Tacto.
Las sensaciones de calor y
frío, de aspereza y suavidad, de cosquilleo, de picor, etc., pertenecen al
sentido del tacto. Si pasamos un lápiz sobre la piel notamos en ciertos
puntos una sensación de frío; utilizando un estímulo cuya temperatura sea un
poco más elevada que la de la piel experimentaremos la sensación de puntos
calientes y, por último, usando un objeto agudo sentiremos en los llamados
puntos dolorosos una impresión de dolor. Con la punta de un cabello podemos
encontrar en la piel cierto puntos táctiles que nos da la sensación del
tacto. Vemos, pues, que se encuentran en la piel receptores para el frío, el
calor, el dolor y el tacto. Sin embargo, también en este caso son raras las
sensaciones aisladas, siendo más frecuentes las sensaciones combinadas en
distintas formas; así, las de calor y frío pueden despertar también dolor.
Además, cada sensación puede adoptar diferentes tipos y, por ejemplo, el
dolor puede sentirse como escozor, hinchazón, punzada, etcétera. Los puntos
sensibles de la piel presentan también un fenómeno paradójico, por ejemplo:
si se aplica un estímulo sumamente frío puede dar la sensación de calor.
También hay sensaciones paradójicas de dolor, ya que el dolor puede ser
agradable o desagradable; el picor de una especia sobre la lengua y ciertas
sensaciones táctiles, siendo fundamentalmente dolorosas, se experimentan
como placenteras.
El sentido Kinestético y otros
sentidos. Los cinco sentidos que acabamos de mencionar fueron tenido hasta
hace poco como los únicos en el hombre. Actualmente, aunque no sabemos
exactamente cuántos sentidos posee el hombre, sí sabemos que son más de
cinco. Uno de ellos es el sentido muscular, mediante el cual apreciamos un
peso que sostenemos en la mano. Se han encontrado órganos sensoriales en los
músculos, tendones y articulaciones. En este sentido, llamado Kinestético o
del movimiento, indica la posición de las extremidades y la progreción del
movimiento cuando desarrollamos alguna actividad.