1.- El “Huáscar” no se rindió
Varios historiadores chilenos
y entre ellos Jorge Inostrosa, dan la versión falsa de que
el “Huáscar” se había rendido. Este ultimo, llega a
inventar la historia de que los artilleros ingleses se
rebelaron temiendo por sus vidas y arriaron el pabellón
nacional. Eso no es cierto.
Cuando el pabellón cayó por
tercera vez a causa de que la metralla cortaba las drizas,
los cañones del “Huáscar” siguieron disparando hasta las
10.35 de la mañana, así lo narra el corresponsal del
diario chileno “Mercurio”, el cual agrega que a las 10.55, el
barco cayó prisionero. En su narración el
corresponsal no habla de rendición.
Sería innoble de nuestra
parte desconocer, que los artilleros ingleses y otros
tripulantes extranjeros que estaban en la sala de máquinas,
no se hubieran portado a la altura de su deber, y que
estimulados, seguramente, por el valor de los tripulantes
peruanos, también lucharon con valor hasta el final. En
efecto, resultaron muertos los siguientes artilleros:
Eduardo Perry, John Grand, John Backer, Samuel Vamisch, John
Dunnet, Federico Meiggs y Enrique Vernesse. Fueron heridos,
algunos de gravedad: James Anderson, Manuel Gorgiades,
Michael Murphy, Eduardo Price, Henry Otto, George Harris,
Daniel Mc Carthy, George Smith, John Lumly y John Price. En
realidad, fueron pocos los que resultaron ilesos. Es por lo
tanto un deber de todos los peruanos, recordarlos con
gratitud y veneración.
La decisión tomada por
Gárezon, el último comandante del “Huáscar”, en rápida
reunión con los pocos oficiales que aún quedaban, fue la de
hundir el barco, y para eso se ordenó se abrieran las
válvulas. El jefe de máquinas, ingeniero Samuel Mac Mahón,
de inmediato dio cumplimiento a la orden, pero para hacerlo
fue necesario parar la máquina, lo que inmovilizó al barco y
facilitó el abordaje, pues los barcos chilenos estaban
cerca. Es decir, que el “Huáscar” no se detuvo para rendirse
sino para hundirse y eso lo comprobaron los mismos chilenos
pues cuando tomaron posesión del monitor notaron que se
estaba hundiendo y presurosos bajaron de la cubierta para
cerrar las válvulas, Si se hubieran demorado unos cinco
minutos, el “Huáscar” se hubiera ido a pique
irremediablemente
El escritor francés Charles
Varigny escribió en 1879 el libro “La Guerra del Pacífico”
que permaneció por mucho tiempo sin conocerse hasta que
cuarenta años después fue traducido del francés al
castellano. Varigny escribió su obra en el propio escenario
de la guerra. En un pasaje de su narración del combate de
Angamos dice: “En la abierta tronera de la torre cayó un
obús de 300 libras que estalló en la torrecilla matando al
capitán Aguirre y a los sirvientes de piezas y desmontó uno
de los cañones del «Huáscar», no quedando más que uno en
estado de servicio. Era suficiente para proseguir la lucha.
Esta es dirigida ahora por el capitán Carvajal. Nuevos
tripulantes entran con él en la torrecilla, continuando el
fuego más lento pero sostenido hasta el momento en que un
obús del «Cochrane» penetrando por la brecha abierta, hace
estallar el blindaje, hiere a Carvajal y mata a los
sirvientes. Eran las 11 y hacía dos horas que se combatía.
El puente del "Huáscar”, inundado de sangre, la torrecilla
sembrada de cadáveres, atestiguan el heroísmo de la lucha.
Los mastileros no permitían utilizar las ametralladoras de
las cofas, por lo tanto el «Huáscar» combatía con su única
pieza de artillería y el teniente José Melitón Rodríguez,
sostenía el ardor de los combatientes. Una descarga de
fusilería hecha desde las cofas del «Cochrane», derribó al
teniente sobre el puente. Luego dice Varigny: A pesar de
todo, toma el mando del «Huáscar» el teniente Pedro Gárezon.
En vano el almirante chileno hace cesar el fuego y vota al
agua las chalupas para lanzar a sus hombres al abordaje. Los
últimos defensores del «Huáscar» los reciben a hachazo
limpio y a tiros de revolver y los arrojan al agua. Era su
último esfuerzo. Una segunda tentativa de abordaje produjo
mejor resultado. Los chilenos quedaron dueños del «Huáscar»...........
de la tripulación murieron 61 hombres, entre ellos los cinco
oficiales de mayor grado, otros siete quedaron en estado
agónico........ El senado peruano votó en medio de las
aclamaciones del pueblo, el siguiente decreto: Al ser
llamado por lista a bordo de la flota nacional Miguel Grau;
contestará el oficial de más alta graduación a bordo:
¡Presente en la mansión de los héroes!