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Fueron al Museo de Arqueología aquel día de mucho viento, por la tarde. Había una exposición de pinturas antiguas y muy extrañas. Según la opinión de los expertos, era una colección impresionante que dejaba muy claro el avanzado concepto de arte que tenían los Antiguos. Tuvieron que esperar un buen rato en la cola, pues no esperaban encontrar tanta gente. Al fin dentro. Las salas se fueron sucediendo una tras otra ante las explicaciones llenas de magia y misterio del guía que acompañaba al grupo. Había enormes pliegos de vivos colores, en soportes de fibras extintas se vislumbraban puntos luminosos que sólo en la distancia dejaban entrever sus raros secretos. Eran pinturas anónimas, se habían perdido los registros de la cultura Antigua. Llegaron a la última sala, en donde sobre las blancas paredes colgaban placas de cristal de pequeño tamaño, algunos incluso cabían en la mano. Dentro de las placas, pedazos estropeados, quemados y desvaídos de soportes que en la lejanía de los tiempos debieron de ser extrañamente blancos, y, sobre ellos, pequeños trazos de color negro predominantemente, aunque los había también azules, y de otros colores menos profusos. Los había monocromáticos, la mayoría, algunos combinaban dos colores e incluso uno combinaba más. Había en ellos un orden misterioso, era como si aquellos trazos caóticos intentaran mantener una extraña forma de paralelismo. En algunos se podía observar repetición de elementos, con un meticuloso y preciso trazado, mientras otros se perdían en trazos imprecisos, imposibles, sin solución de continuidad... Pero incluso en esos había algo que parecía ordenado. El pequeño se paró delante de una de aquellas placas, y su inocente mirada acertó a comprender, desde el inconsciente albor de una vida anterior, el terrible significado de una de aquellas hojas rota por el paso del tiempo: "Tened mucho cuidado, la Historia podría repetirse". El niño se quedó estupefacto, fue donde sus padres y les preguntó: "¿Qué es la Historia?" A lo que nadie supo qué contestar, ni tan siquiera pudieron entender el sonido de aquella extraña palabra.
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