Pionero
de la creación musical, Guty Cárdenas, el Gardel
mexicano
De
no haber sido asesinado, su producción seguramente
habría sido tan prolífica como la de los más
reconocidos cantautores de su época.
En
las primeras décadas del siglo veinte el compositor
mexicano Guty Cárdenas fusionó una serie de
estilos que para esa época resultaban impensables:
danzón con son y swing con tango, por lo que el resultado
fue la creación de un estilo propio, lo que le valió
el reconocimiento internacional. Su muerte, acaecida a los
27 años edad, fue considerada como una auténtica
pérdida para la música tradicional mexicana.
Al
respecto, Eduardo Contreras Soto, investigador del Centro
Nacional de Investigación, Documentación e Información
Musical Carlos Chávez (Cenidim), durante su
participación en un foro dedicado al análisis
de la música tradicional y los procesos de globalización,
destacó que Guty Cardenas «fue uno de los más
innovadores valores de la música mexicana y su producción
seguramente habría sido tan prolífica como la
de los más reconocidos cantautores de su época,
de no haber sido asesinado».
Augusto
Alberto Cárdenas Pinelo, nombre verdadero del compositor,
nació en la ciudad de Mérida, Yucatán,
el dos de diciembre de 1905, y murió cuando ya era
considerado como una de las más grandes promesas musicales,
víctima de un asesinato, ocurrido en la Ciudad de México
el cinco de abril de 1932.
«Su
voz y la calidad de sus composiciones lo llevaron a destacar
rápidamente; pero la popularidad y reconocimiento ganado
en poco tiempo no fue cuestión de moda ‘casera’
en México, sino que traspasó las fronteras geográficas,
lo que le permitió viajar por muchos países
de América. Debido a los niveles de complejidad alcanzados
en sus canciones, su trabajo fue comparable con el de Carlos
Gardel», recordó el investigador.
En
la década de los años veinte, Guty Cárdenas
vivió en Estados Unidos, donde además de cantar
para el presidente Herbert Hoover, fue uno de los primeros
artistas en realizar un disco para la compañía
Columbia Records con técnicas rudimentarias,
pero que le sirvieron para llevar a la práctica sus
ideas musicales, además de aprender a manejar lo que
entonces fue un novedoso proceso de grabación, el cual
luego trajo a México.
«Desde
aquellos años, el compositor yucateco ya experimentaba
con figuras muy complejas en la guitarra y con estructuras
que tomaban ‘prestados’ elementos de diferentes
estilos; en el vecino país del norte los sistemas de
grabación, aunque rudimentarios, permitían a
los intérpretes llevar a la práctica sus inquietudes»,
mencionó.
«Esa
experiencia le sirvió para lo que hizo en México
durante la siguiente década, pues entonces se dedicó
a experimentar y a evolucionar sus ‘sistemas’
de composición, los cuales dejan ver a la distancia
una verdadera inquietud y compromiso con la música
tradicional mexicana; más aún, de América
Latina, sin fines comerciales (aunque también sabía
cómo moverse en ese sentido), sino como una auténtica
búsqueda de sonidos sin establecer fronteras»,
precisó.
Guty
Cárdenas interpretó los más variados
estilos y la gente lo reconoció y lo aclamó.
«Cantó boleros, bambucos y corridos, a veces
acompañado solamente por su guitarra La negra, y otras
por artistas famosos de aquella época. Su actividad
creativa fue siempre una de sus prioridades y no dejó
de trabajar en ello. De hecho, está documentado que
la muerte lo sorprendió sin que lograra terminar la
música para el Ballet Yucalpetén, en
cuya partitura trabajaba afanosamente», rememoró.
Guty
Cárdenas nació en el seno de una familia acaudalada
de Yucatán, por lo que vivió una infancia y
una adolescencia sin carencias materiales. Estudió
en los mejores colegios particulares de su tierra natal, donde
se distinguió por su inteligencia y empeño.
Además, fue un atleta destacado, por lo que obtuvo
diversos trofeos y reconocimientos.
Anteriormente
había estudiado la carrera comercial de Contador Privado,
pero como sus intereses estaban muy lejos de los números,
terminó por abandonar esa profesión para dedicarse
de lleno a lo que era su verdadera pasión: la música.
Un
día Ignacio Fernández Esperón, Tata
Nacho, visitó Mérida por motivos artísticos
y oyó cantar a Guty, quedando gratamente sorprendido
de su calidad artística; fue entonces cuando lo convenció
para que viniera a la capital del país, donde debutó
como cancionero en una comida de aniversario del periódico
Excélsior, siendo apadrinado por personalidades
de la talla de Roberto Montenegro, Ernesto García Cabral,
Manuel Orta y el propio Tata Nacho.
En
el mundo artístico, Guty Cárdenas logró
crear e imponer un estilo propio en el que destacaron lo mismo
su interpretación que la calidad de sus canciones.
Se colocó entre los consentidos del público
gracias a ser uno de los artistas más versátiles
porque interpretaba los más variados ritmos musicales.
Los temas de su inspiración fueron populares en su
tiempo y han sobrevivido al paso de las modas a través
de los años.
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