6.- Muere la Madre de
Grau
Hacía bastante tiempo que
doña Luisa Seminario Del Castillo de Díaz vivía en Lima. A
fines de 1873 sintiéndose bastante mal de salud decidió
hacer su testamento, el cual fue redactado en la forma
siguiente:
“En Lima, a las cuatro de la
tarde del día cinco de diciembre de mil ochocientos setenta
y tres me constituí en la casa número sesenta y cinco de la
calle del Quemado a donde fui llamado para hacer el
testamento de la señora doña Luisa Seminario, que se
hallaba algo enferma pero levantada y en el pleno ejercicio
de sus facultades intelectuales según la conocen que con
ella han tratado y estando presentes como testigos, llamados
por ella misma, don Isaac Meyer, don
Manuel Morote y don Louis
Scoklaske, vecinos de esta capital, mayores de edad,
procedió en presencia de ellos a otorgar su expresado
testamento en la forma siguiente: Declara que es de edad
sesenta y tres años, natural de Piura, hija legítima de don
Fernando Seminario y de doña María Joaquín del Castillo son
padres ya finados que de Dios gocen. Declara que es
cristiana, católica apostólica, romana, bajo de cuya fe y
creencias ha vivido y protesta vivir y morir. Manda a la
nueva restauración, lo dispuesto por ley y para (ilegible)
de la vez. Declaró que fue casada con don Pío Díaz de cuyo
matrimonio tuvo tres hijos, de los cuales viven nombrados
don Roberto y don Emilio Díaz y la tercera que falleció
casada, pero sin sucesión, nombrada Balbina, los declaró a
los dos por sus legítimos hijos y del expresado marido.
Declara que no tiene hijos naturales de ninguna clase.
Declara por sus bienes los siguientes, treinta y un mil
pesos en dinero en poder de su hijo don Emilio Díaz a
intereses según documento. Dos mil
pesos en poder de don Alfredo Mendiola. Una casa en Piura,
valor seis mil pesos más o menos. Cinco mil pesos en vales
de la nueva deuda consolidada. Tres mil pesos en el
Empréstito Nacional Dreyffus, Mil pesos en acciones en el
Dique del Callao. quinientos treinta y ocho pesos en poder
de don Fernando Salas por principal e intereses. Trescientos
pesos en poder de doña Vicenta Navarrete, según pagaré y
cien pesos en poder de Peta Fascoli. Finalmente ocho mil
pesos en dinero efectivo, cuyos ocho mil pesos los lega a la
señora doña Joaquín Díaz para que se los entreguen, luego
que esté expedita, pues por ahora aunque tiene treinta años
de edad se halla enferma e incapaz de manejarlos y en caso
que muera en ese estado, los ocho mil pesos pasarán a sus
herederos legales, que son mis indicados hijos y si se casa
se le entregarán para que disponga de ellos como quiera.
Declara que lega a las personas siguientes, las cantidades
que a cada una señala. A doña Ana Grau, tres mil pesos, a
doña Dolores Grau dos mil quinientos pesos, a doña Mercedes
Elizalde dos mil quinientos pesos, a su nieta doña Corina
Díaz mil pesos. Cien pesos a Marina Pintado, cincuenta pesos
a Ángela Ruesta y cincuenta pesos para pobres. Nombra de
albaceas a sus dos legítimos hijos, Don Roberto y don Emilio
Díaz, confiándoles el poder necesario para el desempeño de
estos cargos, nombrándolos también guardadores de doña
Joaquina Díaz, dándoles las facultades que la ley acuerda
para el desempeño del cargo. Que el remanente de su bienes,
acciones y futuras adiciones............. .................a
sus legítimos hijos Don Roberto y don Emilio Díaz, para lo
que así sea lo gocen por iguales partes con la bendición
de Dios y de la otorgante. Revoca otro cualquiera testamento
que antes que éste haya otorgado, para que ninguno valga
sobre el presente.
Yo, el escribano declaro
que las presentes cláusulas han sido dictadas por las
testadora y escritas de mi puño y letra en presencia de los
testigos....................... certificando todo el
testamento, habiéndolo leído los señores designados por
ella, la que firmó con dichos testigos, de que también doy
fe. Están conformes sus indicados hijos, vale.”
Firmaron como testigos,
Manuel Morote, Isaac Meyer, Louis Sokolaske y el escribano
Félix Sotomayor.
Doña Luisa murió casi
cuatro meses más tarde, habiendo sido asentada su partida de
defunción en la parroquia del Sagrario en el libro de
defunciones N° 19 de 1872-77 folio 177, con el tenor
siguiente:
“En la ciudad de Lima en
veinte y dos de marzo de mil ochocientos setenta y cuatro.
En la iglesia del convento de la Merced sé excequió con cruz
alta el cadáver de doña Luisa Seminario, natural de Piura,
viuda, deja dos hijos, testó ante el escribano público
Sotomayor. Falleció, de cáncer a la edad de sesenta y tres
años y dicho cadáver fue conducido al cementerio general, de
que certifico (firma) José Santos Chávez, cura rector.”
En “El Victorial” de
Miguel Grau, de la historiadora Ella Dunbar Temple se ha
ocupado de los funerales de doña Luisa. Dice que las
exequias se celebraron en la iglesia de Nuestra Señora de
las Mercedes a las 7.30 del día 22 habiéndose publicado en
el periódico limeño “Patria” la invitación suscrita por sus
hijos Roberto y Emilio y su sobrino Fernando Vega. El
agradecimiento se hizo el lunes 23 de marzo en “El
Comercio” y otros diarios. Los restos fueron inhumados en el
Cementerio Presbítero Maestro, en el Cuartel San Pedro
Nolasco, Nicho 106-D.- En la lápida de mármol con la luna
actualmente rota (1999), está escrito el siguiente epitafio:
“Luisa Seminario de Díaz. Falleció el 22 de marzo de 1874”
Como se puede observar,
al manifestar en su testamento de diciembre de 1873 tener
63 años, lo que hace suponer que nació en 1810.
Como lo había hecho toda
la vida, siguió negando la existencia de los hijos naturales
Grau Seminario y Elizalde Seminario y ni siquiera considera
a Joaquina, la última de sus hijas tenida en su legitimo
esposo el capitán Pío Díaz cuando éste retornó de Colombia a
Piura. El testamento prueba que doña Luisa era una persona
muy rica, tanto es así que había prestado a su hijo Emilio,
nada menos que 30.000 pesos lo que era una verdadera
fortuna. A sus dos hijas Grau Seminario y a Mercedes
Elizalde, no las reconoce como hijas, pero les deja legados.
El capitán de navío y comandante del “Huáscar” de entonces,
no es mencionado. Su hijo Enrique, marino y el primero de
los Grau Seminario había muerto desde 1857 en un accidente.
Grau por entonces estaba
al mando del “Huáscar”, que se encontraba surto en el
Callao. Dada la sensibilidad del marino, el deceso de doña
Luisa tuvo que haberle causado gran sentimiento, por que
después de todo era su madre. Poco después es nombrado jefe
de la Escuadra de Evoluciones. Con tal fin, el 12 de junio,
el comandante general de la Marina, se dirige al ministro de
Guerra y Marina, haciéndole conocer tal designación, y que
Grau en esa fecha estaba cambiando su insignia de
comandante del “Huáscar”, asumiendo el mando de la citada
escuadra.