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 última actualización: 
 Diciembre 2005

EL MURCIÉLAGO VICENTE

fernando ramos fernández
1998

El murciélago Vicente era un murciélago vidente, evidentemente que Vicente era un murciélago muy raro, ya que los murciélagos, como bien es sabido, no ven. Pero claro, por ser como era, empezó a tener problemas muy pronto.

Un buen día se dio cuenta de lo feo que eran sus compañeros, con esos hocicos arrugados y esas orejas enormes, esos cuerpecinos de rata. Entonces el pobre Vicente se asustó de sus propios semejantes y huyó de ellos. El murciélago vidente quedó solo y desconsolado y pasó unos días muy tristes en compañía del Sol y la Luna, hermana de aventuras.

Al cabo de un tiempo aprendió a pescar, pescaba de madrugada, ayudado por su radar interno, no había pez en el agua que se le resistiera, y como pescaba a la luz y a la salud de la Luna hermana, no podía ver su reflejo en el agua del lago.

Pero ocurrió que una noche se quedó dormido y sólo le despertó un rayo de Sol, como era un murciélago que veía, se había cambiado de horario de trabajo sin querer. Entonces elevó el vuelo y fue desde el abeto que era su casa hasta el lago, captó un pez debajo del agua, que nadaba tranquilo, bajó con cautela, pero cuando fue a meter la garra para cogerlo, vio un murciélago en el agua, el susto fue mayúsculo, Vicente quedó sin pez y sin aliento, volviendo la mirada atrás, no logró divisar al murciélago que le había asustado tanto. ¿De dónde habría salido aquel compañero? Se preguntaba entre batir y batir de alas y de corazón.

Como su pequeño estómago empezaba a rugirle con mayor insistencia, Vicente no pudo menos que volver al lago. Y ocurrió lo mismo: fue a coger un pez suculento pero allí estaba de nuevo el murciélago yendo a por su mismo pez. Pero esta vez, Vicente no lo dudó. Pensó:" el primero que lo coja para él". Y justo cuando metía la garra, el adversario se diluyó con las ondas del agua. "Qué cosa más curiosa".

Pasaron los días, y siempre sucedía lo mismo. Entonces el pequeño cerebro de Vicente que no era muy listo, como todos los murciélagos, pensó o adivinó a pensar que podía ser una ilusión, y que como los dos iban a por el mismo pez, movían a la vez sus cuerpecitos, pues que a lo mejor era una sombra que sólo se aparecía en el agua. Y así no volvió a temerle un ápice. Al día siguiente, simplemente pasó a ras de agua y se vio aquella sombra, que era tan fea como sus antiguos amigos y pensó: "pero si soy como ellos".

Y sin más dilación, el murciélago Vicente que era vidente, pero no adivino, volvió a casa con los suyos. Entonces se dio cuenta de que todo el mundo dormía y cuando se quedaba dormido todo el mundo despertaba y salía a cazar en tropel, así que el pobre murciélago siguió solo, rodeado de ciegos aunque un poco más contento.