GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO XI:

HONOR Y GLORIA

01.- El “Huáscar” no se rindió

02.- La primera tumba

03.- Después de Angamos

04.- Como recibió Prado la noticia

05.- La colecta para nuevo barco

06.- El infortunio y la gloria

07.- Hombre de honor

08.- La tripulación heroica

09.- La corbeta “Unión” y el 8 de octubre

10.- Como informaron los diarios

11.- Otros reconocimientos y brindis por Grau

12.- El “Huáscar” en poder de Chile

13.- Piérola desconoce méritos de Grau

14.- Viuda de Grau recibe espada de Europa

15.- La muerte del coronel Gómez

16.- Colecta para reemplazar al Huáscar

 

13.- Piérola desconoce méritos de Grau

El 21 de diciembre de 1879, aprovechando Nicolás de Piérola el viaje del Presidente Mariano Ignacio Prado a Estados Unidos, para comprar barcos, se apoderó del Gobierno y se declaró Dictador. 

Piérola era un empecinado complotador que desde hacían diez años no había omitido recurso alguno para apoderarse de la Presidencia de la República. Para combatir una de sus revoluciones se tuvieron que emplear los fondos destinados a comprar dos blindados, que de haber sido adquiridos, Chile no se hubiera atrevido a declararnos la guerra. Grau que era un empecinado defensor de la Justicia y de la Constitución, se le tuvo que oponer constantemente el campo de batalla y en  la actividad política desde el Congreso, cuando el héroe fue diputado. 

Piérola como nuevo gobernante descuidó totalmente la atención del Ejército del Sur, y no autorizó al ejército que había en Arequipa, a unirse a las fuerzas de Montero; de tal manera que cuando se dio el 26 de mayo de 1880, la Batalla del Alto de la Alianza, los ejércitos aliados de Perú y Bolivia fueron derrotados. 

El viernes 28 de mayo de 1880, Piérola creó La Legión del Mérito, mediante un Decreto Supremo, que fue firmado por él y por su Secretario de Marina y Guerra Manuel Villar. Disponía también que se abriese  el Gran Libro de la República, y que en su primera página se inscribiera el combate de Pacocha, ocurrido en mayo de 1877 cuando Piérola tras de rebelarse y apoderarse del «Huáscar», fue declarado pirata por el Gobierno Peruano y se enfrentó a dos buques de guerra  ingleses  en   Pacocha. Esto como es fácil  imaginar, era un exceso de jactancia y presunción, muy comunes en el Dictador.. Se instituyó la Cruz de Acero de Primera Clase de la Legión, para quienes se hubiesen hecho notar por acciones eminentes de valor o pericia militar, en mar o en tierra. La Cruz de Acero de Segunda Clase, se otorgaba  al mérito distinguido individual y la Tercera Clase, al mérito distinguido obrado colectivamente. Acompañaba a la Cruz de Primera Clase, una pensión mensual vitalicia de quinientos Incas, nueva moneda de Piérola, que aún  no se había acuñado por que no había oro. Sólo cinco peruanos podían por el momento disfrutar de esa máxima condecoración. A los de Segunda Clase se les otorgaba además,  una pensión mensual de  doscientos Incas, y  se limitaban a cincuenta los condecorados. Para los premiados con Cruz de Tercera Clase, la pensión sería de cincuenta Incas, y no había límite para el número de condecoraciones a otorgar. 

Se creaba, además, el Gran Consejo de la Legión al Mérito, encargado de llevar el Gran Libro de la República. En el Libro se anotarían los hechos heroicos y notables así como el nombre de sus protagonistas. El 28 de julio de cada año, debía ser leído, las copias del contenido del libro y los escolares debían de aprenderlo de memoria. 

Por el combate de Angamos, se otorgaron cruces de Primera Clase al capitán de corbeta Elías Aguirre  y al teniente 2ª Enrique Palacios. Se otorgó Cruz de Segunda Clase al contralmirante Miguel Grau y de Tercera Clase al Jefe de Estado Mayor Melitón Carvajal. 

Al coronel Isaac Recavaren, se le otorgó Cruz de tercera Clase, así como al comandante Villavicencio,  de la corbeta  « La Unión», lo mismo que a sus oficiales y tripulantes, que habían roto el bloqueo de Arica y realizado otras valerosas acciones. 

Al teniente 2ª José Gálvez  se le otorgó Cruz de Segunda, como a Grau y a su ayudante  Ugarte la Cruz de Tercera. El 24 de mayo, es decir, días antes Gálvez al mando de la lancha torpedera “Independencia” hizo volar su lancha, junto con la “Janequeo” lancha torpedera chilena de mayor calado. Como consecuencia resultó Gálvez con muy graves quemaduras siendo hecho prisionero por otro barco chileno, mientras que Ugarte pereció. 

En la fundamentación para dar la Cruz de Primera se consideró a Palacios, como el comandante del Huáscar después de Aguirre lo que no correspondía a la realidad. Por ignorancia, o con intencionalidad no se consideraron condecoraciones para Ferré, Melitón Rodríguez y Pedro Gárezon. Debemos decir, en honor a la verdad, que Enrique Palacios, tuvo un comportamiento heroico, hasta el estoicismo. 

Cuando el mencionado Decreto Supremo fue publicado, se levantó una general ola de indignación por la postergación que se hacía de Grau y el olvido de varios de sus heroicos oficiales. Todo por innobles sentimientos de revancha de Piérola. Pero el escándalo fue mayor cuando el día siguiente, el 29 de Mayo fue declaró feriado nacional en recuerdo del combate de Pacocha ocurrido en 1877. También se mandaron a fundir dos modelos de medallones, que  se repartieron, En uno figuraba Piérola con  uniforme de mariscal y con la banda presidencial.  En el otro medallón aparecía el rostro del capitán de navío Germán Astete que fue el que mandaba al «Huáscar» en Pacocha. Es decir que una fracasada intentona de armas, se elevaba a la categoría de gran efemérides nacional. Con ocasión de la fecha se realizaron grandes festejos en Lima y ciudades importantes del país. Por la noche, Piérola brindó una suntuosa cena a 99 personas en el hotel Francia, que con Piérola eran 100. Afuera, en la plaza de Armas, retreta, fuegos artificiales y otros festejos. Es decir, circo para el pueblo. 

La gente sensata casi no tuvo tiempo para indignarse, porque el 29  ya llegaron a Lima los primeros rumores de que habíamos sido derrotados en el Alto del Alianza. Luego muy rápidamente se conoció  que en esa batalla,  habían sido aniquilados los ejércitos regulares de Perú y Bolivia. Al amanecer del día 30, cuando aún los efectos de la bebida no habían desaparecido en los 100, los barcos chilenos que bloqueaban el Callao, dispararon 21 cañonazos, celebrando el triunfo del Alto de la Alianza y la toma de Tacna. Después vendría, la Batalla de Arica.