Los
pueblos originarios de Iztapalapa
SEIN
Como
resultado de un año de investigación acerca
de la memoria histórica de los 16 pueblos originarios
de Iztapalapa, el Ex Convento de Culhuacán
fue el marco para llevar a cabo el Primer Encuentro Iztapalapa,
sus pueblos originarios, que incluyó conferencias,
actividades artísticas y culturales, una muestra
gastronómica y artesanal, presentación de
bailes regionales recuperados por sus habitantes, así
como una exposición fotográfica alusiva a
esa comunidad milenaria.
Los
temas de las conferencias estuvieron relacionados con el
desarrollo de los 16 pueblos, los cuales existen desde la
época colonial y han sobrevivido a diferentes momentos
históricos, regímenes políticos, la
desecación de las aguas que llenaban el paisaje,
la expropiación de tierras y, sobre todo, a la mancha
urbana que se ha ido «comiendo» poco a poco
la naturaleza de la zona y las comunidades que tienen una
relación directa con ella.
La exposición
fotográfica comprendió una selección
de 400 imágenes de 13 de los 16 pueblos. y fueron
presentados tres videos elaborados con el mismo esquema
de las conferencias, en donde participaron habitantes de
los 16 pueblos, estudiantes y especialistas en filmación,
quienes mostraron desde visiones globales hasta aspectos
particulares como la organización de festividades
o la herbolaria.
En la
muestra gastronómica los asistentes saborearon pinole
de maíz tostado, maíz azul y rojo para atole;
dulce de calabaza, pan de muerto, mole con pollo, pipián,
asado de puerco con pulque, ancas de rana en chile verde,
lengua de vaca, tlapique (tamal de vísceras
de pollo), tortas de hongo de escobetilla de arroz, ahuautle
(hueva de mosco de lago) y tortillas de amaranto; mientras
que la muestra artesanal reunió piezas elaboradas
con hoja de maíz y madera, máscaras de cera,
bordados, tejidos, cerámica, plumeros y canastos,
entre otros.
Irene
Carpintero, promotora social, explicó que los antepasados
elaboraban sus alimentos con lo que la naturaleza proporcionaba
en animales y plantas, sin procesos industriales, pero preparados
con el sazón de las mujeres mexicanas; condimentados
a veces y otras al natural y proporcionaban al cuerpo lo
necesario para vivir sanamente y con economía.