único
en narrar pasajes como la pecadora pública (7,36-50); el perdón “de
los pecados” en la oración del Padre nuestro (11,12-4); las parábolas
de la misericordia: la oveja perdida, el dracma extraviado y el Padre
amoroso o hijo pródigo (15,4-32); la mirada de Jesús a Pedro después
de las negaciones (22,61) la mención
del perdón a quienes lo crucificaban (23,34); y el envío de
los discípulos a predicar la conversión para perdón de los pecados
(24,47). Además encontramos a Jesús que perdona los pecados al paralítico
(5,20-21), y la alegría en los cielos por un pecador que se convierte
(15,7). Es
el evangelio de los pobres, al privilegiar a los pobres e
insignificantes en los relatos de la infancia (Isabel anciana, María
y José de Nazaret, unos pastores) y en otras perícopas como la del
rico y Lázaro (16,19-31); o
la del que acumuló muchas riquezas y pronto murió (Lc 12,13-21), que
son exclusivas de Lucas. También presenta la pobreza no como una
faceta espiritual (Mt 5,3), sino bajo el aspecto de carencia material
(6,20); el testimonio de Zaqueo al convertirse dando la mitad de su
dinero a los pobres y pagando a quien hubiera defraudado(19,1-10); y
la viuda pobre, que da lo que tiene, es alabada (21,3). Menciona
rasgos fuertes al hablar sobre la actitud de los ricos (6,24) y
satisfechos (6,25), y los que amontonan riqueza (16,13-15). El
evangelio del gozo mesiánico; en Lucas aparecen con notable
frecuencia diversas veces griegas que significan gozo o alegría: (12
veces en Lucas, 6 en Mateo y 2 en Marcos); (8 veces en Lucas, 6 en
Mateo y 1 en Marcos); (2
veces en Lc, ninguna en Mt y Mc); (3 veces en Lucas, ninguna en Mateo
y Marcos). Además, Lucas habla de la admiración de las muchedumbres
que seguían a Jesús (5,26; 10,17; 13,17; 18,43) y del mismo gozo de
Jesús (10,21). El
universalismo del mensaje; ciertamente que en el evangelio de
Lucas no se da un universalismo efectivo de misión entre gentiles
antes del envío final (24,47); sólo se dan en él rasgos germinales
en los que se vislumbra el desarrollo ulterior. Entre los rasgos están:
la salvación destinada a los gentiles e Israel en el cántico de Simeón
(2,31), la salvación vista por todos en la predicación del Bautista
(3,6), y los textos que hablan de los gentiles y samaritanos
(7,1-9.36-50; 9,52-55; 18,9-14), evitando todo lo que pueda serles
denigrante. Por ejemplo, la omisión de Mt 15,24 “no
he sido enviado sino a las ovejas que perecieron de la casa de Israel”,
o la prohibición dada a los apóstoles: “no
vayáis a los gentiles” de Mateo 10,5. Además se exalta al
samaritano, al ser puesto como ejemplo de misericordia con el prójimo
(10,33-37) y de agradecimiento (17,18-19). El evangelio del Espíritu; muchos de los personajes los presenta Lucas llenos del Espíritu: el Bautista (1,15.80), Isabel (1,41), Zacarías (1,67), Simeón (2,25-27). En la persona de Jesús el Espíritu interviene en su concepción (1,35), en el bautismo (3,22), en su conducción al desierto por él (4,1), y en su vuelta a Galilea (4,14); además se presenta ungido por el Espíritu para evangelizar a los pobres (4,18), y en éste Espíritu se alegra Jesús (10,21). Pbro.
Héctor M. Pérez
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