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Danza, bertsolarismo, teatro,música y cineDanzaUna de las expresiones culturales más notable de los vascos son sus danzas folklóricas, tanto por su cantidad como por su variedad y riqueza coreográfica. Ha sido uno de los aspectos que mayor proyección exterior ha obtenido, como demuestra lo que escribió Voltaire en una de sus obras: "Les peuples qui demeurent ou plutot qui sautent au pied des Pyrenees et qu'on apelle basques ou bascons" (Lettres Philosophiques, 1733-34). Este legado sigue hoy vivo gracias a los numerosos grupos de bailes existentes en casi todos los pueblos de Euskal Herria, a la par que en las últimas décadas se han recuperado algunas danzas que estaban en trance de desaparición o prácticamente perdidas. Por su tipología las danzas vascas se dividen en varias clases. Las llamadas de corro abierto, participando hombres solos, mujeres solas o mixtas, que agarrados de la mano o con pañuelos van realizando las distintas partes del baile. Son, por ejemplo, la soka dantza y la gizon dantza. Las danzas de combate son muy abundantes, en las que los dantzaris (bailarines) se enfrentan usando armas (espadas, palos) en distintas variantes y cuadros. Son las ezpatadantzak y los paloteados. Otros tipos son los bailes en comparsas de danzantes y todos los incluidos en las danzas de carnaval. BertsolarismoEl bertsolarismo es la principal muestra de la poesía oral y popular de vasca. El bertsolari, tomando en consideración una serie de reglas métricas y acogiéndose a un amplio abanico de melodías, va desgranando de manera improvisada sus versos. Estos pueden ser de temática libre, sobre cuestiones que sean propuestas para ser tratadas o cumpliendo las rimas que sean fijadas. Las mejores sesiones del género son aquellas en las que toman parte varios bertsolaris, de manera que deben combinar su dominio de las reglas de esta modalidad con la rapidez en sus intervenciones y respuestas y añadir a todo ello el ingenio, agudeza y las ocurrencias que aseguran el disfrute del público presente. El bertsolarismo contempla las siguientes modalidades: los versos antiguos, muchos de los cuales han pervivido gracias a su transmisión oral ("kopla zaharrak"); los versos que ha partir del XVIII fueron escritos y divulgados en hojas sueltas al efecto ("bertso-papera"); y los versos que actualmente son improvisados sobre distintos temas, que es su forma más usual. En el XIX se produjo, al calor del renacimiento cultural vasco, un auge del bertsolarismo que, a pesar de los cambios sociales, se ha mantenido en el siglo XX. Entre otros bertsolaris históricos hay que mencionar a Pernando Amezketarra, Indalecio Bizkarrondo "Bilintx", Juan F. Petrirena "Xenpelar", Jose María Iparaguirre, Juan Jose Alkain "Udarregi", Pello Mari Otaño, Pedro Joxe Elizegi "Pello Errota", Jose Manuel Lujanbio "Txirrita", Kepa Enbeita "Urretxindorra", Mattin Treku, Manuel Olaizola "Uztapide", Fernando Aire "Xalbador", Xanpun, Iñaki Eizmendi "Basarri", Jesús Alberdi "Egileor", Piarres Bordazaharre "Etxaun-Iruri", Jose Miguel Iztueta "Lazkao Txiki", Balendin Enbeita, José Lizaso... El bertsolarismo ha ejercido un papel esencial en la cultura actual y en le proceso de recuperación idiomática. Su continuación está asegurada (funcionan varias escuelas de bertsolarismo), son regulares los eventos organizados (entre ellos los campeonatos de bertsolaris territoriales y del conjunto de Euskal Herria), se han incorporado plenamente las mujeres a esta expresión cultural y cada vez son más los jóvenes bertsolaris. El desarrollo logrado en las últimas décadas de la mano de bertsolaris como Xabier Amuriza, Jon Lopategi, Abel Enbeita, Sebastián Lizaso y otros, prosigue con las aportaciones de Anjel Mari Peñagarikano, Andoni Egaña, Xabier Pérez "Euskitze", Bittor Elizagoien, Jon Sarasua, Unai Iturriaga, Estitxu Arozena, Xabier Silbeira, Jon Maia, Maddalen Lujanbio, Mikel Mendizabal, Jesus Mari Irazu, Igor Elorza, Ohiane Enbeita.... PastoralesLa pastoral es una representación teatral efectuada en Zuberoa. Sus orígenes se remontan al teatro medieval y más concretamente a los "misterios". Entre las pastorales más antiguas de las que se tiene noticia figuran Artzain Gorria (representada en 1565) y Sain Jacques (escenificada en 1634). Actualmente la duración de una pastoral es de unas tres horas. El espectáculo es preparado durante varios meses por un grupo amplio de gentes de un determinado pueblo, entre las cuales se reparten los papeles y funciones. Hay que tener en cuenta que los actores no son profesionales, si bien los zuberotarras se han destacado desde siempre por su habilidad para el verso, los cantos, la música y las danzas populares, virtudes que se reflejan en este tipo de cantos, la música y las danzas populares, virtudes que se reflejan en este tipo de actividad cultural. Anualmente, y coincidiendo con el verano, siempre hay una o varias pastorales representadas en los pueblos zuberotarras. Entre los autores de las pastorales destacó Piarres Bordazaharre "Etxahun", estando entre los actuales Junes Casenave y Jean-Louis Davant. TeatroDespués del largo vacío de la postguerra los jóvenes de finales de los sesenta y principios de los setenta se enfrentan a la censura y dan forma a un estilo de teatro muy relacionado con el ámbito de lo político y de la denuncia del sistema totalitario. El escritor, poeta y dramaturgo Gabriel Aresti (1933-1975) es el primero en abrir la puerta a las nuevas corrientes europeas. Sus textos escritos en euskera y el primer trabajo teatral de Berthol Brecht serán la base del grupo donostiarra Jarrai en este primer esfuerzo que se enfrenta a un anodino teatro comercial que llegaba a las capitales de los dos estados. Muy cerca, en Oiartzun, Intxisu investiga en las raíces parateatrales. En Iparralde la vida cultural no vivía tan maniatada y el teatro escritos de Piarres Lartzabal, Telesforo Monzón y algo más tarde los textos de Daniel Landart servirán para crear un movimiento teatral que tiene como característica la sencillez de medios. Muy pocas pretensiones estéticas para un estilo teatral basado en la declamación. En el difícil camino hacia el campo profesional encontramos en la universidad del área metropolitana de Bilbao el lugar donde surgen los primeros brotes de los que más tarde se denominará el teatro independiente vasco. En 1977 se estrena Irrintzi del grupo Akelarre nacido en el aula de teatro del campus de Leioa. Esta obra es una de las primeras que plantea la búsqueda de una estética propia. Al mismo tiempo, el trabajo artístico del grupo bilbaíno Cómicos de la Legua-Kilikilariak convulsiona la vida teatral de aquel delicado momento. Este grupo surgido en el caldo político de la lucha antifranquista compartía su trabajo con las nuevas tendencias nacidas en Catalunya (Els Joglars y Els Comediants) y Madrid (Tábano). Todos ellos buscaron nuevos espacios (plazas, frontones, polideportivos...), utilizaron máscaras, enormes elementos escenográficos, pirotecnia, música.... Era el momento del cambio y supieron conectar con el público con obras que de forma satírica intentaban recuperar la memoria prohibida por el régimen que se estaba agotando. En Gasteiz la cooperativa Denok, en Donostia Orain y en Nafarroa el LÑebrel Blanco serán los otros puntos de referencia del teatro de la transición. En 1979 se celebran "Topaketak" en Lekeitio, las compañías vascas comparten sus iniciales experiencias con grupos de Escandinavia e Italia. Es el punto de partida para el teatro de calle que tantos buenos frutos ha dado en su evolución posterior. Bekereke pionero en el teatro de calle basado en la imagen dará paso a otras experiencias como Trapu Zaharra especialistas en la mezcla de ficción con la realidad. La década de los ochenta se estrena con un cambio de rumbo. Cómicos de la Legua se divide en dos nuevos grupos que marcarán el futuro del teatro vasco. En 1980 nacen Maskarada y Karraka. Maskarada plantea la necesidad de un teatro profesional en euskara y se mebarcan en una aventura en la que nadir, o casi nadie, creía en aquella época. Empezaron con textos de Bernardo Atxaga y consiguen su primer gran éxito con la adaptación de la novela de Marc Legasse, Gastibeltzaren Karabinak. Primera obra profesional para adultos que se representa en los siete territorios. Karraka, por otro lado, profundiza en el estilo que Cómicos había iniciado con la improvisación colectiva. La comedia satírica musical Bilbao Bilbao es uno de sus mejores éxitos de público. Los grupos independientes continúan la ruptura iniciada y el éxito de Muerte accidental de un anarquista del italiano Darío Fo adaptada por el grupo Geroa (Durango) es una de las mejores muestras del compromiso político-social de aquella época. A mediados de los 80 toma fuerza EATB (Euskal Antzerki Taldeen Biltzarra). Esta asociación de grupos de teatro vasco engloba a todos los grupos que representan en lengua vasca. En 1984, forman parte los grupos profesionales Maskarada y Kukubiltxo (Larrabetzu), este último especializado en teatro de calle e infantil, y los amateur Goaz (Deba), Taupada (Elgoibar), Intxisu (Oiartzun), Txo (Ondarru), Aulesti (Aulesti), Intxurre (Alegi), Buruntza (Urnieta), Hirurak bat, Bordaxuri, Xirristi Mirristi, Makea, Kilimaxao y Aldude (representantes de Iparralde). Intentan aunar fuerzas pero la falta de ayudas hace que poco a poco vaya perdiendo fuerza hasta casi la desaparición del movimiento no profesional. El festival de "Galarrotzak" celebrado durante varios en Hazparne fue su mejor escaparate. En Iruñea se crea la Escuela Navarra de Teatro, núcleo de la mayoría de las compañías navarras actuales: Teatro Estable de Navarra, Pinpilinpauxa, Trokolo, Sambhu.... A finales de los 80 las subvenciones institucionales se van perfilando como el principal sustento en el montaje de una obra de teatro. Al mismo tiempo la forma de trabajo grupal empieza a tener fuerza y se crean las compañías, núcleo de creación entorno a un proyecto. En esto influye las nuevas generaciones de actores que salen de Antzerki (la escuela de actores vascos situada en Donostia que actualmente ha desaparecido para dejar paso a las escuelas de Getxo, Basauri, Errenteria, Sarobe...). Este fluir de actores nutrirá las necesidades de los dramáticos de la televisión vasca y hará florecer infinidad de nuevas compañías, en su mayoría situadas entorno a la capital guipuzcoana. Se generaliza el teatro bilingüe en el que cada trabajo teatral tendrá dos versiones, una en castellano y otra en euskera. Bederen bat, Tanttaka, Hika, In Fraganti, Markeliñe... son algunos ejemplos de una nueva época en la que la comedia y el teatro de humos van poco a poco tomado los escenarios. Fenómenos como Ama Begira Zazu, que recoge fielmente el costumbrismo del humor popular y Kontrabaxua del grupo Maskarada, con más de 300 representaciones, hacen que la esperanza de un teatro exclusivamente en lengua vasca sobreviva. A finales de los 90 el teatro contemporáneo made in Euskal Herria está en uno de sus mejores momentos si consideramos el prestigio internacional cosechado. El grupo de Errenteria Ur ha circuitado sus adaptaciones de Shakespeare por varios continentes después de ganar el Premio Nacional de Teatro de España con Sueño de una noche de verano. Tanttaka después de estrenar El Florido Pensil con éxito en los escenarios vascos, hace temporada en Barcelona, donde se adapta también al catalán y a la vez obtiene un reconocido éxito por todo el Estado español. En la parte continental, el grupo de Baiona Théatre Des Chimeres protagonoza el teatro profesional que se realiza en francés y el narrador de historias Koldo Amestoy es la referencia de los cuentacuentos en lengua vasca. MúsicaEntre los restos prehistóricos se cuenta con dos instrumentos musicales: un txistu o flauta elaborado en un hueso de ave con tres orificios encontrando en las cuevas de Izturitze (Behenafarroa); y una corneta con la que se pueden conseguir hasta cuatro sonidos musicales localizada en la cueva de Atxeta en Forua (Bizkaia). De los siglos medievales datan diversas muestras de la composición de cantos (como el canto epitalámico dedicado a Leodegundia, hija de un rey astúr que se casó con el rey navarro Fortunio Garcés, finales del siglo IX-principios del X); los códices musicales de la liturgia cristriana; la música cortesana (junto a juglares y trovadores venidos de otros lugares aparecen algunos vascos); la música popular (elegías como Alostorrea y Urtsuak zazpi leio, y cantos épicos como Beotibarko kantua y Berterretchen khantoria, entre otros); y las noticias sobre bertsolaris. A partir de mediados del XV y durante el XVI se impone la polifonía caracterizada por el predominio de la música vocal, en la que destacan compositores y maestros de capilla. Entre los más renombrados destacan Joannes de Anchieta, Gonzalo Martínez de Bizcargui y Martín de Azpilicueta. Las capillas y coros formados en la época fueron abundantes en torno a las catedrales y santuarios. En el siglo XVII y principios del XVIII, época del barroco, hay un auge de la música instrumental con el papel otorgado a los órganos y la formación de excelentes organistas. Paralelamente se desarrolla la música popular. Hay numerosas evidencias documentales para estos siglos de la consolidación de las músicas ligadas a las danzas, cantares que han llegado hasta nuestros días, villancicos y las representaciones teatrales musicalizadas (pastorales suletinas). Durante la segunda mitad del siglo XVIII y en el XIX, décadas del clasicismo y romanticismo, la música vasca discurre de forma paralela a la evolución de la música europea. En los años situados a caballo entre ambos siglos actuaron en París el tenor Pedro Garat (vasco-continental apodado el "Orfeo de Francia"), el arpista Martín Marín y el violinista Rufino Lacy. Entre los compositores destacaron por la importancia de su obra musical Juan Crisóstomo Arriaga (1806-1826, que a pesar de morir muy joven en París dejó varias obras de corte clásica) e Hilarión Eslaba (1807-1878, autor de varias óperas y otras obras). De la escuela de Eslaba fueron el organista Juan Ambrosio Arriola, el compositor Valentín Zubiaurre y el organista Felipe Gorriti. En la composición de zarzuelas y óperas destacó Emilio Arrieta. En el ámbito del romanticismo musical se enmarcaron los vasco-continentales Delfí Alard (violinista formado en el Conservatorio de París) y Adrien Barthe (compositor y profesor en el mismo centro). En la segunda mitad del XIX sobresalen dos músicos que lograron un gran renombre internacional: en el campo de la interpretación: el violinista Pablo Sarasate (1844-1908) y el tenor Julián Gayarre (1844-1890). Además del auge de la canción popular, a finales del siglo XIX y principios del XX comienzan a formarse academias y conservatorios, sociedades musicales (Sociedades Filarmónicas de Bilbao y San Sebastián), bandas de música y orquestas sinfónicas, coros y orfeones (Orfeones Pamplonés, Easonense, Donostiarra, Alavés, Durangués, Sociedad Coral de Bilbao, Euskaria, Chorale Philarmonique de Bayona...). Son las décadas de la actividad de un compositor de fama mundial: el vasco-continental Maurice Ravel (1875-1937). En estos años surge una nueva y renombrada generación de músicos entre los que se encuentran Jose María Usandizaga, Jesús Guridi, Resurrección María de Azkue, Andrés Isasi, Pablo Sorozábal, Fernando Remacha, Jose Antonio de Donostia, Miguel Echebeste, Jesús Arambarri, Nicanor Zabaleta y muchos otros. A la par que los músicos vascos participan de la música europea (se forman en París, Berlín... y recorren diversos países), muchos de ellos desarrollaron el llamado nacionalismo musical vasco en el que combinan las entonces modernas formas y técnicas musicales con el floklore vasco y textos en lengua vasca. Algunos ejemplos son las óperas Mendi mendiyan de Usandizaga y Amaia de Guridi. Como en otros campos la Guerra Civil también afectó a la música vasca, creándose en el exilio grupos corales y folklóricos (Eresoinka, Coral sine nomine) y siguiendo en otros países numerosos músicos sus trabajos (Hilario Olazaran, y el citado padre Donostia, Segundo Olleta, padre Madina.) Poco a poco las actividades se retoman componiendo algunos de los ya citados (Guridi, Remacha, Arambarri, Sorozabal), trabajando músicos diversos (pianista Joaquín Achúcarro, arpista Nicanor Zabaleta), reorganización y fundación de coros (Eschola Cantorum, Coro Easo, Coral de Elizondo, Coro Maitea, Orfeón de San Antón, Sociedad Coral Santa Cecilia, Coros de Opera Abbao), bandas de música, grupos folklóricos (Oberena, Oldarra, Dondirri, Goizaldi, Ballet Olaeta, Duguna, Gaztedi) y potenciación de instrumentos autóctonos como el txistu (introducido en los conservatorios). Así mismo, se consolidan nuevos compositores (Javier Bello-Portu, Felix Ibarrondo, Carmelo Alonso Bernaola, Rafael Castro, Juan Antonio Larrauri, Luis Alfonso de Pablo, Maria Luisa Ozaita, Francisco Escudero, Gotzon Aulestia...). A finales de los 50 y principios de los 60 comenzó el movimiento de la nueva canción vasca ("Euskal Herri Kanta Berria"), cuyos precursores fueron el médico y político vasco continental Mitxel Labeguerie y el grupo Zoroak, dando entrada a toda una serie de canta-autores y conjuntos que bascularon entre la recuperación de las canciones clásicas populares, el impulso del entonces represaliado idioma vasco, la adpatación de las modernas formas musicales que se desarrollaban en otros países y la expersión de las inquietudes sociales y políticas de la época, cuestión que conllevó numerosos conflictos con le régimen franquista. Fueron apareciendo los primeros trabajos de Mikel Laboa, Lourdes Iriondo, Xabier Lete, Benito Lertxundi, Julen Lekuona, Jose Angel Irigarai y Joxean Artxe, los cuales colaboraron durante algún tiempo en el grupo "Ez dok amairu" (1966-1972), que tuvo un impacto cultural, político y social muy destacado. Uno de sus espectáculos mas completos fue el titulado "Baga, Biga, Higa" en el que intervenía la música la canción y la danza. Asimismo, se dieron a conocer otros cantantes con distintos estilos (Estitxu, Antton Valderde, Imanol Larzabal) y grupos (Urretxindorrak, Oskarbi, Nahikari, Ohiartzunak...). Desde los años 70 algunos de los mencionados se consolidaron plenamente. Es el caso de los citados Laboa, considerado por muchos el patriarca de la canción vasca -cuyos trabajos, muchos de ellos en colaboración con los hermanos Artze y Jose María Zabala, se orientaron a recuperar canciones tradicionales (Herri Kantak), musicar poetas contemporáneos (Brecht, Atxaga, Sarrionanindia...) e introducirse en composiciones de índole experimental-, Lete -cantautor de una gran profundidad poética- y Lertxundi -reconocido cantautor que evolucionó desde la canción protesta hacia composiciones de corte intimista, entre otras aportaciones-. También nació Oskorri, el grupo de folk vasco de más larga vida y mayor proyección exterior, encabezado por Natxo de Felipe, cuya amplia producción incluye desde la canción protesta y melodías populares a las últimas tendencias de Folk-Rock pasando por una prolija gama de trabajos. A la vez, se gestó una generación de músicos y cantantes de una gran riqueza en cuanto a estilos, temáticas y trayectorias, como Maite Idirin, Etxamendi eta Larralde, Pantxoa, Carrere eta Peio Ospital, Gorka Knörr, Erramun Martikorena, Gontzal Mendibil, Iñaki Eizmendi, Urko, Niko Etxart (uno de los pioneros del rock en Iparralde), Ruper Ordorika (compositor de canciones de gran valor literario y musical), Anje Duhalde (que comenzó con el grupo Errobi, otro de los referentes pioneros de rock de Iparralde, para luego efectuar una brillante carrera en solitario), Amaia Zubiria, Txomin Artola, Mikel Markez, Beñat Atxiary.... En el ámbito de los grupos hay que mencionar a Guk, Errobi, Mintxoriak, Haizea, Izukaitz, Azala, Egan, Ganbara, Itoiz (formación dinamizada por Juan Carlos Perez, que cubrió una brillante etapa en su estilo), Sasoi Illunak, Saldibobo... Asimismo, además del folk, jazz y rock en sus distintas variantes, es la época en la que irrumpen el punk, el ska, reggae...., con dinámicas bandas entre las que cabe citar a Kortatu (impulsada por Fermín e Iñigo Muguruza) y su sucesora Negu Gorriak (el grupo más vanguardista del rock vasco y que llevó su música más allá de Euskal Herria a través de sus giras internacionales), Jo Ta Kie, Hertzainak, Barricada (banda en castellano con un rock potente y comprometido reflejo del ambiente musical navarro), Zarama, Cicatriz, Delirium Tremens, Baldin Bada, Sorotan Bele, EH Sukarrak, Etsaiak, Su Ta Gar, Bap !!, Urtz, Anestesia, Exkixu, Deabruak teillatuetan, Dut, Kashbad, Latzen, Berri-Txarrak, Jose Ripiau, Betagarri, Eskalariak, Estanda... La triki-tixa tradicional experimentó una evolución musical sorprendente. Siendo el instrumento principal en romerías de plazas y anteiglesias, conoció profundos cambios y empezó a tomar parte en las tendencias contemporáneas. Los nuevos sonidos de Tapia eta Leturia y Kepa Junkera son la vanguardia en esta transformación. Así pues, el folk rock y el jazz, entre otros, se mezclan con la tradición. Cabe destacar la participación de las mujeres en este mestizaje: Maixa ta Ixiar y Alaitz eta Maider. En este devenir musical la escena vasca es invadida por una larga lista de trikitilaris que acaparan gran parte del protagonismo musical: Gozategi y Muntxo eta Beloki, y Etxakit. Instrumentos musicalesUno de los instrumentos más simples, y a la vez más antiguos por su forma, es la txalaparta (o zalapartaka). Se compone de una larga tabla de madera, colocada entre dos soportes (pueden ser cestas), que es golpeada rítmicamente con pequeños palos (makila) que se sostienen en ambas manos. Lo usual es que sea una pareja de txalapartaris quienes intervengan. Su sonido recuerda a los "tan-tanes" de pueblos africanos, pudiendo tener su origen en ritos religiosos y siendo susceptible de haber sido utilizada en tareas de comunicación ancestral. Hoy, tras estar en trance de desaparición hace varias décadas, está plenamente recuperada. De cierta similitud con el anterior es la tobera, instrumento de percusión. Se trata de una barra de hierro o acero sujeta por cuerdas que es golpeada, también rítmicamente, con las varillas que dos personas portan en sus manos. Un instrumento ciertamente simple son las arxalsak, terrañuelas o terreñas, hechas de madera para ser manejadas con los dedos de las manos y producir unos sonidos característicos, muy semejantes a las castañuelas de otras zonas, al ser batidas una contra otra. Su repique acompaña a otros instrumentos. La muxugitarra es un pequeño instrumento de hierro con una lámina que se coloca en la boca, sobre los dientes, para proceder a la vibración de la citada lámina. De origen marcadamente pastoril es la alboka, un pintoresco instrumento aerófano. Entre sus componentes figuran dos finos tubos de caña adosados a un soporte de madera que sirve para sostener el instrumento, dos lengüetas de caña y una boquilla y pabellón, ambas de cuerno de vacuno. La triki-trixa, acordeón diatónico que fue traído al País vasco en la segunda mitad del siglo XIX para arraigarse y, sobre todo a nivel rural, convertirse en uno de los instrumentos populares más apreciados. El o la acordeonista es acompañado por un panderetero que emplea la pandereta (panderue, ardanbore o zaldabaia). No hay fiesta que se precie que no incluya en su programa una o varias parejas de triki-tilaris, cuya música es ideal para el baile de jotas y arin-arin y otras melodías típicas de romerías. Recientemente la triki-trixa ha superado las formas tradicionales de su ejecución para ser incorporada, con celebrado éxito, como un instrumento más en los trabajos de bandas musicales actuales. El txistu es el instrumento musical vasco más destacado, empleado tanto en sus propios conciertos como en el acompañamiento de muchas de las danzas populares. Pertenece a la familia de las flautas, concretamente a las rectas de tres agujeros. Actualmente tiene una perfeccionada embocadura y su dulce y melodioso sonido es secundado con el tamboril. Las bandas de txistularis, además de los conciertos propiamente musicales y del acompañamiento de las danzas populares, intervienen en numerosos actos sociales y culturales (actos institucionales, recepciones de autoridades, procesiones, romerías, etc.). Una flauta pequeña, con tres agujeros, es la xirula. Está muy extendida en el País Vasco Continental, sobre todo en Zuberoa, lo que se refleja con su presencia en parte de los bailes suletinos y en algunas piezas de las pastorales. El xirulari lleva en uno de sus brazos un ttun-ttun o soino, especie de alargado tambor con cuerdas que es golpeado con un palillo. Instrumentos similares al ttun-ttun también se conocen en zonas limítrofes de Euskal Herria, como en el Bearn y Las Landas. La dulzaina o gaita (dultziña) es un instrumento de viento, similar a la chirimía pero de tonos más agudos, elaborada con madera y latón. Las melodías se ejecutan por dos dulzaineros junto con un tamborilero. El CineDe los años veinte datan las primeras películas del cine vasco entre las que sobresalen los largometrajes de ficción "Edurne, modista de Bilbao" de Telesforo Gil de Espinar (1924) y "El mayorazgo de Basterretxe" de Victor y Mauro Azkona (1928), adaptación de la novela Mirentxu de Pierre Lhande, en el que se ensalza los valores de un País Vasco rural y tradicional ante la creciente industrialización. Las cintas "Eusko Ikusgayak" (1923-28), realizadas por el vasco-filipino Manuel María de Intxausti con el respaldo de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, recogieron en técnica documental aspectos del folklore y costumbres de la época. De los siguientes años se cuenta con el documental "Au Pays des basques" de Maurice de Champreux (1930, la primera cinta de la historia en la que se pudo escuchar el euskera), el cortometraje "Sinfonía Vasca" rodado por el alemán Trotz Tichahuer y eleborada con una orientación política la película "Euzkadi" de Teodoro Ernandorena (1933) que reflejaba la visión que del País Vasco tenía el nacionalismo. Las imágenes de la Guerra Civil quedaron plasmadas en los noticiarios elaborados por el Gobierno Vasco y el documental "Guernika" de Nemesio Sobrevilla, en el que su interés histórico documental está secundado por un excelente producto cinematográfico. Durante las dos primeras décadas del franquismo (años 40 y 50) las condiciones políticas hicieron que el cine vasco fuese inexistente. En los años 60 se da un gran paso, pese a las dificultades puestas por la administración española, con el rodaje de la película "Ama Lur" (1968). Sus impulsores fueron Fernando Larruquert y Nestor Basterretxea que la produjeron con aportaciones populares. El film trataba de presentar las principales facetas históricas, sociales, artísticas, culturales, deportivas, etc., de Euskal Herria, lo que significó todo un acontecimiento en pleno franquismo. Tras su visionado en las salas comerciales fue usual que el público asistente prorrumpiera en aplausos. Avanzada la década de los 70 el cine vasco produjo una serie de cintas de orientación política o sobre distintos aspectos de Euskal Herria. Son los años de "Estado de excepción" de Iñaki Nuñez (1976), "Euskal Santutegi Sakona" de Anton Mericaetxebarria (1976), "Irrintzi" de Mirentxu Loyarte (1978), "Ez" (1977) y "El proceso de Burgos" (1979) ambas de Imanol Uribe. Asimismo, tuvieron su importancia la serie de cortometrajes "Ikuska" (1977-1985) coordinados por Antton Ezeiza. Cubierta la etapa anterior, el cine vasco se consolidó pasando a un cine elaborado con mayores miras, abordando temáticas de ficción, haciendo películas para el público infantil, efectuando coproducciones, etc. Los años 80 son también los del denominado cine autonómico, subvencionado en parte por el Gobierno Vasco. Algunas películas son dobladas al euskera, si bien el cine en esta lengua no logra despegar y obtener un mínimo éxito. Una muestra de esta nueva trayectoria es la del cineasta Montxo Armendáriz quien tras rodar los cortometrajes "Ikusmena" (1980) e "Ikuska 12", realizó las películas "Tasio" (1984, Makila de oro en el Festival de Miarritze-Biarritz), "27 horas" (1986, Concha de Plata en el Festival de Donostia-San Sebastián), "Las cartas de Alou" (1987, Concha de oro a la mejor película en el Festival de Donostia-San Sebastián) e "Historias del Kronen" (1990). Consiguió posteriormente que la película "Secretos del corazón" (1997), fuese premiada en le festival de Berlín y nominada para los Oscar de Hollywood. Otras películas de los 80 fueron "La fuga de Segovia" (1981) y "La muerte de Mikel" (1983) de Imanol Uribe, "Akelarre" de Pedro Olea (1983), "La conquista de Albania" de Alfonso Ungría (1983), "Errepoteroak" de Iñaki Aizpuru (1984), "Hamaseigarren aidanez" de Anjel Lertxundi (1985), "Ander y Yull" de Ana Diez (1988) y "Ke arteko egunak" de Antton Ezeiza (1989). En la década de los 90 hay que subrayar la parición de una nueva generación de cineastas. Muestra de ello son las películas "Alas de mariposa" (1991) y "La madre muerta" (1993) de Juanma Bajo Ulloa, "Vacas" (1992), "La ardilla roja" (1993), Tierra (1996) y "Los amantes del círculo polar" (1998) de Julio Médem, "Todo por la pasta" (1992) y "Como ser infeliz y disfrutarlo" (1994) de Enrique Urbizu y "Acción Mutante" (1993) y "El día de la bestia" de Alex de la Iglesia. Ante la falta de una industria vasca de cine, la mayoría de directores ha realizado su trabajo fuera. El escritor y guionista Koldo Izagirre ha permanecido en el País Vasco habiendo dirigido la película "Off-eko maitasuna" (1992). En cuanto al cine infantil destacan las realizaciones "Ekialdeko izarra" (1978, primera película de dibujos animados) y "Balearenak" (1991). Entre las coproducciones sobresale el film vasco-cubano "Maité" de Carlos Zabala y Eneko Olasagasti, que ha tenido su continuación en una serie rodada por Euskal Telebista. |