| |
TEATRO
|
fernando ramos fernández
|
25-IV-2000
|
- Esto... perdone que le moleste.
- Calle, calle.
- No, si sólo quería preguntarle una cosillla, por curiosidad.
- Pero hombre, ¿no ve que me va a despertaar?
- ¿Y cómo quiere que lo vea si está ahí seentado, en mitad de la acera, con
los ojos abiertos y hablando conmigo?
- Vale, ya sé que es difícil de ver, ¿y?
- ¿Qué está haciendo?
- Estoy durmiendo. No, bueno, mejor, sueñoo.
- ¿Está usted soñando?¿Y cómo ha podido doormirse así, a plena luz del día
y con todo el barullo de la calle?
- No es lo que cree, en realidad yo estoy muy a gusto en mi cama, totalmente
estirado y durmiendo a pierna suelta, lo que sucede es...
- Siga, estoy intrigado.
- No se lo vaya a contar a nadie, prométammelo.
- Se lo prometo, se lo prometo. Dígame.
- Es que si me despierto, todo esto desapaarecerá, no quedará nada.
- Ah, sí claro.
- No me cree, ¿verdad?
- ¿Qué quiere que le diga?
- No, bueno, es comprensible, déjeme que sse lo explique.
-
- Usted, está en mi sueño, sólo es una imaagen de mi cerebro, en realidad sé
lo que piensa, lo que me va a preguntar. Todo, porque... muy señor mío, yo le
controlo a usted, y como a usted, controlo vagamente todo el resto del sueño, a
todos y cada uno de sus vecinos, conciudadanos, seres vivos... todo en
definitiva.
- Ya.
- Sigue sin creérselo, pero yo no puedo saacarle de su error.
- ¿Cómo que no?¿No dijo que me controla?
- Sí, y lo estoy haciendo, precisamente poor eso es usted tan cerrado, nadie
más se ha acercado a mí, y nadie más lo hará.
- ¡Ja! Ahora verá usted. Oiga, oiga señoraa...¡Eh! usted, sí, venga aquí,
¿no? [...]
- No lo ha conseguido.
- No, es extraño.
- ¿Me cree ahora?
- Sigo sin estar convencido, es realmente increíble.
- Bueno, pero no se preocupe, que yo seguiiré soñando aquí, usted siga con lo
que estaba haciendo. Creo que iba a buscar el pan, ¿no es cierto?
- ¿Uh? Ah, sí... Oiga ¿y conoce todos los nombres de las personas que está
soñando?
- ¿Cómo?
- Que si sabe cómo nos llamamos.
- No, claro que no...
- Y usted se llama...
- ¿Por qué?
- No, porque pensaba ir a casa, buscar su número en la guía y llamarle, a ver
qué sucede.
- Está usted loco, eso acabaría con su munndo.
- Ya, bueno, ya le digo que no estoy muy cconvencido. Además, supongo que
tendrá que desayunar algún día, ¿no?
- ¿Eh?
- Sí, hombre, sí, porque, ¿cuánto tiempo llleva durmiendo?
- No... no lo sé.
- Ah, o sea, que no lo controla todo.
- Está usted comenzando a ser molesto. >
- Parece que no tiene respuestas para todoo.
- Oiga, me limito a soñar sus vidas, si noo le gusta se aguanta, pero déjeme
soñar en paz.
- Bah, no se preocupe, todos somos humanoss.
- Bueno...
- Tome, cien pesetas, y cómprese algo de ccomer.
- ¿Con cien pesetas?
- Hombre, y con lo que tiene a sus pies, ¿¿O es que no se había dado cuenta?
- (Despierta)
- (Desaparece)
|