Agustín
Timoteo Villanueva Yescas
Compilador de la historia
de la Secundaria Diurna Número 9 Teutli.
Manuel Garcés
Jiménez
Una
de las pocas memorias que narran la historia de la educación
del México posrevolucionario del sureste de la Ciudad de México
se encuentra en la revista de la Escuela Secundaria Número
9 que se encuentra en San Antonio Tecómitl, Milpa Alta. Se
trata de un trabajo sumamente trascendental realizado bajo
la dirección de Agustín Timoteo Villanueva Yescas (1925-2004),
interesante en su contenido tanto textual como gráfico, con
dibujos hechos a pulso por el pintor y escultor Raymundo Cobo
Reyes. Cada una de sus líneas nos lleva de la mano para entender
y comprender el nacimiento de la primera escuela del sureste
del Distrito Federal considerada, por eso mismo, la Atenas
del Sureste.
Al
adentrarnos en su contenido, nos damos cuenta de que la revista
es toda una retrospectiva histórica hecha gracias al trabajo
silencioso, modesto y de gran interés, donde se rememora cómo
nuestros ancestros fueron los forjadores del inmueble, construido
sobre rocas que sirvieron para levantar las gruesas paredes
a iniciativa y motivados por el insigne profesor Quintil Villanueva
Ramos.
Fue en los
terrenos del paraje Tzalanzin donde se levantó tan interesante
plantel, orgullo de los habitantes de Tecómitl, y fue ahí
en el que se realizaron las faenas de fines de semana durante
cuatro años. Pero, además del trabajo manual y la donación
de materiales, la participación de la mujer fue interesante
en tanto dio el aliento espiritual a sus esposos y, por supuesto,
la fuerza material en forma de alimentos.
La figura
del profesor Quintil Villanueva Ramos estuvo siempre presente
y, tras de él, sus sobrinos con el también profesor Carlos
Villanueva Yescas al frente, así como don Alfredo Yescas Abad.
Pero gracias a la compilación realizada por el profesor Agustín
Timoteo Villanueva Yescas, actualmente podemos valorar objetivamente
ese esfuerzo que realizaron aquellos profesionistas para gestionar,
levantar y echar a andar la primera escuela del sureste del
Distrito Federal, entre otras obras no menos importantes para
beneficio de su pueblo, y que a continuación me permito mencionar:
la construcción del kiosco, la introducción del agua potable,
la pavimentación de la principales avenidas, la gestión de
la Primaria Agustín Legorreta, el Jardín de Niños Amelia
Fierro Bandala, la gestión del Centro de Salud Dr.
Gastón Melo, entre otras, que se mantienen en la memoria
histórica, gracias a que fueron descritas por el profesor
Agustín Timoteo Villanueva (qepd).
Fue Timo
(como cariñosamente le llamábamos sus amigos), un hombre sencillo,
modesto e inquieto por fomentar la educación y la cultura
de Tecómitl, su pueblo natal y su patria chica. Amante de
la fotografía, a él se deben las imágenes fotográficas de
la revista señalada y sensible de la lectura y, en especial,
de Miguel Cervantes de Saavedra con su obra máxima El Quijote
de la Mancha, de la cual, por cierto, se dio a la tarea
durante años, de coleccionar en distintos idiomas y ediciones,
tanto antiguas como recientes, acompañados de figurillas,
carteles y souvenir alusivos a tan elocuente personaje.
Timo nació en la Ciudad de México el 28 de agosto de 1925 y falleció el 30 de noviembre
del año pasado. Sus progenitores fueron el coronel Timoteo
Villanueva Ramos y doña Josefina Yescas Abad. Sus hermanos
Carlos, Roberto, Gabriel, Máximo y Gloria Emma.
Habiendo
perdido a su padre por los efectos de la Revolución de 1910,
ya que fue uno de los primeros habitantes de Tecómitl en sumarse
a la revolución del sur en la división de Everardo González,
don Agustín quedó bajo la tutela de su tío, el insigne profesor
Quintil Villanueva Ramos, guía moral e intelectual de la gran
mayoría de quienes, por aquella época, despuntaban como preceptores
de futuras generaciones.
Realizó sus
estudios de educación media de 1940 a 1943 en la Escuela Secundaria
Número 9 Teutli en Tecómitl, siendo parte de esas primeras
generaciones construidas con el esfuerzo colectivo, pasaron
a beneficiarse de la educación heredadas por nuestros padres
y maestros. Su bachillerato en Derecho y Ciencias Sociales
lo realizó de 1943 a 1944 en la Escuela Nacional Preparatoria,
allá en San Ildefonso, en el viejo barrio estudiantil, donde
figuras como don José María Lozano señoreaban la educación
media superior mediante las ideas historicistas prevalecientes
por aquella época.
En 1945 ingresó
a la Escuela Nacional de Jurisprudencia donde concluyó la
carrera de Licenciatura en Derecho por la Universidad Nacional
Autónoma de México, profesión que, sin embargo, no ejerció,
su vida estaba destinada para otra causa más acorde con la
vocación familiar, el magisterio.
Casó por
aquellos años con doña Teresa Bazán y de ese matrimonio procrearon
cuatro hijos (María Teresa, Arturo, Patricia y Gustavo), todos
ellos dedicados de alguna manera a la docencia.
Entre 1964
y 1965, con motivo de la fundación de la secundaria (un cuarto
de siglo de labor educativa), el profesor Agustín coordinó
la edición de una revista conmemorativa de 81 páginas: Escuela
Secundaria diurna Núm. 9 Teutli. Un cuarto de
siglo de labor educativa.
Con un entusiasta
grupo de profesores y amigos formó un equipo que se encargó
de preservar en la memoria de los tiempos aquella titánica
tarea de dar forma a las piedras, a los árboles, a la tierra
y construir así el esperado plantel para los hijos de los
campesinos. Parafraseando al poeta que dice golpe a golpe,
verso a verso, fueron formando las aulas de la Secundaria
9, donde, con afanes de cultura, abrevarían los hijos de este
pueblo y de otras delegaciones a su alrededor, incluyendo
a los pueblos del Municipio de Chalco, estado de México.
Entre ese
grupo entusiasta, a quienes no hizo falta el oficio para resaltar
la obra realizada, cabe mencionar a don Carlos Villanueva
Yescas, a Jorge Ríos Mayoral, al pintor Raymundo Cobo Reyes,
al mismísimo don Quintil Villanueva Ramos, artífice de lo
que culturalmente parecía imposible y, por supuesto, al profesor
Alfredo Yescas Abad.
De esta manera
se cumplió el objetivo que se trazara desde que se concibió
la publicación y que queda manifestado a manera de colofón
en la revista: «Se hizo esta publicación con la esperanza de que llene su principal objetivo:
dar a conocer el esfuerzo realizado por una colectividad para
superarse, y además, por la obligación que se tiene de manifestar
lo que se vio, lo que se oyó o vivió, ya que en esta forma
se va escribiendo la historia de los pueblos que viene a ser,
en suma, la historia de la Patria».
En 1984,
la posibilidad de seguir la vocación que caracteriza a la
familia Villanueva Yescas, se hizo manifiesta a Timo,
cuando fue requerido para impartir sus conocimientos en el
magisterio, impartiendo clases en secundarias de ciencias
sociales, historia y civismo, materias desde las cuales ha
aportado su grano de arena a la formación de las nuevas generaciones
de jóvenes mediante el conocimiento de la vida a partir de
un contexto histórico cultural, indispensable en la conciencia,
tanto colectiva como individual, de la verdadera identidad.
Por cuestiones de salud lo alejaron de las aulas pero culminó
su vida profesional, en la trinchera de la educación desde
la biblioteca de la secundaria en que laboraba, al lado de
esos libros que tanto amó y que tanto contribuyeron a su formación
y a la de los suyos.
En su afán
heredado por compartir la cultura, desde 1993 fue dotando
a la biblioteca de un pequeño pueblo, Chila de las Flores,
enclavado en la Mixteca Baja del estado de Puebla, de un buen
número de libros para que los alumnos de la escuela secundaria
de ese lugar, según la voluntad de don Timo, se acerquen
a los clásicos y conozcan de manera directa las enseñanzas
de Homero, Virgilio, Shakespeare, Tolstoi y, por supuesto,
de su tan leído y admirado Miguel de Cervantes Saavedra, hacedor
de la metáfora cotidiana, de la ilusión, de la vida y de lo
bello que se sintetiza en su obra magna Don Quijote de
la Mancha. Esta altruista labor le valió un homenaje por
parte de la comunidad de Chila de las Flores y la generación
1993-1996 de la Secundaria Ignacio Zaragoza llevó el
nombre de «Lic. Agustín
Villanueva Yescas». Su trabajo es valorado en esta población con su nombre en una de las principales
calles.
Desde el
año de 1990, la enfermedad comenzó a hacer sus estragos en
el cuerpo, que no en la voluntad de nuestro querido Timo.
Si bien, sus fuerzas se fueron minando, esa motivación que
sólo da la vida a quienes saben vivirla de buena manera, lo
llevó a una larga agonía; sin embargo, de las virtudes que
permiten preparase para una muerte digna.
Así, una
noche, la última del mes de noviembre, parafraseando a Jorge
Manrique, rodeado de su esposa, hijos, hermana y nietos, dio
el alma al quien se la brindó (el cual la ponga en el cielo
en su gloria) «y aunque
la vida perdió, nos dejó harto consuelo su memoria».
Sirva este
artículo como un homenaje y testimonio para quien supo mejor
que nadie atestiguar los haceres y quehaceres de su pueblo,
a sabiendas, como él mismo señalaba, que la suma de esos testimonios
viene a ser a fin de cuentas, la historia de la vida en su
conjunto.
Su cuerpo
descansa en el cementerio de la tierra que tanto quiso y amó,
San Antonio Tecómitl.
___
Presidente del Consejo
de la Crónica de Milpa Alta y colaborador de El Sol de México.
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