PLANETA FRYO
volver al portal
 
MENÚ
RELATOS
POEMAS
PROGRAMAS HP48
 
RELATOS
-EL PLAN
-CAOS
-ALARIDO
-LA CRIATURA
-LA BESTIA
-PINTURA
-INSOLENCIA
-EN EL ASCENSOR
-TEATRO
-RENACIMIENTO
-BOTTIE
-HASHASHIN
-NIEBLA
-ESPECULAR
-EL MURCIÉLAGO VICENTE
-EL FUEGO BLANCO
-OSCURIDAD
-OPACIDAD Y LUZ
-OSCURO
 
 
 correo-e
 
 última actualización: 
 Diciembre 2005

CAOS

fernando ramos fernández
6-V-2005

A veces, antes de fundirme en un abrazo con el mar, me gusta dar un paseo por la orilla, sentir el calor del sol sobre mi piel, salpicada por la espuma de las olas que rompen cansadas de su largo viaje alrededor del mundo.

A la gente también le gusta eso de caminar, hay quienes caminan solos, quienes caminan en pareja, con los sentimientos arrullados por el fragor de las olas, quienes ríen ajenos a la maravilla que les rodea. Grupos que caminan unidos por el tiempo que pasaron juntos...

Y el océano nos intenta coger a todos.

- Hola Soraya. ¿Qué haces?
- Hola, estoy calentando la arena.

Está de pie, quieta a simple vista, su pelo recogido, de espaldas al mar y al Sol de la mañana. Al cabo de un rato observándola, se mueve levemente.

- ¿Y cómo calientas la arena?
- Pues cómo va a ser. Con el Sol.
- Entonces no estás calentando la arena, aaunque tú no estuvieras el Sol seguiría calentando la arena.
- Qué tonto eres, yo decido qué parte de lla arena se queda sin calor por mi sombra.

Sigo mi camino hacia ninguna parte. El ser humano. Cómo no. Siempre intentando dominar el entorno, siempre intentando controlar lo que sucede a su alrededor, sin realmente comprender. ¿De dónde procede ese ansia de poder, de dominación? La respuesta es bien sencilla, aunque está bien oculta en las intrincadas ramificaciones de nuestra conducta. La respuesta es bien sencilla:

Porque no somos capaces de controlar nuestro propio cuerpo.

Sentimos, no sabemos por qué. Pensamos, no sabemos por qué. Vivimos, no sabemos por qué. Nuestro cuerpo actúa inconscientemente la mayor parte del tiempo, y dentro de esa inconsciencia surge el pensamiento. Y por esa misma razón, el pensamiento no nos hace racionales.

A veces, se me pegan las sábanas por la mañana temprano, y no me da tiempo de ir a la escuela caminando. Esos días, voy a la parada del autobús. Me siento si hay sitio y espero.

- Hola Rubén.
- Hola.

Rubén está nervioso, y no para de asomarse a ver si viene el bus. Incluso llega a acercarse peligrosamente al carril derecho, donde coches, sin motivo, pasan a toda pastilla, pese al límite de velocidad.

- ¿Por qué haces eso?
- El qué.
- Asomarte a ver si viene el autobús.
- Por eso mismo.
- Y, ¿no te das cuenta que por mucho que tte asomes, el autobús no va a venir antes?

Qué gran mentira aquella que dice "pienso, luego existo". Hubiera acertado de lleno si hubiera dicho "respiro, luego existo" o más simple todavía: "existo". El pensamiento es inconsciente. O, a lo sumo, nos cuesta mucho dominarlo. Por lo tanto, nuestro pensamiento consciente es un estado forzado, no natural. No somos más inteligentes porque en un chispazo, en una fracción de milisegundo, nuestras neuronas se conecten de cierta forma y aparezca una nebulosa interna que nos diga que algo tiene sentido. Nuestro estado normal no es diferente al de cualquier ser vivo, incluso me atrevería a aventurar que al de cualquier cosa. Si fuéramos totalmente conscientes, tanto de nosotros mismos como de nuestro entorno, nos volveríamos locos.

Imaginad por un momento. Nuestro cuerpo formado por tan innumerables tipos de células y tantísimas... Cada tipo reaccionando de una forma u otra dependiendo de los estímulos que le llegan. Imaginad ahora que cada célula tuviera una parte neuronal, una parte consciente (eso suponiendo que la consciencia venga dada por la red neuronal). De manera que pudiéramos sentir cada estímulo que recibiera cada célula de nuestro organismo. Sería como intentar hablar con todos los habitantes del planeta (del Universo?) a la vez y de forma coherente. El caos.

Cuando ando por la ciudad, a veces, encuentro semáforos en rojo, entonces me paro. Otras veces los encuentro en intermitente, entonces me paro.

- Hola Teresa.
- Hola.
- Menuda carrera que te has dado.
- Es que se iba a poner en rojo.

Aceptemos que el ser humano sea racional. ¿Quiere eso decir que es un ser lógico? Obviamente. No. La racionalidad que pueda desarrollar un individuo en el transcurso de su vida es total y absolutamente subjetiva. (Incluso todo esto que estoy pensando no es más que una visión sesgada y particular de la condición humana, sólo por si os lo estabais creyendo). El ser humano siempre tiende a confundir términos: Racionalidad, lógica. Belleza, tristeza. Felicidad, alegría... Podría decirse que es más lógico un animal en su entorno natural, que el ser humano. Lo que nos distingue del resto de seres vivos es nuestra capacidad para mentir... magníficamente, por ende, nuestra capacidad para crear monstruos de nosotros mismos, en definitiva, nuestra capacidad para anular nuestra propia condición de humanos, y lo más aterrador es que nos sentimos tremendamente orgullosos de ello. Puede que esté confundiendo términos, pero quién dice que no me lo pueda permitir. (La lógica como sinceridad).

- Entonces no estás calentando la arena, aunque tú no estuvieras el Sol seguiría calentando la arena.
- Qué tonto eres, yo decido qué parte de lla arena se queda sin calor por mi sombra.
- Adiós Soraya.
- Ciao.

Cualquier patrón que podamos observar, o no, surge del caos. Y es tan grande la cantidad de patrones que existen, tan enorme la complejidad de sus relaciones que todo intento de poner orden, esto es, establecer un inicio y un final, no es sino un desesperado y burdo intento de controlar, de dominar lo ingobernable. Incluso inventamos la estadística para sentirnos más seguros dentro de este caos, pero eso es como pintar rayas continuas en el asfalto, esas rayas no son muros infranqueables, son solo una ilusión. En cualquier momento surge un patrón del caos y desencadena una serie de acontecimientos que algunos llaman casualidades y otros denominan destino. Y todos nos equivocamos porque es simplemente el caos.

Al final sólo tenemos dos opciones. O aceptar lo que somos y donde estamos, o no aceptarlo. Tanto a escala planetaria como a escala personal. No aceptarlo es seguir luchando contra nosotros mismos, desgastando nuestras energías en conseguir un imposible.

Pero, una cosa hay que tener clara, este conocimiento que comparto no es más que eso, conocimiento. Antes creía que el conocimiento liberaba a las personas. Pero no es del todo cierto. Uno no se conoce a sí mismo hasta que se reconoce, he ahí la parte más difícil. Reconocerse no es mirarse en un espejo y no emprenderla a puñetazos con el reflejo, no es necesario ningún espejo en absoluto. Basta caminar por la calle observando a las personas. Y sin embargo, para reconocer es necesario un acto voluntario de consciencia, forzar esa línea de pensamiento tan... caótico.

A veces, antes de fundirme en un abrazo con el mar, me gusta dar un paseo por la orilla, sentir el calor del sol sobre mi piel, salpicada por la espuma de las olas, la arena húmeda cediendo bajo mis pies, entre mis dedos... Entonces veo mi cuerpo como un organismo, compuesto de millones de seres, como granos de arena en la playa, como personas que viven en las grandes ciudades, como peces en el océano... Un organismo dentro de un organismo más grande, sin apenas percibir su cometido, y sin embargo existiendo, dentro de un organismo mayor, dentro de un organismo infinito a escala humana, y todo nadando en los patrones que surgen del caos. Es increíble. Increíble...

A veces, caminando, veo a la gente con mucha prisa, con miedo de pararse y pensar "¿qué estoy haciendo?" Veo a gente con auriculares, cada vez más gente, en todas partes. Para qué. Para rellenar el silencio, para no oírse. A veces, caminando, se me ocurren estas cosas.

A veces, sólo a veces, pienso que me vendría bien comprarme un walkman.