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Pagina Creada por:
Marco A. Farías N. |
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LA
HIPNOSIS.
Intentar acercarse a un
fenómeno complejo mediante explicaciones simples, probablemente genera más
confusión que clarificación. Actualmente, el modelo BIO-PSICO-SOCIAL
representa la aproximación más aceptada y acertada para el estudio de los
temas humanos, tanto sociales (por ejemplo, la violencia) como sanitarios
(por ejemplo, la salud en un amplio sentido del término). En estas páginas
que te ofrezco, se parte de este modelo y, también, desde un punto de vista
teórico cognitivo-conductual de la Psicología, si bien expreso mi respeto a
cualquier otro acercamiento teórico y práctico que presente unas
características éticas y deontológicas adecuadas.
La HIPNOSIS es un constructo
complejo y en la actualidad no existe una teoría predominante sobre la
misma, sino más bien un continuo de puntos de vista teóricos (Kirch y Lynn,
1995). Como veremos, parte de las discrepancias teóricas existentes vienen
dadas porque por hipnosis se entiende por lo menos tres cosas diferentes:
1. Desde el punto de vista de
la COMUNICACIÓN, se puede describir la hipnosis como un procedimiento
durante el cual, un profesional de la salud o investigador, en este
caso un psicólogo, sugiere a un cliente, paciente o sujeto que
experimente cambios en las sensaciones, percepciones, pensamientos o
comportamiento. El contexto hipnótico se establece generalmente
mediante el procedimiento de inducción. A pesar de que existen
diferentes inducciones, la mayoría incluyen sugestiones para la
relajación, calma y bienestar, si bien las estas sugestiones pueden ser
también de incremento de la activación. También se suelen incluir en las
inducciones instrucciones para imaginar o pensar en situaciones
agradables (Kirsh, 1994).
Así, diversos autores actuales
definen la hipnosis moderna como constituida, en principio, por un conjunto
de técnicas de comunicación conducentes a desarrollar en el sujeto un
proceso que, por convención, se llama hipnótico. Este proceso puede
constituir un contexto de cambio para el paciente según una serie de
variables del terapeuta (por ejemplo, su habilidad y experiencia), de la
situación específica, y de la interacción con las características del
cliente. La técnica hipnótica es, por tanto, obra de la comunicación
(Malarewicz, 1990).
La hipnosis no es una clase o tipo de terapia (como, por ejemplo, el
psicoanálisis o la terapia de conducta) sino que se trata de un
procedimiento adjunto, o conjunto de técnicas, que se pueden usar
para facilitar la terapia (una de las herramientas que el
terapeuta puede utilizar de cara a una u otra situación, y según la demanda
del paciente). En este sentido, no es más que otro instrumento de
intervención. Dicho de otra forma, la hipnosis requiere de una técnica
particular que no se reduce a la inducción hipnótica y exige la confianza y
cooperación del cliente.
No obstante, se trata de un conjunto de técnicas potentes que pueden
facilitar el aprendizaje y el cambio de comportamiento; de hecho,
permiten crear un espacio para el aprendizaje que facilita la adquisición y
práctica de estrategias de afrontamiento para las personas.
Como comenta T. Barber (1988):
"Hoy está claro que el modo en que los individuos responden a las
sugestiones, depende mucho menos del éxito de los procedimientos de
inducción formales (que aspiran a producir relajación, quietud mental y
concentración en las ideas comunicadas por el terapeuta con la concomitante
desatención a otros problemas), y mucho más de la relación interpersonal
entre el sujeto y el terapeuta, la capacidad del paciente para imaginar,
fantasear y tener experiencias parecidas a las hipnóticas; las expectativas,
actitudes y creencias acerca de la situación; y la interacción
momento a momento del terapeuta hipnosugestivo con el paciente, en la
que se incluye el modo de atacar el problema, el tipo de sugestiones
específicas que ofrece y la forma en que el paciente interpreta las
sugestiones."
2. Por otra parte, también se
entiende por hipnosis un ESTADO DE FUNCIONAMIENTO MENTAL, con sus
correlatos psicofisiológicos, en respuesta a las sugestiones.
Tradicionalmente se habla de trance hipnótico en referencia a este
estado.
Así, desde este punto de vista, J. Barber (1996) presenta una definición
operativa: La Hipnosis es una condición alterada, o estado alterado, de
conciencia caracterizado por un marcado incremento de la receptividad a
la sugestión, por la capacidad para modificar la percepción y la memoria,
y por el potencial para un control sistemático de una variedad de funciones
usualmente involuntarias (como actividad glandular, actividad
vasomotora, etc.).
Bien se considere este estado como normal o patológico, se pueden observar
una serie variables (incluso dejando de lado la evaluación de los cambios
fisiológicos) entre las que cabe destacar:
-
Las respuestas de
relajación (Edmonston, 1981 y 1991).
-
El incremento en la
capacidad de imaginación vívida (Wilson y Barber 1981 y 1983).
-
La absorción o
implicación emocional (Tellegen, 1978/79; Tellegen y Atkinson,
1974)
-
La automaticidad del
comportamiento o involuntariedad (Lynn, Rhue y Weekes, 1989)
-
Disminución de la
capacidad de análisis lógico-racional y crítico de las situaciones (Orne,
1959; Spanos, de Groot y Gwynn, 1987).
-
El incremento de la
capacidad de respuesta frente a las sugestiones (sugestibilidad e
hipnotizabilidad): Este punto es de
crucial importancia para el desarrollo del proceso hipnótico y de la
aceptación de nuevas sugestiones que faciliten el cambio comportamental.
-
La Disociación
(Hilgard, 1979, 1986 y l991): Lo que diferencia a la hipnosis de todas las
otras técnicas que a menudo derivan de ella (relajación, entrenamiento
autógeno, sofrología, etc...) es que aquí el terapeuta busca obtener
voluntariamente un estado disociado en el sujeto. Ello lleva a que el
sujeto está a la vez en la situación de observador y de observado. Es
indispensable comprender el fenómeno de la disociación para comprender la
especificidad de la hipnosis. La construcción de la disociación
constituye, en clínica, la fase más delicada y también la más heurística
del proceso hipnótico. La disociación consiste en la separación
introducida por el terapeuta en la experiencia del sujeto, entre una parte
consciente de su personalidad (el observador) y otra parte inconsciente
que administra de manera autónoma y no intencional la aparición de
fenómenos calificados por el término de hipnóticos (el observado). A
partir de este punto de la sesión, el terapeuta va a «automatizar», a
través de los términos de expresión que utilice, ciertas partes del cuerpo
del sujeto y, en consecuencia, los fenómenos que se pueden manifestar.
Según las creencias y el nivel cultural del cliente, el terapeuta puede
emplear directamente la palabra «inconsciente», o emplear metáforas como:
«una parte de ti mismo», «el no-consciente», etc.
El inconsciente está
considerado aquí como un proceso psíquico en el que las funciones mnésicas,
la lógica, las conclusiones y las tomas de posición evolucionan
paralelamente, y de una forma autónoma, como contrapartida a los procesos
de nuestra consciencia inmediata. El inconsciente es lógico y coherente,
incluso si esta coherencia no tiene siempre un carácter evidente. Sobre
todo, el inconsciente es un proceso en interacción con otros procesos y
otros contextos. En resultado del ensamblaje de estos procesos no puede
ser comprendido si no es desde una perspectiva sistémica y no estructural.
El síntoma y la terapia no corresponde simplemente a un proceso de
equilibrio energético (estructural) sino a un proceso creativo
(sistémico). El síntoma corresponde a un aprendizaje. Los procesos
inconscientes actúan como correctores y proveedores de alternativas para
nuestras tomas de posición conscientes, racionales y lógicas (J.
Malarewicz, 1990).
3. Por último, por hipnosis es
entiende también la EXPERIENCIA SUBJETIVA DE UNO MISMO en este estado
mental. Esta experiencia subjetiva va a depender del momento del Ciclo Vital
del cliente o paciente, de la historia única de sus aprendizajes, y de otra
serie de variables personales (por ejemplo, el nivel de cansancio) y
contextuales (por ejemplo, las personas muestran más sugestibilidad cuando
consideran que están en una situación de peligro para su integridad física).
Desde el punto de vista de la experiencia subjetiva del sujeto, cabe decir
que toda hipnosis es autohipnosis.
Se entiende por autohipnosis la capacidad para, siguiendo las propias
sugestiones, lograr voluntariamente alcanzar un determinado nivel de
profundización hipnótica. Puede considerarse que toda aplicación de la
hipnosis por el terapeuta, hetero-hipnosis, no deja de ser sino una
autohipnosis (Sanders, 1991). En efecto, es el propio sujeto el que
siguiendo las instrucciones y las pautas marcadas produce, por sí mismo, los
efectos que experimenta. Como comentan Orne y McConKey (1981) el uso clínico
de la heterohipnosis generalmente establece el protocolo para el uso de la
autohipnosis.
Según hemos visto, las personas responden a la hipnosis de diferentes
maneras. Algunas describen su experiencia como un estado alterado de
consciencia. Otras describen la hipnosis como un estado normal de atención
focalizada, en el que se sienten muy en calma y relajados. T.X. Barber
(1999), mediante la evidencia empírica de diversos estudios con grupos
amplios de población, habla de tres patrones típicos de respuesta que se dan
entre las personas que puntúan muy alto en los tests de susceptibilidad
hipnótica - sujetos excelentes para experimentar con la hipnosis: 1) las
personas con tendencia a la fantasía y a la imaginación; 2) los sujetos con
tendencia a la amnesia y a la disociación; y 3) los sujetos con una actitud
positiva ante la situación de la hipnosis (actitudes, motivación y
expectativas ante la situación, buena relación con el hipnotista).
Como hemos visto, algunas personas son muy sensibles a las sugestiones
hipnóticas y otras lo son menos. La capacidad que tiene una persona para
experimentar las sugestiones hipnóticas puede verse inhibida por miedos e
inquietudes que surgen de conceptos erróneos bastante comunes. Al contrario
de algunas descripciones sobre la hipnosis en libros, películas o en
televisión, las personas que son hipnotizadas no pierden el control sobre su
comportamiento. Estas personas permanecen conscientes de quienes son y de
donde están, y recuerdan normalmente lo que ha sucedido durante la hipnosis,
salvo que se les sugiera específicamente amnesia. La hipnosis facilita la
experiencia de las sugestiones, pero no fuerza a las personas a tener estas
experiencias (Kirsch, 1994).
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