Timotí salió corriendo con el caramelo y perdió de vista a la vieja que no conseguía ir más allá de donde le alcanzaba la garrota, y seguía muy enfadada.

El picaruelo llegó al fin a su casa y se encontraba dispuesto a consumir el caramelo cuando pensó que si lo hacía, se quedaría sin él y no podría hacer magia después de que se pasara el efecto. Pensando y pensando se le ocurrió que dando solamente una chupadita podría comprobar sus efectos durante un rato y así el caramelo le duraría mucho más tiempo. Se acordó entonces que sus familiares le habían hablado de un viejo hechicero y Gran Mago Maestro que vivía en Francia, país que se encontraba lo suficientemente lejos para ir por su propio pie; se le ocurrió que si formulaba el deseo de ir a ver a ese mago mientras chupaba el caramelo llegaría a verlo gracias a la magia proporcionada por el dulce y podría obtener beneficio de la sapiencia del maestro.

Timotí chupó el caramelo y de pronto desapareció, segundos después chocó contra algo duro aunque no se hizo daño. Se levantó y vio que había chocado un cartel muy grande en el que se podía leer:

APRENDA A SER UN MAGO
GRATIS
Y EN UN DÍA

Parecía que la magia del caramelo había funcionado perfectamente pues incluso comprendía el letrero sin haber estudiado nunca idiomas.

- Tendré que seguir la flecha para encontrar al Gran Mago Maestro -pensó Timotí.

Comenzó a andar subiendo y bajando varios cerros.

- ¡Cuánto monte hay por aquí!. Tengo ganas de llegar y conseguir mi propósito. ¿Cómo será el Gran Maestro? Seguro que tiene barba, todos los sabios la llevan...

Timotí llego a una casa y supuso que sería la del Gran Mago Maestro. Llamó a la puerta...

- ¿Quién? -preguntó una voz.

- Me llamo Timotí y quiero aprender a ser mago.

- Pues entra, amiguito, entra, te esperaba -dijo la voz muy alegre.

Timotí entró en la casa...

- Yo venía a...

- Ya lo sé, no te preocupes. A ver, dime ¿cómo te llamas, muchacho?.

- Ya se lo he dicho, me llamo Timotí.

- Claro, claro, ya me acuerdo, el que sea Gran Mago Maestro no impide que sea un poco despistado. Je, je.

- He traído un caramelo para usted como regalo.

- ¡Bah! tíralo, no lo quiero -dijo el Mago rechazando el regalo.

- No es un caramelo cualquiera, es un caramelo mágico, si te lo comes te puede ayudar a hacer magia.

- Querido Timotí -dijo el Gran Mago- ese caramelo hace muy poca magia y enseguida se gasta. En realidad tú has llegado hasta aquí porque yo te he traído, pues conocía tus deseos de ser mago y yo soy muy amigo de tus padres y familiares, el caramelo solo hace que te marees un poco y te creas que haces magia. La verdadera magia es más complicada y no todo es agradable. Los magos usamos la magia sólo en caso de necesidad porque siempre que lo hacemos tenemos que pasar por alguna cosa más o menos desagradable para compensar los beneficios que puede aportar la magia; a mí por ejemplo, me crecen las uñas casi medio metro cada vez que hago magia.

Timotí seguía atentamente todo lo que le contaba el Gran Mago Maestro.

- A tí -continuó el Gran Mago- a ti... déjame ver... Ya veo. Cuando aprendas, mi querido Timotí, se te van a caer los pantalones en las primeras actuaciones. Esto te puede servir para demostrar que realmente tienes magia.

- Empiece a enseñarme, empiece a enseñarme.

- No, no, mi querido Timotí, para ser buen mago tendrás que descubrirlo por ti mismo, yo sólo puedo darte consejos.

- Bien, entonces haré lo que usted diga.

- De acuerdo, deberás irte y buscar una cosa que te hará mucha falta.

- ¿Me falta algo?

- Sí, una varita mágica que tendrás que buscarla tú.

- Bueno, muchas gracias por todo y hasta pronto.

Timotí se fue dando saltos y cantando una canción bastante horrible que se estaba inventando en ese momento:

"Soy un mago chiquitín, tin, tin, tin
pero no importa
pero no importa
porque sí
porque sí.
Iré donde me dirija
y nadie me confundirá
y nadie me confundirá
porque sí
porque sí."

De lo contento que estaba no se daba cuenta por dónde iba y en uno de sus saltos se cayó por un barranco. ¡¡Qué bruto y torpe debería ser...!! Timotí rodaba barranco abajo cubriéndose por completo de tierra, afortunadamente chocó contra unos matorrales y paró de rodar sino es posible que terminase aquí el relato de su aventura.

- ¡Uff...! Un poco más y no lo cuento... -dijo sacudiéndose la ropa de tierra.

Entonces apareció algo muy extraño. Era un animalito blanco y peludo, con los paletos muy salidos y una pajarita en el cuello.

CAPITULO ANTERIOR  |  SIGUIENTE CAPITULO


INDICE DE CAPITULOS: I.Timotí  II. El dibujo  III.Falta algo  IV.Su primer acompañante  V.Primer espectáculo  VI.La familia  VII.La vendedora  VIII.Vuelta a la casa del Gran Mago  IX.Encuentro del conejo X.Buen negocio  XI.Vacaciones  XII.La bruja  XIII.El fantasma  XIV.Más casos  XV.El partido  XVI.Vampiros  XVII.La caja fuerte  XVIII.El enano  XIX.Buscando  XX.EL rey XXI.Dónde está Timotí  XXII.La cólera de Timotí  XXIII.Fiesta de chistes  XXIV.La despedida  


Una obra infantil no publicada y registrada en la Sociedad General de Autores en el año 1993 y acabada de escribir en 1992 por el autor Angel Calle Cruz a la edad de 12 años. Para el disfrute de todo aquel que se sienta atraido por el presente manuscrito. ¿Desea descargar la obra completa?   Email: torpedus@yahoo.es