GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO XI:

HONOR Y GLORIA

01.- El “Huáscar” no se rindió

02.- La primera tumba

03.- Después de Angamos

04.- Como recibió Prado la noticia

05.- La colecta para nuevo barco

06.- El infortunio y la gloria

07.- Hombre de honor

08.- La tripulación heroica

09.- La corbeta “Unión” y el 8 de octubre

10.- Como informaron los diarios

11.- Otros reconocimientos y brindis por Grau

12.- El “Huáscar” en poder de Chile

13.- Piérola desconoce méritos de Grau

14.- Viuda de Grau recibe espada de Europa

15.- La muerte del coronel Gómez

16.- Colecta para reemplazar al Huáscar

 

4.- Como recibió Prado la noticia 

Mientras tanto, el Presidente Mariano Ignacio Prado Director General de la Guerra se encontraba atareadísimo en Arica. La forma como recibió la noticia de la muerte de Grau y la pérdida del “Huáscar” , la da a conocer en “1879”, Guillermo Thorndike, de esta manera: 

El capitán Yessup, echó una mirada al trozo de papel que le llevaba el telegrafista. Murmura una ácida maldición y a grandes trancadas atraviesa el patio donde resoplan ensillados caballos. Desapareció por un amplio pasadizo cubierto de baldosas. Antes de entrar a la Secretaría del general Prado, golpeó la puerta con los nudillos. ¿ Qué desea capitán? Al influyente Mariano Álvarez, Secretario del Supremo Director de la Guerra, le fastidió la interrupción. Yessup se limitó a decirle: Un telegrama urgente doctor. Alvarez, compuso sus  espejuelos y  leyó mientras Yessup permanecía de pie, frente al escritorio cubierto de documentos. ¿Cuándo  llegó? -Hace cinco minutos. 

Al general Prado lo mortificaba en esos momentos una violenta jaqueca. Dos veces cambió de médico sin que nadie pudiese curarlo del insomnio. Llevaba en la cabeza todas las órdenes, todos los movimientos de las fuerzas a su mando. Dicta cartas, instrucciones sin pausa. Amontona víveres, agua, municiones en escondites a lo largo del desierto de Tamarugal. Si no confiara en el Vicepresidente  La Puerta, a ratos podría sentirse abandonado por el Gobierno de Lima. Ni los pertrechos llegan en la cantidad solicitada, ni se consigue reunir fondos para adquisiciones importantes en Europa. El ojeroso Supremo Director, sonrió amargamente al Secretario. -Entre Mariano ¿qué me trae de nuevo?-. Álvarez le extendió el telegrama. El General de División Mariano Ignacio Prado, héroe del 2 de Mayo, jefe supremo de los ejércitos aliados del Perú y Bolivia y dos veces presidente de la República, leyó el mensaje como si se le atascara por los ojos. Su Secretario lo vio tambalearse en busca de la terraza. Gruñó horriblemente y se agarró la cabeza con las manos, como si fuera a explotar. Después cayó fulminado por una congestión cerebral. 

La forma como Lima recibió la noticia de la muerte de Grau, la narra Mariano Paz Soldán en “Guerra de Chile contra el Perú y Bolivia”, de la siguiente manera: 

Así perdió el Perú al mismo tiempo la única nave que podía detener la marcha del enemigo sobre el territorio de la patria, y al hombre de mar que con tanta gloria como hidalguía había sostenido la causa de la nación y los fueros de la humanidad. No obstante, este pueblo recogiéndose dentro de sí mismo, y comprimiendo su hondo dolor, en vez de entregarse a los furores de la desesperación y ofrecer el triste espectáculo de su desbordamiento, como tan frecuentemente sucedía en Chile, sobrellevó su desgracia con aquella estoica resignación propia sólo de los espíritus superiores, y con aquella imponente majestad, que rebela la firmeza de las resoluciones en los propios, a la vez que infunde respeto a los extraños.

 

La pensión para la viuda 

El historiador piurano Juan Paz Velásquez se ha ocupado del pedido que se presentó en el Congreso el 25 de octubre por la representación piurana, para que se otorgase una pensión a la viuda e hijos del almirante  y otros beneficios a los demás tripulantes del «Huáscar». 

El pueblo en todas sus clases, el Congreso y el Gobierno, se disputaban a porfía, el deber de manifestar su gratitud al héroe que entregó su vida en holocausto, para salvar el honor del pabellón nacional. A la viuda del ilustre marino, se le señaló una renta fija, sin perjuicio de obsequiarle una espléndida casa  (lo  que no sabemos si es que se llevaría a cabo) La renta debía producirle  lo bastante para la educación  de sus hijos, que algún día imitarían el ejemplo que les legara su padre. 

La ley fue aprobada el 28 y de inmediato promulgada. Tenía 13 artículos y se le reconocía a los deudos de Grau una pensión equivalente al sueldo íntegro que tenía el Contralmirante. La ley fue firmada por el 1er vicepresidente de la Cámara de Diputados el huancabambino Dr. Ricardo Wenceslao Espinosa y por el Secretario, el abogado piurano  Dr. Víctor Eguiguren

En el artículo 1º. Se concede a la viuda e hijos de Grau una pensión equivalente al sueldo que tenía el Contralmirante.  

Se disponía en el artículo 2º,  que “a las familias de los demás jefes, oficiales, guarnición y tripulantes que hayan muerto en el monitor «Huáscar», así como los aspirantes, se les concede por montepío, el  sueldo íntegro de la clase superior inmediata, considerándose como tal para éstos últimos a los de alferez de fragata”. 

A las viudas e hijos de los maquinistas, en su mayoría ingleses, se les concedía como montepío el sueldo integro del haber que les había correspondido de acuerdo a ley. 

Se dispone en el artículo 4º,  habrá una nave  a la que se dará el nombre de "Contralmirante Grau" y ante ella pasarán revista como presentes, todos los que perecieron, contestándose por el jefe más caracterizado: “muerto en defensa de la Patria  y vivo en la mansión de los héroes” 

En el artículo 10º de la ley se dispone que la educación profesional de los hijos de Grau y de los demás que fallecieron en Angamos, será costeada por el Estado

Se disponía también en la ley, que  “el Ejecutivo hará que se practiquen  las diligencias convenientes al efecto de recoger los restos del contralmirante Grau y los de los demás jefes, oficiales y tripulantes, y una vez trasladados a la capital, serán depositados en Mausoleo costeado por la Nación” 

Se disponía así mismo “que en el lugar más público de la capital, se erigiría un monumento a Grau, en cuya parte superior se colocará la estatua del contralmirante Grau, con la siguiente inscripción: “La República del Perú, a su más heroico y abnegado defensor, Miguel Grau” y en la base se inscribirán los hechos  gloriosos que se hayan realizado, lo mismo que los nombres de los demás jefes, oficiales  tripulantes y guarnición del «Huáscar». Las dimensiones y demás particularidades  del monumento y de la estatua, serán determinadas por el Poder Ejecutivo” 

A los sobrevivientes, se les otorgó una medalla en gratificación  por su valiente intervención patriótica el 8 de octubre de 1879, y además el ascenso efectivo a la clase  inmediata superior y a los aspirantes a la clase de alférez de fragata. 

También se consideró en los beneficios al personal de sanidad y de administración. A los que por efecto de las heridas quedaron inválidos, se les otorgó un pensión de por vida, de la clase inmediata superior. 

A los tripulantes y miembros de la guarnición del «Huáscar», aún que no hubieran resultado heridos, recibieron tres sueldos extraordinarios y una bonificación permanen- te del 25 % sobre su sueldo. 

En Lima, a consecuencia del desastre de Angamos, se vivía una aguda tensión política, con la renuncia del gabinete y la negativa del revolucionario Piérola a integrar el nuevo ministerio. Con todo el vice-presidente general La Puerta, encargado de la presidencia y el ministro de Guerra general Manuel Gonzáles La Cotera, de Ayabaca, promulgaron la Ley.

Pero la derrota sumió al Perú en el caos y la pobreza y los héroes sobrevivientes tuvieron que enfrentar la miseria.