Concilió el sueño rápidamente, como un niño. La ventana ligeramente abierta, dejaba entrar una fresca brisa que aliviaba el calor acumulado durante el ardiente día de verano.

El silencio se colaba por todos los sitios. Reflejos intermitentes en la pared indicaban el funcionamiento del faro en el cabo.

Los números rojos de su reloj despertador marcaban las 3:58 de la madrugada. Se sobresaltó en sueños y abrió sus ojos, se sintió levemente sofocado, la habitación, sin embargo estaba fresca, pero no había corriente. La luz intermitente del faro ya no se proyectaba en la pared, pero eso era imposible... la luz de los números del reloj tampoco funcionaba, sólo una sombra aparecía velada donde los números. Descubrió horrorizado que la luz del faro seguía entrando pero se recortaba cerca de la ventana, en una manera increíble.

Las sábanas pesaban demasiado, intentó levantarse, pero le fue imposible mover un brazo, el aire comenzaba a escasear incomprensiblemente y sus pulmones trabajaban con dificultad... la falta de oxígeno le hizo concebir una idea descabellada para explicar su situación, le entró un miedo atroz, su corazón se paralizó... murió asfixiado enterrado en la solidificación de la oscuridad en su propia habitación.

Le encontraron al cabo de tres días, con los ojos abiertos y rígido en su lecho, una mancha negra en el parqué fue desapareciendo a lo largo de los días...