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 última actualización: 
 Diciembre 2005

EN EL ASCENSOR

fernando ramos fernández
12-08-2001

Se abren las puertas del ascensor, hay un hombre dentro, otro entra.

- ¿A qué piso va?
- Al duodeno
- ¿Duodeno?
- Sí hombre, al número 12.
- Pero 12 se dice duodécimo, no duodeno. - Ya, pero es que a mí me van a operar en el duodécimo.
- ¿No será que le van a operar el intestinno?
- No, en el duodécimo.
- Pero esto no es un hospital.
- No, pero es igual, a mí me operan en el duodécimo, mire, incluso tengo número.
- Faltaría más, ese número tenía que ser.<
- ¿Por qué lo dice?
- Hombre, si le han dado el número 12.
> - Por cierto, ¿tiene hora?
- Ah! No, las 12:12, esto sólo ocurre... - Casualidades.
- Ya, pero todavía no entiendo qué es lo qque va a hacer al duodécimo.
- Yo, la verdad, nada, voy a dejar que me hagan, más bien.
- Pero, el qué.
- No estoy realmente seguro, es la primeraa vez que vengo.
- Tendrá entonces que haber una segunda. - ¿Por qué?
- Pues por lo del número 12: primera, seguunda... Ya me entiende.
- Je.
- No se ofenda, era por seguir con la bromma.
- No, si no me ofendo, pero... una cosillaa.
- ¿Sí?
- ¿Le va a dar al botón, o le doy yo? Porqque llevamos aquí cinco minutos, y sin movernos.
- Huy, perdone, me dejó usted tan desconceertado que se me ha ido el santo al cielo.
- No se preocupe, pero... dele, dele.
- Ya le doy.
- Oiga, por cierto, y usted... ¿Adónde va??
- ¿Yo?
- Sí, hombre, a qué piso va.
- Pues si ya le había dado al botón cuandoo entré.
- Parece que se ha olvidado, porque no hayy ningún botón marcado aparte del ya reiterado 12, ¿o es que usted también va a ese piso?
- Yo no.
- ¿Tiene número?
- Número de qué.
- Pues como yo.
- No.
- Qué extraño, sólo si tiene número puede acceder a este edificio.
- Vaya, no me diga.
- Sí, y además le puedo asegurar que las mmedidas de seguridad son muy rigurosas, aquí no se cuela ni Dios.
- Jo, pues me está usted preocupando.
- Bah, seguro que puede explicarse.
- Yo sólo sé que tenía que ir arriba.
- Pues ya le dirán lo que debe hacer.
- Sí, seguro que sí, no hay motivos para ppreocuparse, no hay, no.
- A no ser...
- A no ser, qué.
- A no ser que usted no haya entrado.
- ¿Qué quiere decir?
- Oiga, ¿no será usted uno de los funcionaarios que trabajan aquí?
- Ya se lo he dicho.
- El qué.
- Pues que mi despacho está en el último ppiso.
- Eh!? Usted sólo ha dicho que iba arriba..
- Perdone.
- ¿Y cuál es su trabajo?
- Realmente no lo sé, me siento en mi butaaca y no haga nada, nadie parece requerir mi ayuda, sólo se dedican a hacerme la pelota, y el caso es que por las noticias parece que la cosa está chunga. ¿Usted qué opina?
- No sé qué decirle, hace tiempo que no saalgo del edificio, no hacen más que mandarme de un piso a otro, entregándome archivos y más archivos, documentos y más documentos, para mí que estoy haciendo penitencia, pero no entiendo por qué.
- ¿Y no ha leído esos papeles? Puede que een ellos están las respuestas a su situación.
- ¡Ahibá! Tiene usted razón.
- Llevo muchísimo tiempo lidiando con estaas cosas, tengo bastante experiencia.
- Pues muchas gracias, señor...
- Más bien: el Señor.
- (Gulp)

(Ding) Se abren las puertas en el número 12, el hombre sale, se cierran las puertas.