Visité al gran bonzo de Tenryu-ji de Maruoka, viejo amigo mío. Un tal Hokushi de Kanazawa quiso caminar conmigo un trecho y al fin me acompañó hasta allí. Durante el trayecto me enseñó lugares pintorescos, añadiendo de vez en cuando alguna ingeniosa improvisación en verso. Al decirle adiós improvisé, a mi vez, un poema:
Este abanico
hay que tirarlo - pero
mis garabatos…
Después de caminar cincuenta cho me interné en la colina y cumplí con mis devociones en Eihei-ji, en el monasterio fundado por el maestro de Zen, el monje Dohgen. Dicen que un día huyó de la capital y se refugió en estas montañas, en busca de la serenidad anónima. No obstante, al fundar, por motivos admirables, este templo, dejó huellas de su paso en este mundo. (1)
Notas:
- El bonzo Dohgen (1200-1253), hijo de un gran noble, tomó las órdenes a los catorce años; a los veinticuatro salió para China y a su regreso fundó ese templo. Dicen que escogió un lugar parecido a aquel en donde hizo sus estudios y por eso el Santuario se encuentra tan alejado de la capital.
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